martes, 28 de junio de 2011

Violencia rampante

Momentos en que técnicos del Instituto de Ciencias Forenses (ICF) levantan el cadáver de José Torres Martínez, de 61 años, quien pereció apuñalado presuntamente por el compañero consensual de su nieta. (Para Primera Hora / Rafael Pichardo)
Violencia rampante
martes, 28 de junio de 2011
Maribel Hernández Pérez / Primera Hora

El sentido de impunidad de los sicarios, la desconfianza de la ciudadanía en la Policía y el bajo esclarecimiento de los delitos se han convertido en una combinación letal que ha disparado la incidencia criminal a tales niveles que ya se acerca a superar por cien la cifra de muertes violentas reportadas a esta fecha para el 2010.

Desde la madrugada del viernes, hasta las 5:35 a.m. de ayer, se reportaron 29 asesinatos, una estadística que supera las de hace dos décadas para un fin de semana, en la época de la Mano dura contra el crimen, en la que la criminalidad rompió todos los récords anteriores, que era de 27 asesinatos.

Un caso que dramatiza esta situación en la que se optó por tomar la justicia callejera ocurrió al filo de la medianoche de ayer, cuando un hombre asesinó a puñaladas a su pareja y al abuelo de ésta.

Los sangrientos hechos, que estremecieron a la comunidad, ocurrieron en el apartamento 71 del edificio siete, en el residencial Jardines de Sellés, en Río Piedras.

Horas después, el asesino fue acribillado a tiros en la intersección de las calles Asturias y Málaga, de la urbanización Villa Granada.


De acuerdo con la pesquisa preliminar, Tanailí Nieves Argea, de 25 años, y su compañero consensual Herson Emmanuel González Cortés, alias “el Gordo”, de 26 años, estuvieron compartiendo el domingo en un cumpleaños que se celebró en la urbanización Country Club, de Río Piedras hasta pasadas las 11:00 p.m., donde ocurrió un altercado entre varias personas por motivos que se investigan si están relacionados con celos.

Cuando regresaron al hogar, se escuchó una fuerte discusión entre la pareja y, a eso de las 12:10 a.m., se recibió una llamada de los vecinos a través de la línea de emergencias 9-1-1, en la que se informaba del incidente de violencia doméstica.

Los policías que llegaron hasta el apartamento se toparon con la dantesca escena: en la cocina, el cadáver de José Torres Martínez, de 61 años, conocido como “Cheo”, con varias puñaladas, entre ellas una en la clavícula, debajo de la axila izquierda, y otras superficiales de defensa en el brazo derecho, y a Tanailí sentada en el piso al lado de su abuelo, sangrando por los dos brazos.

En la residencia se encontraban los hijos de la mujer, un varón de nueve meses que había procreado con el Gordo, y una niña de seis años, de otra relación, quienes quedaron al cuidado de los vecinos.

El presunto matador habría huido de la escena, no sin antes vociferarles a los vecinos: “Ahí le di unas puñaladas a esa cabr…”.

Tanailí fue transportada al Centro Médico de Río Piedras, donde logró revelarles, antes de morir, al personal que la atendió y a un agente investigador del Cuerpo de Investigaciones Criminales (CIC) de San Juan quién la había apuñalado. Su cadáver presentaba heridas en en el omóplato izquierdo, el lado derecho de la cabeza, detrás de la oreja y otras en ambos brazos y manos.

Se teoriza que González Cortés pudo haber sido secuestrado por sicarios del propio residencial, quienes, para ajusticiarlo, lo trasladaron hacia la urbanización aledaña, donde lo asesinaron de varios impactos de bala. Su cuerpo estaba descamisado y fue identificado mediante un tatuaje con su nombre que tenía en el brazo derecho y por las fotos que se observaron en el apartamento donde ocurrió el doble crimen.

“Fue una discusión entre la pareja; el abuelo se metió a defenderla y ahí cogió unas heridas punzantes que le causaron la muerte”, informó el director del CIC de San Juan, inspector Jesús Rivera.

El sexagenario se estaba hospedando en el apartamento de la pareja desde que llegó de Estados Unidos hace un mes.

En la escena se observaba la violencia con la que el matador los atacó: la mesa del comedor de cristal estaba rota, las sillas destrozadas, había pedazos de vidrio sobre el piso y manchas de sangre en los gabinetes y las paredes.

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