jueves, 21 de julio de 2011

Séptima masacre de 2011

Maribel Hernández Pérez y Michelle Estrada / Primera Hora
Blindados con un rifle AK-47 y pistolas de calibre .357 y .40, sicarios que andaba de cacería por la carretera 199, en Cupey, acribillaron a tiros a tres hombres jóvenes a quienes acecharon y persiguieron motivados por la lucha entre rivales por el narcotráfico en la zona.







Esta sangrienta escena se convirtió en la séptima masacre que se reporta en lo que va de año en la Isla, la tercera ocurrida en la región policiaca de San Juan, la más violenta de las 13 áreas.

Eran las 12:43 a.m. cuando la avenida Las Cumbres se convirtió en una zona de guerra, luego que dos vehículos compactos en los que viajaban los gatilleros se les aparearon a ambos lados a los conductores de un auto Honda Civic y una guagua Nissan Pathfinder, ambos color plata, que acababan de salir del residencial Nuestra Señora de Covadonga, en Trujillo Alto, y se detuvieron en el semáforo localizado en la intersección del centro comercial Los Paseos y la entrada hacia la autopista Luis A. Ferré, en dirección hacia Río Piedras y abrieran fuego.

El auto Honda Civic, donde viajaba Kevin E. Soto Román, de 22 años, vecino de la urbanización Altamesa, en Puerto Nuevo, acompañado por Juan A. Rosario Mercado, de 21 años, residente del referido residencial, se detuvo frente a la urbanización Borinquen Gardens, de Cupey, donde quedaron acribillados a tiros tras la intensa balacera.

Un semáforo más adelante, debajo del puente de la autopista Luis A. Ferré, se encontró la segunda escena de la masacre en el interior de una guagua Nissan Pathfinder, conducida por Santos Joel Díaz Camacho, de 25 años, quien tenía entre las piernas una pistola marca Glock, calibre .40, cargada con 22 balas, la cual no alcanzó ni a tocar para hacerles frente a sus verdugos. En el auto se recuperó otro peine cargado. Éste era vecino de la calle 22, en la urbanización Villas del Caney, en Trujillo Alto.

En la extensa escena, los investigadores del Instituto de Ciencias Forenses (ICF) levantaron unos 120 casquillos de calibre 357, .40 y de rifle AK-47.

Primera Hora supo que información de las Divisiones de Inteligencia de la Uniformada apuntan a que la balacera iba dirigida hacia Díaz Camacho, quien estaba al frente de las ventas de sustancias controladas en un sector del residencial Covadonga en sociedad con una organización del residencial Jardines del Paraíso, en Cupey, la cual estaba molesta porque no estaba siguiendo sus reglas para operar el negocio ilícito.

De acuerdo con la información preliminar divulgada por las autoridades, Soto Román tenía expediente criminal por violencia doméstica, mientras que el conductor de la guagua, Díaz Camacho, tenía récord por los delitos de violación a la Ley de Armas y vehículos hurtados.

El más joven no tenía antecedentes penales y su padre, Juan A. Rosario García, quien llegó a la escena lloroso, declaró que su hijo comenzó a relacionarse con amistades que no eran de su agrado.

“Mi hijo últimamente tenía una juntilla que a mí no me gustaba. Y yo se lo decía”, sostuvo al aclarar que Juan Antonio, quien vivía en el residencial con su madre, era un desertor escolar y tampoco trabajaba.

Al lugar también llegaron desconsoladas Nelisa Molina y Milcha Correa, hermana y esposa de Díaz Camacho, respectivamente, quienes manifestaron que él no tenía problemas con nadie y que posiblemente fue confundido.

En la intersección de los caminos Morcelo y Sánchez Guzmán, de Caimito, los investigadores ocuparon un auto marca Honda Accord, color negro, reportado hurtado el 5 de mayo de la calle Sorbona, en la urbanización University Gardens.

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