jueves, 28 de julio de 2011

Adictos se recuperan

por Istra Pacheco

“Pedro” (nombre ficticio) tenía 10 años cuando empezó a tomarse esos poquitos de vino que la gente iba dejando en el fondo de sus copas cuando visitaban su casa.

Para todos era un chiste y era “de machito” ver cómo el chico apuraba a su boca cada resto de alcohol que iba quedando huérfano. Y contrario a lo que se podría pensar, se trataba de una situación que ocurría en el seno de una familia amorosa, con padres altamente educados, cuyo círculo de amistades incluía literatos y profesionales en diferentes campos.

Muchos factores se combinaron -reconoce ahora Pedro-, incluyendo un mal diagnosticado déficit de atención e hiperactividad. La cuestión es que ese niño inquieto y extremadamente curioso, a los 12 años empezó a experimentar con la marihuana. Ése fue el principio de una adicción tan fuerte que años después lo llevó a deambular durante tres años y a perder a sus dos hijos, quienes murieron a causa de sus respectivas adicciones.

“Después de la marihuana vinieron los teses de hongo, y eso siguió despertando mi curiosidad. Yo era un estudiante de cuatro puntos y, de un líder innato para las cosas buenas pasé a ser un líder para las que no hay que estar orgulloso”, expresó.

En esos intentos por balancear su vida jugó voleibol superior gracias a una beca; estuvo en el Ejército, donde obtuvo honores en atletismo; estudió para convertirse en chef; viajó por el mundo.

Pero, nada de eso fue suficiente para detener su adicción.

Pedro robó, enfrentó varios procesos criminales, fue a la cárcel, estuvo casi seis años intermitentemente en hospitales y su vida, en resumidas cuentas, fue un infierno.

Pasaron 10 años entre su primer contacto con la organización Narcóticos Anónimos y el momento en que admitiera que el del problema era él y no los demás.

“El milagro se dio. Por eso, cualquier persona puede dejar de drogarse”, declaró.

Hoy en día es vicepresidente de una empresa y parte de su tiempo libre lo invierte en orientar a otras personas que acuden a las reuniones de Narcóticos Anónimos.

Por su parte, José (cuyo apellido se mantendrá en anonimato) inició un patrón de conducta adictiva cuando apenas estaba en noveno grado y se cogió su primera gran borrachera. Al igual que Pedro, después usó marihuana. En la universidad llegó a trabajar al mismo tiempo y sus ingresos mejoraron, por lo que se pudo dar “el lujo” de consumir cocaína socialmente.

Más adelante, se hizo su propio jefe, no tenía horarios regulares de oficina y, por otro lado, su necesidad por la droga aumentaba. Lleva 19 años sin usar sustancias.

“Llegó el momento en que yo consumía porque estaba lloviendo, porque hacía sol, porque estaba feliz, porque estaba triste, porque tenía calor. Empecé a vivir para consumir y a consumir para vivir”, relató.

Salir de ese círculo no es una tarea sencilla, cierto. Cada quien toca su respectivo fondo y decide si quiere realmente empezar una nueva forma de vida.

“Mucha gente te puede decir que estás mal, que tienes que buscar ayuda; te pueden tratar de obligar, pero no es hasta que tú reconoces que tienes un problema, que te autodiagnosticas, que entonces puedes empezar a trabajar con otro montón de cosas, de autoestima, aspectos psicológicos... entonces es que puedes mejorar”, indicó José, quien ha logrado estar “limpio” por unos 15 años.

Para ambos fue fundamental acudir a las reuniones en Narcóticos Anónimos (NA), que utiliza un sistema de 12 pasos igual que el de Alcohólicos Anónimos.

En estas reuniones no se pasa lista, no se juzga a las personas y todas son tratadas con el mismo respeto, sin importar apellido, clase social, “o si no te has bañado en días”, aseguró Pedro.

“Si estás consumiendo y no has hecho detox, también puedes venir. Y bregamos con los familiares que sufren de la misma forma esas adicciones”, agregó.

NA cuenta además con una línea gratuita disponible las 24 horas: (787) 763-5919.

La organización subsiste gracias a los libros que vende. No acepta subvenciones de ningún tipo. Los que dirigen las reuniones son ex adictos voluntarios que entienden la importancia de ayudar a otros que están pasando lo mismo que ellos vivieron.

Este fin de semana tendrán su XXII Convención Anual en la Isla, en la que tendrán hasta un baile, con varios objetivos, entre ellos demostrar que se puede disfrutar sin usar sustancias adictivas.

“Hay mucha necesidad allá afuera. En Narcóticos Anónimos damos servicio a unas 800 personas, pero hay medio millón con problemas de compulsión, y nosotros tratamos de ser parte de la solución”, expresa Pedro

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