lunes, 12 de septiembre de 2011

Heridas reabiertas durante ceremonia


Bárbara J. Figueroa Rosa / Enviada Especial

Nueva York. Las emociones se hicieron evidentes durante la ceremonia del décimo aniversario del atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001, un íntimo evento en el que los recuerdos y el amor fueron protagonistas en una historia de dolor que trastocó a miles de familias -incluyendo puertorriqueños- que perdieron a algún ser querido aquel fatídico martes.

Primera Hora estuvo presente en la actividad que comenzó con un mensaje del alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, quien expresó que será prohibido olvidar lo sucedido durante el ataque.

“Hemos compartido palabras y silencios desde entonces”, afirmó. Luego, justo a las 8:46 a.m., convocó a realizar el primer minuto de silencio para recordar a los casi 3,000 fallecidos. Éste fue el primero de seis momentos de silencio durante la recordación: uno por cada impacto a las Torres Gemelas, otros por el ataque al Pentágono, uno por el choque en Pensilvania y otros dos por el momento en que las torres se derrumbaron.

Posteriormente, el presidente Barack Obama, y su antecesor, George Bush, expresaron sendos mensajes reflexivos y distanciados del marco político.

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Obama citó el salmo 46 de la Biblia durante su participación, y en un tono apenado destacó que “Dios es nuestro refugio y fortaleza... nuestro auxilio en la tribulación”.

Por su parte, Bush, quien fue aplaudido por los presentes, optó por leer una carta que data de 1864 y que escribió Abraham Lincoln para consolar a una madre abatida porque sus hijos participaban de la guerra civil. Parte de la misiva decía que los militares en batalla estarían en “el altar de la libertad”.

Justo en el momento en el que se leían los nombres de las personas que murieron, ambos funcionarios se retiraron del escenario.

Sin embargo, a partir de ese instante, se vivió el momento más emotivo para los asistentes, quienes se emocionaron al escuchar el nombre de sus seres queridos.

Entre ellos se encontraba la puertorriqueña Wanda Ortiz, cuyo esposo, Emilio “Pete” Ortiz, murió en el ataque.



“Es un momento bien difícil para nosotros”, dijo la mujer, que buscaba consuelo abrazando a sus hijas gemelas Emily y Amanda, quienes no pudieron disfrutar de la compañía de su papá, pues éste murió cuando las niñas tenían sólo cinco meses de nacidas.

Igual de apesadumbrado se mostraba Eslyn Hernández, también boricua, quien vivió y aún sufre una doble pesadilla, pues su hermano y su esposa, murieron aquella horrorífica mañana que cambió para siempre la historia de su vida y la del mundo entero.

El hermano de Eslyn se llamaba Norberto, y trabajaba como chef en el restaurante Windows of the World. Su esposa, Claribel, no trabajaba en las Torres Gemelas; incluso aquel día fue la primera vez que pisó los edificios. “Ella nunca había ido... pero ese día tenían una convención empresarial allí”, dijo Eslyn, quien asistió ayer junto con familiares para conmemorar la pérdida de su esposa y madre de dos hijos, que ahora tienen 21 y 15 años.

“Vine porque quería honrar su memoria... pero a la vez es triste porque la ausencia duele y es como abrir una herida nuevamente”, dijo.

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