lunes, 8 de agosto de 2011

Desenfrenada adicción

Por Roberto Mercado,


“Mami necesito un jueguito de ‘play station’ porque los que tengo ya los pasé todos y me aburro”. Esa supuesta necesidad expresada en la cita de este niño, quien tiene más de dos decenas de juegos electrónicos, es síntoma de lo que puede considerarse una adicción a los videojuegos.

En Puerto Rico, no es raro encontrar a niños y adultos pegados a equipos portátiles para jugar mientras se encuentran fuera del hogar. Tampoco es raro que los padres acudan a estos juegos como métodos de distracción para sus niños. Y es que, según expertos en sicología, hay una tendencia preocupante al uso excesivo de videojuegos en nuestra Isla.

Los sicólogos consultados apuntan a un impacto directo en las familias, pues el abuso de estos juegos promueve la falta de comunicación en el hogar y en muchos casos se convierte en un trastorno. No cabe duda que los videojuegos son son divertidos, pero la diversión puede pasar a irritación cuando sus usuarios muestran comportamientos obsesivos.

El sicólogo Jerry Mercado cuenta que tuvo un paciente menor de edad que no respondía por su nombre, sino por Luigi del juego de Super Mario Bros. “El nene estaba tan envuelto en los videojuegos que él mismo decía que se llamaba Luigi y la madre traía esta preocupación porque si el niño no tenía el videojuego se irritaba de una manera descontrolada. Yo le recomendé a la madre que le bajara el tiempo de juego ya que por eso el niño ha bajado tanto las notas y además afecta la relación familiar. Sobre todas las cosas envolver al niño en actividades sociales sin el aparato”, indicó Mercado, quien confirmó que la madre abandonó las terapias.

Por su parte, la sicóloga escolar Cynthia Rivera Díaz sostiene que hay un efecto negativo de videojuegos a corto y largo plazo. “El juego es una base de aprendizaje, al tener tanta presencia de violencia, muchas veces material sexista y racista, obviamente los niños van a modelar ese comportamiento porque es a lo que están expuestos y lo que adquieren inconscientemente, principalmente si son niños pequeños que todavía no han desarrollado esa diferencia de lo que es bueno o malo”, indicó la especialista.

Rivera sostuvo que los videojuegos pueden afectar al niño socialmente y en muchos casos se pueden convertir en retraídos. También hay un impacto en el desarrollo del lenguaje, más común en los niños que siempre juegan solos. “No están interactuando con otras personas, esto afecta su lenguaje, incluso puede afectar en el nivel físico y aumentar de peso”, sentenció.

Los desarrolladores de videojuegos advierten a los usuarios sobre problemas provocados por su uso excesivo, como el aumento en el nivel del ritmo cardiaco, ansiedad y vértigo.

La adicción a los videojuegos no es un problema exclusivo de los niños, también hay adultos que caen en este comportamiento. Omar Sánchez quien está casado y tiene dos hijas, acepta que es adicto a este tipo de entretenimiento. “Me pongo de mal humor si no juego. Me considero adicto a un videojuego en particular, War of Worldcraft. Lo que estoy buscando es la manera de sacar tiempo para jugar y si el día se me extiende me pongo mal”, indicó Sánchez quien confesó haber estado 16 horas corridas jugando.

La consejera familiar Norma Pantojas confirma que en su experiencia los padres también sufren de adicción a los videojuegos. “Los padres han permitido que sus hijos estén con los juegos porque ellos también están adictos al juego. Eso lo que está haciendo es separar. Los padres deben interesarse en la vida de sus hijos y en la vida de ellos porque cada quien se está internando en el mundo del no hablar. Los padres tienen que darles a sus hijos otro ambiente de diversión”, sentenció la experta.

Otro aspecto a considerarse es que los videojuegos pueden causar frustración. “Al niño no pasar algún nivel y otros amiguitos sí, esto podría causar gran frustración, así que los videojuegos inciden en la auto estima”, enfatizó la sicóloga Rivera.

Toma el Control

Para evitar caer en una adicción, es importante que los padres tomen el control mediante el establecimiento de límites del uso y el tiempo. Los padres deben orientarse y sentarse con sus hijos, no permitir que el uso de esta tecnología interfiera en el horario de clases y estudios o compartir en familia. No se debe permitir el uso de consolas o plataformas portátiles a la hora de comer o charlas en el hogar, ya que interfirieren en la relación familiar.

Yeileen Domenech es madre de un niño de nueve años y ha visto a su hijo estar hasta cuatro horas jugando juegos de video. “Yo he tenido que apagarle la consola para que corra bicicleta y se distraiga en otras cosas, yo me he dado cuenta que luego de jugar él juega como si fuera el personaje con los primos o solo, dando patadas y brincos”, dijo la madre que a su vez indicó que su hijo se ha interesado en el deporte del golf, luego de usar este videojuego en el Wii.
Por su parte, Miguel Ortiz, cuyo niño tiene cinco años, asegura estar pendiente a lo que su hijo juega y en un tiempo prudente. “Yo busco la manera que mi hijo juegue pero no en exceso, es cuestión de controlarlo. No tengo problemas con que los niños jueguen cualquier juego de video”, sostuvo.

Danisha Rivera cuenta que su hijo mayor de 13 años prefiere los juegos de estrategia (Guerra). “No lo monitoreo mucho porque realmente no sé bregar con la consola, pero cuando él está jugando, me paro al lado de él y le pregunto; pero, su papá es el que mira en la consola si ha bajado por internet cosas diferentes”. Sostiene que aunque su hijo opta por juegos violentos, es muy sensible y sentimental.

La penetración de estos juegos es tan generalizada que Ivis Abella, una maestra de cuarto grado, reveló que todos sus estudiantes tienen dispositivos electrónicos para jugar. “Yo he tenido que comprarme un Nintendo DS para jugar con ellos y dividir el tiempo de recreo, para que se diviertan con estos equipos electrónicos y luego se recrean con ejercicios afuera, pero me tienen que sacar buenas notas”, manifestó.
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