miércoles, 20 de julio de 2011

Reinvención para los libreros locales

Por Carlos Antonio Otero,

A su llegada a Puerto Rico, la cadena de librería Borders transformó el mercado local de libros y acercó a su anaqueles a un público amplio, que no necesariamente estaba acostumbrado a visitar estos establecimientos, hojear revistas y tomarse un café, antes de completar su compras.

Ahora, tras el anuncio de su cierre al no poder enfrentar graves situaciones económicas, de inmediato surgen interrogantes sobre la ventana de posibilidades para que empresarios locales impulsen sus negocios o desarrollen otros similares. Lo que está planteado es si el modelo de ofrecimientos que trajo Borders y que podría quedar desprovisto ante la desaparición de su sucursal en el centro comercial Plaza Las Américas, será replicado.

Borders, en opinión de varios libreros, significó el cierre de librerías en la Isla, que no pudieron competir con un gigante que contaba con un inventario enorme, amplia variedad de títulos, música, aperitivos y la posibilidad de intercambiar ideas y conversaciones, y participar de otras actividades bajo un mismo techo.


Alfredo Sepúlveda, propietario de la librería Cronopios, ha reenfocado su negocio y hace cuatro meses lo reabrió en el número 314 de la avenida De Diego, en Santurce, cerca del Museo de Arte de Puerto Rico.EL VOCERO / Luis A. López

“Obviamente hay un crédito que hay que darle a Borders y es que abrió un campo que aquí era muy selecto en Puerto Rico. Hizo que la gente se interesara por visitar la librería, sobre todo a un público joven”, comentó Alfredo Sepúlveda, propietario de la librería Cronopios, que hace cuatro meses abrió en el número 314 de la avenida De Diego, en Santurce, cerca del Museo de Arte de Puerto Rico.

Cronopios, anteriormente conocida como The Book Store, es una librería con 40 años de tradición, que tras las dificultades económicas en el casco del Viejo San Juan, tuvo que emigrar a Santurce, a un área de crecimiento potencial, en medio de restaurantes, oficinas del gobierno, museos y un público cautivo que recorre la avenida. La tienda se ha destacado por su inventario de libros en español, al igual que la librería La Tertulia, en Río Piedras, ampliamente visitada por universitarios, profesores e intelectuales.

Sepúlveda dijo que el empresario local tiene que reinventarse para poder mantenerse, y eso fue lo que mantuvo a Cronopios en operaciones a pesar del gigante llamado Borders, que tras su llegada a la Isla provoco una reducción significativa en venta para todos los libreros locales.
Ahora Cronopios cuenta con inventario más controlado de libros y música, pero añadió áreas de comida, estableció pequeñas salas como espacios de lectura y conversación, ofrece conexión a Internet, Cyber Café, y pronto espera poder vender cervezas y vino. “Este cambio es parte de la reinvención y conseguimos las ayuda de financiamiento del Banco de Desarrollo Económico porque la tradición de esta librería no podía terminar”, destacó el empresario, quien aspira a convocar a todos los sectores sociales y demográficos para que visiten la tienda.

Por el lado de los distribuidores, Sepúlveda explicó que el vacío que deja Borders llevará a las empresas a establecer nuevas y mejores relaciones con los libreros. Dijo que era “muy difícil” porque la producción local de libros la ofrecían primero a Borders –a veces casi en su totalidad–, y luego hacían accesibles a los empresarios locales los libros que le sobraban a esa cadena de tiendas.

Mientras tanto, el secretario del Trabajo, Miguel Romero, se reunió ayer en la mañana con el gerente local de Borders, José Quevedo, para coordinar la asistencia que ofrece el gobierno a los futuros desempleados. Según Romero, de los 150 trabajadores en Borders, unos 40 tenían jornadas a tiempo completo. Este viernes, cuando se supone comience el plan de liquidación de inventario, la Unidad de Empleados Desplazados irá a la tienda a ofrecer las primeras orientaciones sobre desempleo, adiestramientos y otros servicios.
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