miércoles, 29 de junio de 2011

Cae otro inocente

por Maribel Hernández Pérez


Con total impunidad, un trío de sicarios con potentes armas de fuego disparó contra un grupo de niños que acababan de llegar del cine junto a sus padres, en la calle 2 del barrio La Central de Canóvanas, matando a uno y dejando a sus dos primos, de cinco y 17 años de edad, heridos de bala.

Los hechos ocurrieron a eso de la 1:20 a.m. cuando los miembros de una familia regresaba de los cines del centro comercial Los Colobos, en Canóvanas, donde disfrutaron de la película infantil “Cars 2”, y mientras se despedían para irse a sus casas los gatilleros, que viajaban en una guagua gris, dispararon indiscriminadamente con rifles AK-47, AR-15 y una pistola calibre .40, por motivos que se investigan.

Raymond Machicote Hiraldo, de 27 años, padre de la víctima, recordó entre lágrimas que su hijo Geremy Machicote Davis, de 11 años, recibió una herida en el costado derecho que le causó la muerte en sus brazos, mientras era transportado al hospital de la UPR en Carolina.

En la balacera resultó herido de bala el niño Gabriel Sánchez, de cinco años, quien fue intervenido quirúrgicamente en el Centro Médico de Río Piedras tras recibir un disparo en el abdomen, que requirió que los cirujanos le tuvieran que suturar el estómago. El hijastro de Machicote, Héctor Mulero, de 17 años, sufrió una herida superficial en un pie.


“Él murió con su sonrisa, eso fue lo que me dio. Dijo ‘¡Pa!’ y me dio cuatro suspiros. Me hablaba con los ojos. En su rostro lo que quedó fue una sonrisa, él se fue con Papá Dios”, dijo acongojado su padre, al narrar con profundo dolor los últimos minutos de vida de su hijo, el preferido de los cuatro que tenía.

El mecánico automotriz recordó que, al momento de la balacera, el único adulto fuera de los vehículos era él, pero aseguró que no era el objetivo de los sicarios.

“Eran niños, no había adultos, yo nada más. Chequeen mi expediente, estábamos, como dicen, en la hora menos indicada... nada, no te puedo decir vi, porque no vi nada, eso fue como si estuviese lloviendo, fue bien rápido... Abracé a mi nene chiquito (ocho años), me lo monté aquí (al cuello) y me metí en el monte... cuando salí vi a mi nene, cuando lo llevaban al hospital”, narró aún aturdido.

Ivonne Machicote, hermana de Raymond y hermana de la abuela paterna de Gabriel, por su parte, dijo que luego de lanzarse al suelo, al comenzar el aguacero de balas, localizaron herido al pequeño y luego, moribundo, a Geremy.

“Cuando van a llevarse a ese bebé para el médico (Gabriel) es que se dan cuenta que faltaba otro, y ése es el que fallece; estaban todos aquí en el patio, ellos no estaban aquí en la carretera, ellos estaban esperando que se terminaran de bajar todos para entonces despedirse”, dijo, angustiada.

Entre lágrimas, Raymond recordó que se pasaba inventando líricas de reggaetón. “Yo le decía que iba a hablar con Tito el Bambino para que algún día le ayudara a encaminarse como artista de ese género”, comentó.

Ivonne comentó que no cree que el tiroteo hubiese sido dirigido a Raymond ni a su sobrino Gabriel Sánchez López, padre del bebé de cinco años, como se especuló en la escena.

La Policía indicó que uno de los ángulos que se investigaban era si el tiroteo iba dirigido a Sánchez López, quien para el 1997 fue fichado por violación a la Ley de Armas.

“No lo podemos determinar ni lo podemos descartar”, se limitó a responder la capitana Diana Crispín, directora de la Rama Investigativa de la región de Carolina, sobre esa versión.

Machicote reveló que, hace cinco años, Sánchez López se fue a vivir a Orlando, Florida, junto a su esposa, su hijo de siete años y una niña de 15, y que se había convertido en predicador.

“Fue algo tan inesperado y tan rápido que no creo que haya pasado algún suceso en la calle, y tampoco que haya tenido que ver con el papá de uno ni con el otro... ni Raymond ni Gabriel, ninguno de los dos tienen problemas, ni delictivos, ni problemas de calle, nada”, sentenció Machicote.

Agregó que no era un secreto que su hermano, nacido y criado en el barrio, había llegado a la Isla hace una semana de Estados Unidos y, de hecho, hace unos días predicó en la iglesia Mission Board de la localidad.

“El pasado es algo que no podemos borrar, pero tampoco lo podemos mezclar en el hoy, porque una cosa no trae con la otra. Gabriel nunca tuvo problemas de calle, un chico normal, hace cuatro a cinco años que se había convertido al Señor, era una nueva criatura”.

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