lunes, 1 de agosto de 2011

Se adiestran en el tiro al blanco desde que son niños

por Leysa Caro González


Se ubican en la línea de tiro, insertan el peine, cargan el arma, asumen una posición de 45 grados y esperan por la orden para proseguir. ¡Pum, pum, pum!

La imagen puede resultar preocupante para algunos y hasta descabellada para otros; pero para los padres de estos niños que practican el tiro al blanco no se trata de educar a sus hijos en el manejo de un arma de fuego, sino de una disciplina deportiva como tantas otras.

Aseguran que no han iniciado a sus vástagos en el cuestionado deporte del tiro al blanco pensando en la alternativa de que en un futuro conozcan cómo manejar un arma y defenderse ante un ataque, sino en moldear desde ahora su carácter, pero que, en un futuro, cuando tengan mayoría de edad, éstos sabrán cómo defenderse, sin duda.

“Yo, de mi parte, lo veo competitivo. Si él a los 21 años decide que quiere tener un arma de fuego para defenderse, eso es decisión de él, pero hasta los 21 es mío... pero se la confiaría, a los 21 años, porque yo sé que la utilizará responsablemente”, indicó Julio Vélez, padre de Julio, de 15 años.

Estos progenitores reconocen que pueden ser objeto de críticas por parte de quienes no ven el tiro al blanco como un deporte, y menos, para un niño de apenas siete años. Saben que prácticamente el 90% de la ciudadanía no le daría un arma a un menor y ellos se la han confiado a los suyos.

La Ley de Armas (404) estipula que se le puede conceder un permiso de tiro al blanco a un menor, de siete años en adelante, siempre que medie la autorización del padre o tutor, quien es señalado además en el estatuto como el responsable de cualquier daño que cause el menor mientras utilice el arma.

Sólo podrá hacer uso del arma en presencia de su padre y en un polígono. “Todo el daño que cause el menor en el evento es responsabilidad del padre. Ellos no pueden tener armas a su nombre, no pueden comprar balas, no pueden hacer nada sin sus papás”, reafirmó Vélez, quien también practica el deporte hace años.

“Este deporte es el más seguro y más disciplinado que hay. Nunca se ha visto una noticia de que en un campo de tiro se ha formado una pelea o se fueron a las manos. En el baloncesto, en la pelota, en cualquier otro deporte se van a los puños”, argumentó Luis Vázquez, padre de Luis y Miguel, de ocho y 11 años, respectivamente.


Fue el más pequeño, Luis, quien le solicitó a su papá que le sacara un permiso para practicar el deporte. El niño ya lo había intentado en la pelota y el baloncesto, pero no había dado “pie con bola”, como dicen por ahí. “Me había cansado del baloncesto porque siempre era cantazos que recibía, y le pedí a papi empezar a tirar”, dijo el extrovertido niño, que se inició en la disciplina con rifles de aire igual que su hermano mayor.

Sobre la pelota, comentó que “me ponen a batear y jamás le doy”. Dijo que le gusta tirar y que desea practicar el deporte por mucho tiempo. Dentro de la inocencia típica de su edad, no descarta poseer un arma cuando tenga la mayoría de edad pero, por ahora, su deseo es ingresar a la escuela del Albergue Olímpico.

“A mí sí, para home defense, defender mi casa si se mete algún pillo y para portar en la calle cuando esté en una carretera solitaria”, mencionó cuando se le preguntó sobre si manejaría un arma cuando tuviera la mayoría de edad.

Bryan Zambrana, de 12 años, también es un aficionado, pero su pasión, confesó, es el deporte del tenis, el cual también practica. Las armas de fuego “no son malas, dependiendo del uso que le des y si sigues las reglas”, indicó tras practicar junto a sus compañeros en RL Shooting Club, en Caguas.

Son 12 los niños que conforman el club que se ha desarrollado entre los mismos padres que acuden al polígono a practicar regularmente el deporte. A los niños les dicen los shootersitos y entre sus logros está salir victoriosos de varios torneos que se celebran en polígonos a través de la Isla.

No hay duda de que los niños usan todos los equipos de seguridad, siguen las reglas y sus padres practican junto a ellos y velan por que se respete cada una de las normas. “Esos nenes no le apuntan a nadie, sino hacia el piso. Es una cosa que está tan regulada y tan regulada”, sostuvo Vélez.

Según lo que estipula la ley, los niños pueden disparar sólo armas calibre 22, que resultan más fáciles de manejar para ellos debido a su peso y estatura. “El 95% de los niños practica con calibre 22”, dijo el padre de Julio.

Aunque es un deporte que, sin duda, puede llamar la curiosidad de los niños, Vélez señaló que sus respectivos hijos saben que para contar con el privilegio de continuar practicándolo tienen que tener buenas notas y mantener una conducta adecuada dentro y fuera del campo de tiro.

“Éstos son nenes que están en el cuadro de honor de las escuelas de ellos porque esto les crea disciplina, porque lo ven como un deporte, no como una cosa mala, que a la vez les enseña a defenderse”, puntualizó Vélez.

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