martes, 26 de julio de 2011

Gladiolas se convirtió en polvo y escombros

por Istra Pacheco

Luego de fuertes múltiples estruendos que retumbaron en el pecho de los que fueron testigos presenciales, ayer cayeron las cuatro torres del complejo residencial público Las Gladiolas a las 10:08 de la mañana.

Unas pocas nubes altas y un sol radiante, en todo su esplendor, sirvieron de marco para la impresionante caída que tardó alrededor de 30 segundos desde la primera detonación.

El lugar construido en 1969 llegó a albergar a más de 676 familias para las que tenía capacidad.

Se requirió de un total de 3,000 libras de dinamita, que fueron incrustadas en 8,900 huecos abiertos con barrenos en las paredes intermedias y bajas de los edificios, para tumbarlos.

Fotos del día de la implosión de Las Gladiolas Fotos del momento de la caída de Las Gladiolas Más fotos del antes, durante y después de la implosión Más fotos de los residentes y sus mascotas Media hora antes del momento pactado sonó la primera alarma y como si se tratara de una pieza de teatro, sirvió a manera de una “primera llamada” para que los residentes de la comunidad, la prensa y las autoridades empezaran a asegurar sus puestos.

A las 9:45 de la mañana volvió a sonar la alarma y lo mismo ocurrió a las 9:56 y a las 9:59.

Pero la explosión tardó.

Ansiosos por que iniciara la función, muchos se preguntaban qué había pasado. Jefes de agencias que observaban desde la azotea del Registro Demográfico, a más de 500 pies de distancia de Las Gladiolas, consultaban sus relojes para confirmar que no se habían equivocado.

Algunos residentes del complejo residencial que temporeramente fueron realojados en otros lugares y que también tuvieron acceso a la azotea empezaron a llorar.

En una rueda de prensa posterior, el ingeniero Carlos Furnier, gerente de la empresa CCC Joint Venture -encargada de las labores de implosión-, dijo que un tramo del cable que conectaba hasta los explosivos había perdido su conectividad.


“Hubo un retraso como de cuatro minutos, fue un problema de continuidad. Aparentemente no estaba haciendo contacto”, declaró el ingeniero.

Furnier detalló que se dieron cuenta del problema con un instrumento que precisamente mide la corriente.

Para resolverlo, tuvieron que cortar el pedazo de cable que no funcionaba, desecharlo y pegar los nuevos extremos.

Cuando se superó ese pequeño fallo técnico, escasos minutos después volvió a sonar la alarma de manera continua y, de pronto, como un trueno enviado por un rabioso dios Zeus, se detonó el primer explosivo.

En cuestión de segundos, las paredes de los cuatro edificios se fueron desmoronando, provocando gritos desgarradores de dolor entre los vecinos que estaban en la azotea del Registro Demográfico.

Los que veían el derrumbe desde los edificios cercanos que no fueron desalojados dijeron que hasta allí se escucharon los gritos.

Una nube de polvo, tal y como se predijo, voló en dirección a la Milla de Oro, pero se dispersó lo suficientemente rápido como para ver esos monstruos de 19 pisos de alto hechos añicos, formando varias montañas sobre el suelo.

“Las cuatro torres se cayeron al piso exactamente como estaba planificado”, declaró el ingeniero Furnier.

En términos similares se expresaron el secretario de la Vivienda, Miguel Hernández Vivoni, y el superintendente de la Policía, Emilio Díaz Colón.

Para el evento se cerró el espacio aéreo por unos 30 minutos y se desalojaron a cerca de 950 personas en un radio de 500 pies alrededor de los imponentes edificios.

Las calles y edificios en un espacio de 1,000 pies a la redonda del residencial, también se trató de que estuvieran libres de personas y mascotas.

Cientos de curiosos se arremolinaron en el puente sobre el caño Martín Peña, que era donde único se les iba a permitir estar de manera oficial.

Pero, otras decenas de personas del lado norte y sur de Las Gladiolas, respectivamente, aprovecharon los techos de los condominios, de sus casas o negocios para ver el espectáculo en palco.

Los tanques soterrados de gasolina de un puesto de venta que queda justo frente al complejo no sufrieron mayores percances, informó Hernández Vivoni.

Camiones del Cuerpo de Bomberos y camiones cisternas se movilizaron para echar agua sobre los restos de la estructura para evitar mayores fugas de polvo. Luego lavaron las calles aledañas.

A las 12:50 de la tarde, la Junta de Calidad Ambiental certificó que el aire no tenía mayores partículas del polvo fugitivo, por lo que dio la orden para que los desalojados pudieran regresar a sus hogares y se reabrieran los negocios del área.

Desde el 2002, los residentes del lugar batallaron para tratar de impedir que los desalojaran.

En ese momento denunciaron un intento de erradicarlos de forma atropellada del lugar en el que habían levantado a sus familias.

Muchos de ellos se unieron y combatieron los intentos gubernamentales que se realizaron por sacarlos de sus casas.

Entonces, fueron a los tribunales y agotaron todos los recursos hasta llegar al Circuito de Apelaciones de Boston, pero no lograron su meta.

La implosión fue inevitable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario