martes, 28 de junio de 2011

Vivimos en “guerra”

por Bárbara J. Figueroa Rosa

No es un secreto. Todo el mundo lo sabe. Y, aunque suena a cantaleta y trillada, la frase es obligada: la incidencia criminal en Puerto Rico es alarmante y urge acción inmediata antes de que perdamos el “encanto”.

Así lo concluyeron varias personas consultadas por Primera Hora, entre ellas ex funcionarios de agencias gubernamentales, quienes analizaron el perfil criminal de la Isla, donde el pasado fin de semana asesinaron a 29 personas.

No hay fórmulas mágicas. El cambio tampoco ocurrirá de un día para otro. Incluso, puede tomar años. Pero llegó el momento de repensar las estrategias que se están utilizando para atajar el problema. Al menos, ésa es la opinión del ex superintendente de la Policía Miguel Pereira, quien ha dicho, en varias ocasiones, que una apuesta efectiva para combatir el crimen es a través de un enfoque salubrista con la medicación de las drogas.

“Lo he dicho varias veces..., pero hay verdades que merecen ser recordadas. La medicación de la droga es una alternativa viable para atacar el trasiego de drogas. Ya hemos visto que estar en guerra con los narcos no es la solución. El negocio ilícito continúa, aunque se hagan miles de golpes al punto. El Gobierno sabe que ésta es la solución, y no actúa”, dijo Pereira, quien cataloga de “estériles” los planes anticrimen que propone el Estado.

De hecho, Pereira adoptó una teoría de la historiadora Barbara Tuchman para analizar la situación del país.

“Ella dice que un gobierno que conoce los problemas de su país y las soluciones que tiene en su sociedad, e insiste en tomar pasos erróneos, es un país que está irreversiblemente encaminado hacia la tontería. Eso explica muy bien hacia dónde vamos nosotros: estamos marchando irreversiblemente hacia la tontería y la necedad”, expresó.

Otro ex funcionario que analizó el panorama social de Puerto Rico fue el ex secretario de Educación César Rey Hernández, quien está convencido de que en Puerto Rico se vive con el mismo temor que en países que enfrentan conflictos bélicos.

“Detrás de esto hay una guerra civil declarada en algunos circuitos, y que no ha sido reconocida... el mundo clandestino está compitiendo con el mundo oficial, y el último no encuentra los recursos para atacar bien el problema, porque no ha tenido una visión salubrista”, dijo Rey Hernández, al lamentar la casi treintena de muertes ocurridas, “posiblemente una cifra mayor a las que ocurrieron este fin de semana en Afganistán, o en otros lugares donde hay guerras civiles declaradas”.

La situación se agrava más, según el sociólogo, cuando la noticia de que Puerto Rico es un país peligroso trasciende a otros países, y a otros medios noticiosos, como The New York Times, en el cual precisamente la semana pasada se publicó un artículo en el que reseñó que muchos puertorriqueños viven sumidos en el temor de ser víctima de la creciente incidencia criminal, que temen salir de noche y que muchos consideran irse a Estados Unidos.

“Cuando cosas como éstas trascienden, lo que hace es consignar el gran problema de deterioro social que tenemos y la guerra en la que está sumergido nuestro país. Y el hecho de que entremos en negación y decir que todo está bien es otro ejemplo de la invisibilidad que algunos le quieren dar al asunto... es que aquí se buscan soluciones fáciles. Nadie puede esperar que las cosas cambien en cuatro años, pero tenemos que empezar a ver síntomas de mejoría”, dijo Rey Hernández.

¿Su solución? Comenzar por cambiar las políticas públicas del país. Encaminar las soluciones al colectivo y dejarle saber a la sociedad que el muñeco no puede ser armado sólo por el Gobierno.

“Tenemos que plantearnos alternativas que reconstruyan nuestro contrato social, y eso supone políticas públicas más creativas, la colaboración entre agencias públicas y el sector privado. Que se vea la solución en un colectivo, en que todos somos parte del problema y todos tenemos que participar sin exclusiones, sin marginar, sin indiferencia...”, agregó Rey, quien está convencido de que, por ejemplo, hay que invertir más en los estudiantes que en los confinados del país.

De hecho, apostar más a la educación de los niños y jóvenes de la Isla es una estrategia factible para el presidente de la Asociación de Bancos de Puerto Rico, Arturo Carrión, quien fue invitado recientemente a formar parte de un grupo de profesionales y líderes comunitarios que estarían asesorando al superintendente de la Policía, José Figueroa Sancha, en sus planes de luchar contra el crimen.

“No soy un experto en materia del crimen, pero ciertamente tengo que aceptar que situaciones como las que vivimos, y que incluye el desempleo, afectan los negocios. Pero creo que sí hay soluciones. Claro, no surgirán como un switch. Pero yo recuerdo que, para la década del 60, uno de los grandes atributos que tenía Puerto Rico para atraer la inversión era su educación. Eso lo tenemos que recuperar, porque a través de la educación forjamos ciudadanos más productivos. Tenemos que enseñarles a nuestros niños que tenemos derechos, pero también unas obligaciones que cumplir. Tenemos que darle más impulso al trabajo que a lo que me dan”, expresó, al recordar lo exitosas que eran las escuelas industriales en las que se preparaba al puertorriqueño para ser productivo.

El líder comunitario del residencial Manuel A. Pérez, Roberto “Papo Christian” Pérez, también hizo un examen del panorama y resumió la situación al decir que “el país está patas arriba”.

“Esto es de locos, aquí se está matando la gente como lo hacen en el Oriente Medio o en la frontera de México. Tenemos que dejar de ser hipócritas y ser menos materialistas y más humanos”, dijo con firmeza Papo Christian.

Y es que, para el líder comunitario, la sensibilidad y la tolerancia son claves fundamentales en la busca de soluciones.

“Tenemos que dejar la teoría del yo, yo (yo primero y yo segundo), dejar de hacernos los locos y contribuir a mejorar la calidad de vida. Ayudar sin esperar nada a cambio”, dijo.

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