jueves, 28 de julio de 2011

En juego nuestra intimidad

Por Raúl Camilo Torres,

Olvidar llevarse la compra después de hecha o recoger el cambio por el pago, son solo pequeñas situaciones cotidianas que demuestran cuán despistados podemos estar en nuestro agitado diario vivir. Pero existen unos olvidos u omisiones inadvertidas que pueden revelar secretos muy preciados y que quedan al descubierto cuando llevamos objetos personales ya sea para limpieza o reparación.
“Aquí han venido personas quejándose de que su celular no le prende. Pues uno lo chequea; le verifica los conectores de la batería y si ésta está corroída… cuando finalmente prendemos el aparato, ¡muchacho! Han salido unas cosas que ni te imaginas”, comentó un técnico de servicio al cliente de una compañía de teléfonos celulares.
“Una vez recibimos una unidad que no prendía y cuando sacamos la tapita que cubre la batería había un cigarrillo de marihuana bien aplasta’o en la parte de atrás. Se lo devolvimos con la excusa que no se podía trabajar en nuestro taller, pero de eso siempre se hace un informe que pasa a nuestra unidad de seguridad”, detalló el joven técnico que prefirió el anonimato.
Para el equipo de reparaciones del lugar es muy común hallar fotos y vídeos comprometedores en los aparatos que diariamente trabajan. “Se han visto par de cosas… entonces uno vuelve a verle la cara al cliente y no sabe dónde meter la de uno, por el bochorno ajeno. Mujeres que en su estilo de vida uno las ve bien decentes y finas… y cuando han prendido sus unidades, están bien al garete. Se sacan fotos y vídeos bien atrevidas. Igual pasa con algunos varones que se sacan fotos desnudos o sosteniendo relaciones sexuales y se graban”, dijo el interlocutor con una sonrisa de complicidad.
El entrevistado aseguró que en caso de hallarse alguna evidencia criminal –como pornografía infantil u otro delito- se hace una investigación exhaustiva con las autoridades federales sin el conocimiento del propietario del teléfono móvil.
En una ocasión vino un chamaco con el afán de entregarle su celular a una compañera en específico. Insistía e insistía hasta que levantó sospechas y el gerente del lugar al preguntarle del por qué su teléfono tenía que ser observado por la muchacha únicamente el tipo se puso nervioso. Bueno, el punto es que cuando se verificó que era lo que tenía… pues obviamente una foto de su miembro erecto. A ése por poco lo meten preso. Ése no vuelve más al taller”, concluyó.
De igual forma sucede con las computadoras. Personas que necesitan reparar su sistema y no se preocupan en proteger sus documentos confidenciales. “No es que uno quiera ver o indagar en la intimidad del propietario del aparato, es que a veces se les olvidan cositas en el programa que se quedan grabadas y si no se percatan de ello… pues, están ahí y salen”, declaró por su parte Jorge Cepero Rojas, técnico en reparaciones de computadoras personales y quien trabaja de forma independiente para compañías privadas.
El técnico recordó una ocasión en que se topó con fotos de personas vestidas con ropa del sexo opuesto.
“Estando trabajando para una compañía, me encuentro que un alto ejecutivo tenía que entregar su equipo a la empresa para ser sustituido por otro nuevo. Bueno, este varón nos aseguró que había sacado del sistema todos sus archivos y durante la revisión que le hicimos… encontramos un montón de fotos (del hombre vestido de mujer)”, dijo Cepero Rojas entre risas.
En los asuntos antes descritos, las personas involucradas no son informadas de su desliz. Así se mantiene a un cliente feliz en su ignorancia de haberse creído que nadie sabe su ‘gran secreto’; ahora a voces.

El ‘laundry’
En otros aspectos de limpieza se encuentran las lavanderías. Personas especializadas a quienes se les encomienda lavar, tratar y planchar nuestras prendas de vestir. Ésas mismas que se enterarán de los más íntimos momentos… si hay un descuido.
“A las personas lo más que se les olvida son los chavos y las prendas. No solo eso, se les olvidan los recibos, cheques en blanco, trámites de pagos y otras cositas”, manifestó por su parte Awilda Pagán, encargada de un ‘laundry’ en Guaynabo.
Según Pagán lo más que le ha sorprendido en sus más de veinte años en la industria de lavar ropa es hallar sustancias controladas en prendas de vestir de personas que “ni parecen que están metías en eso”, puntualizó.
“Aquí vino un señor que ocupa un puestazo en una compañía bien famosa, que no te voy a decir y que se le encontró además de un sobrecito de marihuana otro con ése polvito blanco que vuelve loca a la gente, en el bolsillito chiquito del mahón que trajo emboruja’o con otro montón de ropa y yo me quedé muerta y espatarrá. No lo podía creer. Cuando aquí se encuentra algo similar se bota… pero entonces cuando viene el cliente, a la verdad que es bien fuerte porque, no sé… como que uno se abochorna. Claro que no le decimos nada, pero ya sabemos de la pata que cojea”, manifestó Pagán con una leve sonrisa.
“Eso pasa mucho con los muchachos. Ahora, te cuento que a la verdad que existe mucha gente carifresca. Aquí han venido clientes –varones- que hasta nos ruegan porque le saquemos manchas de ‘lipstick’ de las camisas; manchas de maquillaje y el perfume de mujer… con la que estaban chillando por ahí supongo. Al final cuando se les entrega la camisa, hasta nos bendicen por salvarles el cuello. ¿Ves? Que al final todo se sabe”, comentó jocosamente la mujer.
Según Pagán, es común hallar artefactos comprometedores en las piezas a lavar. “Desde fotos en poses bastantes fuertes, ropa interior de mujer en ropas de hombre, paquetes de condones etc. Y eso que uno los hace un santito (a) y siguen viniendo porque ni cuenta se dan de lo que hemos encontrado. Ellos se guillan y nosotros los tenemos manga’os”, finalizó Pagán.
Ya en los asuntos hogareños, es obvio que quien se encargue de hacer las labores de limpieza conocerá de primera mano las intimidades de su empleador. De la intimidad y extrema confianza queda el gran secreto guardado.
Durante el transcurso de estas entrevistas, surge destacar que muchas de las investigaciones forenses o de índole criminal se basan en los desperdicios dejados por las personas de interés en la pesquisa. “La basura habla”, dice una máxima policiaca sobre todas las cosas que se desechan y describen como un libro cualquier estilo de vida.

Los baúles de los autos

Uno de los asuntos más privados del ser humano es lo relacionado a la higiene. Nadie conoce mejor sus regueros que aquel quien los hace y algunos hasta se sienten organizados por mantenerlos intactos. Pero, ¿qué ocurre cuando se le encomienda a una segunda persona hacerse cargo de los bártulos?
“Los baúles de los carros son un mundo”, opinó la gerente de un establecimiento de lavado de autos en Carolina. “Para mí, entiendo que es como una segunda casa. Allí la gente guarda cosas que te sorprenderían. Cajas, ropa limpia y sucia, zapatos… eso se ve mucho en las mujeres; neveritas con agua vieja… mil cosas. Entonces tú los ves bien estira’os, bien chic y dentro del carro lo que tienen es un cucarachero de madre”, detalló la mujer, quien no quiso ser identificada para evitar perder clientela.
“Ha venido gente que aparentan una vida social bien diferente a lo que uno encuentra en su carro. Desde ropa interior que no es de su esposa y viceversa también. Fotos, sobrecitos de drogas, armas, prendas y dinero. Aquí vino un tipo que dejó una paca de chavos… bien gorda y para su sorpresa se la devolvimos, así mismo pasa con prendas caras que se quedan pillada entre los asientos y sus dueños ponen unas caras de incredulidad al devolvérselas”, destacó la gerente.
Algunos empleados de otro local en Hato Rey comenzaron a reírse como si les hubieran hecho cosquillas cuando EL VOCERO preguntó sobre las cosas que han encontrado dentro de los carros que a diario limpian.
“De tó’”, estalló uno de los jóvenes. “Uno viene y no por presenta’o entra al carro para pasarle ‘vacum’ y desde panties, vibradores, condones nuevos y usados, latas de cerveza, periódicos viejos, pistolas, chavos regao’s, prendas, botellas de bebé viejas con hongo adentro, bolsas de comida, hasta ‘pampers’ sucios he visto”, expresó con la mano en alto, agitándola como si faltara más por decir.
“Si uno se encuentra algo fuera de lugar; ya sea una bolsita de algo –droga- pues uno la deja donde estaba y ni comenta. Igual pasa con las pistolas. Uno ni las toca. Pero cuanto chavito, peseta y vellón que me encuentre mal para’o… eso es pal que limpia”, puntualizó un segundo empleado presente.
“La gente no sabe las cosas que uno sabe de ellos por lo que se encuentra uno en sus carros. Lo único que uno tiene que hacer es limpiar el baúl de una guagua, de ésas que las mujeres usan para llevar a los nenes a la escuela, que son bien grandes y se va a encontrar un mundo de locura. Ahí vas a ver doscientos mil juguetes regaos, bultos de ropita de bebé, zapatos… coño, que muchos zapatos uno se encuentra en los carros de las mujeres ¿porqué?”, se preguntaba el empleado.
El grupo de muchachos; quienes disfrutaron narrar sus anécdotas, recordó que el carro hay que mantenerlo limpio y en condiciones “porque así te evitas que la gente diga que eres un puerco” y porque en caso que se necesite utilizar la goma de repuesta, no tienes que sacar todas las cosas del baúl y pasar doble trabajo. Otro consejo abunda sobre el gasto innecesario de gasolina que conlleva tener el baúl repleto de artículos no necesarios.

Las Piscinas

Un lugar de común uso y más en esta época del año, son las piscinas. Privadas o públicas, las albercas encierran además de un caldo aglutinante de fluidos corporales que todo quien las use comparte; grandes secretos de sus propietarios.
“Es como todo ‘homeboy’, si eres una persona limpia… pues tienes una piscina limpia. En verdad que hay que ver las cosas que uno se encuentra, principalmente en los jacuzzis privados”, comenzó a narrar Alfredo Cruz, especialista en mantenimiento de piscinas, jacuzzis y sistemas similares en hoteles y casas.
“Cuando uno tiene que ir a limpiar un jacuzzi de un hotel… principalmente cuando la noche anterior había un party en el lugar, uno se encuentra de tó. Chavos, prendas de vestir íntimas, prendas de oro, droga de todo tipo o sus sobrecitos, condones y hasta trajes de baño. Esto es entre enreda’os en el filtro o tira’os por todos lados”, comentó Cruz en su marcado acento niuyorican.
“En los hoteles la cosa es más discreta, pero cuando se chequean los filtros de arriba o la parrilla de succión abajo es que uno ve las de cosas. Pañales de bebés sucios, chavos en billetes y menudo, hasta animales muertos en los filtros. Uno como trabaja eso temprano antes de que abran el sitio, pues la gente no se da cuenta. Lo lindo es cuando me llaman para limpiar piscinas privadas. Ahí es que uno sabe la calidad del dueño de la casa”, añadió el empresario.
“Ha pasado que los papás se han ido de viaje y sus hijos hacen party en la casa. Al otro día vienen y me llaman pujilatea’os porque la máquina de succionar hace un ruido extraño… por ejemplo y cuando un busca bien cuál es el problema, es que aparecen todos esos chichones que te mencioné. Uno hace buche y mira pal la’o… pero… ya uno sabe”, expresó Cruz quien dijo que ahora no da abasto por todas las actividades veraniegas que involucran a las albercas y jacuzzis.
Estos son sólo algunos ejemplos que indiscretamente hacen vulnerable a cualquier persona sin que se dé por enterado. Más allá de olvidar montar toda la compra en el auto o esperar el cambio exacto al pagar, hay que recordar que existen olvidos que delatan para siempre la verdadera personalidad

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