viernes, 1 de julio de 2011

En “shock” los cayeyanos por arresto de José “Piculín” Ortiz

por Leysa Caro González

Consternación, asombro, incredulidad y hasta lágrimas fueron algunos de los sentimientos que invadieron ayer a los vecinos de Cayey ante el arresto de uno de sus hijos por las autoridades federales.

Algunos se enteraron de la noticia a través de los medios de comunicación y no lo creyeron. Otros lo supieron por vecinos y también se resistieron a aceptar lo que a todas luces ya era un hecho: el ex miembro de la Selección Nacional, José “Piculín” Ortiz había sido arrestado por un sembradío de marihuana en su hogar.

Y, ¿cómo pensar que algo así era posible? Si era un buen vecino, cooperador, humilde, buen hijo, y en sus años como baloncelista le dio gloria a Puerto Rico. Nunca dio señas de actos sospechosos ni de actividades irregulares que pudieran suponer acciones ilegales de su parte, según sus compueblanos y vecinos de Cayey.

Lee la acusación Fotos del ex balonceslista Piculín Ortiz Otros atletas con problemas con las drogas Arrestan a José 'Piculín' Ortiz por drogas Evidencia ocupada en la residencia de "Piculín" Ortiz Ni los vecinos del sector Las Parras, donde vivía hace casi dos años en una residencia alquilada, ni los que lo vieron crecer en la urbanización San Martín, también en Cayey, tuvieron algo malo que decir de Piculín. Al contrario, se desbordaron en elogios sobre él.

En la residencia de su madre, Elba Rijos, todo era hermetismo ayer. La mujer no quiso hablar de lo ocurrido con su vástago por recomendaciones de los abogados del deportista y de sus familiares. En otro momento, dijo, quizás se siente a hablar.

“Sólo con Dios, mi familia y los que nos han dado apoyo”, indicó la mujer desde el balcón de su hogar a preguntas de si deseaba hacer alguna expresión. “Quizás en otro momento los recibo y me siento a hablar con ustedes”, agregó en compañía de su hija, su yerno y otros familiares.

Sin embargo, vecinos de Rijos se desbordaron en elogios para su hijo, que actualmente ofrecía clínicas deportivas a los niños de Cayey. “Yo estaba en una cita médica y me quedé en shock. Su mamá debe estar destrozada. Él es un ser bien especial, bien apegado con su mamá. Siempre, siempre, siempre venía y saludaba. El ‘Picu’ no le negaba un saludo a nadie”, recordó Providencia Gutiérrez, vecina de Rijos de toda la vida.

Describió al ex candidato a la Legislatura por el Partido Popular Democrático (PPD) como “un buen muchacho, demasiado humilde, cariñoso, amigable con los vecinos, sociable”.

María Rivera tampoco tuvo nada malo que decir. Contó cómo cada vez que su nieto la iba a visitar y veía a Piculín, corría a saludarlo. “Nos sorprendió muchísimo, porque son una buena familia. Ahora mismo yo estaba lavando ese screen y digo: ‘Mira qué cosa, una gloria, una estrella de Puerto Rico, y pasarle una cosa así’”, detalló la señora.

Dijo que se enteró de la noticia a través de su esposo. “Yo ni la televisión había prendido y, cuando mi esposo llegó, me dijo: ‘Mira, prendiste la televisión, pasó esto y esto con Piculín’ , y yo dije: ‘ay, Dios mío, no me digas eso’”, expresó.

En el sector Las Parras, donde Piculín vivía hace unos dos años, los vecinos tampoco salían de su asombro.

intenso operativo
La vecina de la casa que queda justo al frente de la del ex baloncelista relató que fue poco después de las 5:00 de la tarde del miércoles que las autoridades federales llegaron a la residencia alquilada.

Llegaron 11 vehículos. “De la manera que vinieron, yo me asusté. Ellos tocaron a la puerta, le gritaron: ‘Es la Policía, orden de cateo’ y él abrió la puerta, salió, y rápido le dijeron: ‘Sube las manos’, y no lo vimos más”, relató la mujer, que prefirió mantenerse en el anonimato sobre el momento en que las autoridades incursionaron en el hogar.

Sobre el material que se ocupó en la residencia, comentó que no vieron cuando éste fue retirado, si es que así ocurrió. Tampoco vieron cuando sacaron a Piculín.

Ayer, la residencia permanecía clausurada y sólo se escuchaba ladrar al perro del baloncelista, que permanecía encerrado en el interior. Su auto, color negro modelo Lexus, permanecía estacionado en la parte lateral, justo al frente de la puerta que daba acceso al supuesto laboratorio que mantenía en la parte inferior de la casa.

También eran visibles los tiestos plásticos negros donde, aparentemente, estaban sembradas las matas de marihuana, y tierra. Las ventanas y la puerta estaban cubiertas con papel marrón o cartón, según se pudo divisar.

En la entrada había unos guantes azules que vecinos dijeron que fueron utilizados por los agentes que participaron en el operativo.

También se pudo observar que la residencia tenía vigilancia electrónica.

Nada sospechoso
A Josefina Malavé, la noticia, casi 24 horas después, la tenía consternada. Dijo que nunca vio nada que presagiara que algo estaba sucediendo en el interior de la residencia.

“Él era un buen vecino y siempre me preguntaba si estaba bien. Nunca yo vi nada sospechoso. Tenía sus amigos como cualquier otro, que venían de visita. Para mí, era el vecino perfecto”, expresó.

Dijo que, usualmente, Piculín acostumbraba a pasear a su perro varias veces al día y siempre le preguntaba cómo estaba. “Quejas de él, no tenemos ninguna. Lo que me da es una pena bien grande. Cuando la hija mía lo supo, lo que hizo fue echarse a llorar, porque para nosotros él era un hombre humilde, accesible”, sostuvo.

En un cafetín, justo a la entrada al sector, también se comentaba el lamentable suceso. “Me sorprendió la noticia y estamos bien dolidos. Son sentimientos encontrados porque lo queremos mucho, por el atleta que fue, y aparte de que es de nuestro pueblo y nos duele”, expresó Carmen Vázquez.

“Él compartía con nosotros aquí, un ser humano espectacular. Jamás pensé que pasara esto porque él era un ídolo para los nenes. Ahora, ¿cómo yo le voy a explicar a mi nieto, que él le había prometido una foto, lo ocurrido cuando vea las noticias?”, se preguntaba Vázquez.

En el lugar se rumoraba que Piculín habría caído en una depresión por no prosperar en sus aspiraciones a un escaño legislativo por la Pava. Aparentemente, éste reconoció que había sido un error, pues esto le había cerrado las puertas a oportunidades de trabajo.

Su pasión, se decía, era trabajar con los niños, lo que se le había dado hace un tiempo, a través de la administración popular del alcalde de Cayey, Rolando Ortiz.

Primera Hora intentó obtener una reacción del Ejecutivo Municipal, pero éste no respondió ninguna de nuestras peticiones.

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