lunes, 30 de abril de 2012

Revolución en las universidades

Por Keila López Alicea / keila.lopez@elnuevodia.com Los cambios congresionales a las ayudas económicas federales para universitarios han puesto contra la pared a las universidades del País, que se han visto obligadas a reinventar sus ofrecimientos para evitar perjudicar a sus estudiantes. El golpe de estos recortes presupuestarios llegó a las instituciones universitarias, pero no fue tan fuerte como pudo haber sido. “No hubo reducción en la cantidad de dinero que se da con las becas Pell, se quedó en $5,500 anuales. Lo que cambió fueron los requisitos de elegibilidad”, señaló el presidente de la Universidad Interamericana, Manuel Fernós. En el pasado se propuso reducir el monto de la beca hasta en $1,000, recordó el presidente de la Universidad del Sagrado Corazón (USC), José Jaime Rivera. “Todas las instituciones del País, al igual que en Estados Unidos, vamos a estar buscando cómo ayudar al estudiante. Pero el impacto de verdad no se sabrá hasta agosto, así que los estudiantes tienen que llenar ya la FAFSA (siglas en inglés de la Solicitud Gratuita de Ayuda Federal para Estudiantes) y acudir a las oficinas de asistencia económica de las universidades para ver cómo les podemos ayudar”, expresó Rivera. El Congreso estadounidense avaló reducir de 18 a 12 semestres el tiempo durante el cual los estudiantes universitarios pueden recibir las becas Pell. Además, redujo de $30,000 a $23,000 el salario máximo de un estudiante o su familia para tener acceso de forma automática al máximo otorgado a través de la beca y prohibió que personas que no tengan su diploma de cuarto año, o su equivalente, puedan recibir esta ayuda. Estos cambios entrarán en vigor en julio próximo. No obstante, varios directivos universitarios destacaron que el efecto en los estudiantes no necesariamente será drástico, pues el Departamento de Educación federal toma en cuenta otras variables al momento de otorgar la beca. “A pesar de que se cambiaron esos requisitos, las características de las familias en Puerto Rico son diferentes (a las de Estados Unidos). Eso se toma en cuenta al momento de evaluar la fórmula de las becas Pell. Quizás la elegibilidad baja por esos requisitos, pero hay otras condiciones que se toman en cuenta, así que es muy difícil saber si se va a reducir la ayuda”, expresó el presidente de la USC. Se estima que más del 80% de los estudiantes de las universidades privadas en Puerto Rico recibe las becas Pell, mientras que el 60% de los alumnos de la Universidad de Puerto Rico (UPR) obtiene esa ayuda. Además del salario familiar, el Departamento de Educación federal considera factores como la composición del núcleo familiar del estudiante, si es elegible para otras ayudas como pagos del Seguro Social, si hay veteranos en la familia y la cantidad de estudiantes universitarios, entre otros. El presidente de la UPR, Miguel Muñoz, no estuvo disponible para una entrevista sobre este tema. impacto directo En primer lugar, los estudiantes que se afectarán de manera inmediata con las nuevas regulaciones son aquellos que llevan más de seis años estudiando su bachillerato. Fernós indicó que en la Interamericana son alrededor de 700 estudiantes, mientras que el decano de asuntos estudiantiles de la USC, Pedro Fraile, estimó que son 120 los jóvenes que cursan su sexto año de bachillerato o más. “Ya hemos identificado unos fondos adicionales para nuestras becas institucionales para atender a esos estudiantes y ayudarles”, comentó el presidente de la Interamericana. La vicepresidenta de asistencia económica del Sistema Universitario Ana G. Méndez (SUAGM), Cynthia Rivera, indicó que cerca del 84% de sus estudiantes recibe asistencia del gobierno federal, por lo que ya han iniciado una evaluación para identificar a los alumnos que se podrían perjudicar con los cambios. “Hay otras ayudas, tenemos acceso a $5 millones en ayudas para los estudiantes, ayudas institucionales, y estamos en el proceso de hacer ese análisis”, señaló Rivera. Rivera expresó que en las tres instituciones del SUAGM -la Universidad del Turabo, la Universidad del Este y la Universidad Metropolitana- se realiza un análisis de sus programas académicos que toman entre seis y ocho años en completar para determinar si es posible reducir su extensión. “Estamos evaluando nuestra plantilla académica, nosotros analizamos los créditos que requiere cada programa para determinar cómo podemos ser más eficientes mientras ayudamos a nuestros estudiantes a terminar en el término que dispone la beca Pell ahora”, sostuvo Rivera. La mayoría de estos programas extensos son los que combinan varios grados universitarios, como las fusiones entre bachilleratos y maestrías. En el ámbito local se reconoce el importante rol que jugó la creación de ayudas económicas para estudiantes universitarios en abrir la puerta de la educación secundaria. Por esto, tanto Fernós como Rivera señalaron que es de suma importancia abogar por la permanencia de las becas Pell en la Isla y que las universidades tomen medidas para garantizar el acceso de los jóvenes a una educación de calidad. “Estos programas permitieron que se duplicara, se triplicara y hasta se cuadriplicara el acceso a la educación superior. El problema que tenemos es en cómo se usa esa ayuda, en el apoyo que damos a los estudiantes para que, con esa ayuda, tengan responsabilidad académica, y en cómo se crean las políticas de admisión y las estrategias adecuadas para garantizar que se usen bien”, dijo el presidente de la USC.

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