jueves, 27 de octubre de 2011

Guerra contra pandillas en el Caribe


BASSETERRE, St. Kitts – Cuando Dudley Williams era comandante policial a mediados de la década de 1980, ser policía en St. Kitts y Nevis era algo tranquilo. El delito violento era infrecuente en las pacíficas islas del Caribe Oriental.

Soldados jamaiquinos patrullan por un sector de Kingston, Jamaica, azotado por la guerra por el control del narcotráfico. La creciente lucha armamentista entre diversas organizaciones caribeñas ha hecho de muchas islas del Caribe un campo de batalla. (AP)

“Si un par de tipos se enfrascaban en una disputa acalorada en un bar, las cosas se dirimían con los puños, un palo, o un cuchillo en el peor de los casos”, dijo Williams, que ahora tiene 79 años. “Oíamos de un tiroteo una vez cada cinco años”.

Sin embargo, los tiempos han cambiado aquí y en muchas islas del Caribe, donde una creciente carrera de armas entre pandillas de criminales ha tornado barrios pacíficos en zonas de guerra.
St. Kitts y Nevis, una federación de dos islas con casi 50,000 habitantes, ha tenido 31 asesinatos en lo que va del año, lo que hace del 2011 el más sangriento en su historia. La Policía atribuye la violencia a pandillas con nombres como ‘Killer Mafia Soldiers’ y ‘Tek Life’.
Usualmente lejos de la mirada de los turistas en sus playas, los tiroteos entre pandilleros se han vuelto algo común en el Caribe, de acuerdo con un nuevo informe global de homicidios efectuado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito.

Ciudadanos alarmados están presionando a los políticos en toda la región para que lidien con el problema. En Trinidad y Tobago, frente a la costa de Venezuela y en una importante ruta de narcotráfico, el gobierno declaró estado de emergencia, imponiendo toques de queda por la noche y dando a la Policía y soldados poderes especiales para efectuar allanamientos y confiscaciones.
Poca de esa violencia ha afectado hasta ahora a los turistas en el Caribe, donde millones de extranjeros vacacionan todos los años. Muchos se confinan en complejos turísticos con todo incluido y los que no lo hacen raramente se aventuran a los barrios pobres donde florece la violencia.

Aún así, existen casos aislados: un sargento estadounidense de vacaciones fue asesinado en un intento de robo en Trinidad el año pasado. Una pareja galesa fue muerta en Antigua en el 2008 en el último día de su luna de miel. En St. Kitts bandidos asaltaron un pequeño autobús con turistas el año pasado, lo que hizo que dos líneas de crucero suspendiesen brevemente sus escalas allí. Dos británicas fueron violadas en una playa remota en Santa Lucía este año.
Los narcotraficantes han contribuido al aumento del delito al introducir armas de fuego y drogas con valor superior al de la economía legal en el Caribe.

Aunque las islas siguen siendo conductos casi perfectos para los embarques de drogas, con sus numerosos cayos e islotes no custodiados y costas apenas vigiladas, la oficina de la ONU para el delito dice que las confiscaciones de drogas en la región disminuyeron 71% entre 1997 y 2009, a medida que más contrabando pasó a rutas en Centroamérica.

De acuerdo con la agencia, el incremento de la violencia letal en el Caribe puede ser atribuido en parte a una feroz competencia entre pandillas por el control de territorio en un mercado disminuido de contrabando de narcóticos.

“Hasta hace relativamente poco, teníamos cierta inocencia en torno a nosotros mismos en el Caribe, pero eso se ha perdido. Esta cosa (las drogas) es una Caja de Pandora y no estoy seguro de que podamos volverla a cerrar”, dijo Marcus Day, director del Instituto de Investigación de Drogas y Alcohol del Caribe en Santa Lucía.

Las comparaciones con otras partes del mundo pueden arrojar un marcado contraste. Jamaica, una isla de unos tres millones de habitantes que durante años ha sido duramente azotada por pandillas de drogas y extorsión, sufrió 1,428 asesinatos en el 2010. Chicago, una ciudad de casi tres millones de habitantes, reportó 435 homicidios el año pasado.

Estadísticas de la oficina de la ONU contra el delito muestran que las tasas de homicidio han crecido casi al doble en varios países caribeños desde 1995. En St. Kitts y Nevis, los asesinatos se han multiplicado por seis desde el 2002, cuando solamente hubo cinco.

Ivelaw Griffith, un experto en seguridad en el Caribe en la Universidad de la ciudad de Nueva York, dijo que las agencias del orden en las islas, con una desventaja en armamento ante las pandillas, tienen una capacidad limitada para lidiar con el problema por sí solas.
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