Rencuentro tras barrotes

07 Mayo 2011

Rencuentro tras barrotes
Cuatro reclusas comparten con sus hijos presos previo al Día de las Madres

Fotogalería
Omayra Torres y Modesta Sánchez. (Especial El Nuevo Día / Dennis M. Rivera Pichardo)Por Ricardo Cortés Chico / rcortes@elnuevodia.com

Evelyn Arroyo Quiñones apenas puede ver a dos de sus hijos. Solo sabe de ellos cuando algún familiar que la visite en la cárcel de mujeres de Vega Alta le lleva noticias o en alguna ocasión en que se le concede una visita especial.

Por eso, la mujer que cumple una sentencia por sustancias controladas, esperó con ansias a que llegara el pasado martes, cuando los vería por primera vez en casi un año. Los hermanos José y Luis Quiñones Arroyo, quienes cumplen penas de sustancias controladas y Ley de Armas, respectivamente, llegaron con retraso de la cárcel Las Cucharas en Ponce, lo que mantuvo inquieta a su madre durante un encuentro entre reclusas y sus hijos presos celebrado en el Complejo Correccional de Bayamón.

Su humor cambió cuando los vio. Hubo abrazos extensos, besos, una imborrable sonrisa y una que otra lágrima de alegría. “Es algo bien difícil, pero no podemos hacer mucho más porque estamos detrás de una reja. Uno no piensa las cosas cuando comete el delito. No sabe que esta situación las hacen sufrir (a las madres). Es bien difícil. Uno está encerra’o y no puede tener todo eso que uno da por senta’o cuando está libre, como ver a tu madre”, dijo Luis, de 23 años.

Atesorados encuentros

Para el reo José Rodríguez Goycochea, convicto por escalamiento, los encuentros pueden ser cortos y escasos, pero cada vez que ve a su madre, reflexiona sobre su futuro, sobre las oportunidades que le quedarían cuando termine su pena y sobre la disciplina que debe mantener dentro del sistema correccional.

Y es la buena conducta lo que le permite ver ocasionalmente a su madre Sol Beatriz Goycochea, quien también está presa en la cárcel de Vega Alta por apropiación ilegal.

Cada encuentro es un momento refrescante en el que se estrechan los lazos afectados por el encierro. “Yo la comprendo y ella me comprende. Los dos pasamos por lo mismo y nos ayudamos y apoyamos. Cuando la veo comienzo a pensar que puedo echar para adelante”, dijo Rodríguez Goycochea.

“La mamá más feliz del mundo”

Más de un año pasó desde la última vez que pudieron conversar. En ese tiempo, Gloria Colón Muñiz solo vio a su hijo Christian Colón Colón, durante el procedimiento criminal contra ambos. Pero no podían tener contacto.

El encierro obligó la única separación familiar que han tenido. “Éramos amigos. No solo éramos madre e hijo. Todo esto ha sido muy doloroso”, recordó la mujer, que junto a su hijo, no disimulaba la alegría al verse. Ambos cumplen una condena por robo y alegan estar arrepentidos de lo sucedido.

“Aunque esté tras las rejas, me sigo preocupando. Pienso muchas cosas, si comerá, si estará bien, cómo lo estarán tratando, aunque no pueda hacer mucho... Ahora, al verlo que está bien, soy la mamá más feliz del mundo”, dijo.

Unidas hasta en la cárcel

La prisión, en cierto modo, ha estrechado los lazos entre Modesta Sánchez Ayala y su hija Omayra Torres Sánchez. Se trata de una situación inusual: son compañeras de celda en la cárcel de mujeres en Vega Alta.

Desde antes, ambas mantenían una relación cercana. Pero tras ser convictas por asesinato, Sánchez Ayala, de 62 años, y su hija, de 27, se apoyan tras las rejas.

“Siempre nos pasamos hablando sobre qué haríamos si lográramos obtener otra oportunidad y salir de la institución. Mi mamá es una mujer de mucha fe. Yo no. Aunque no tengo esa fe, la suya me sirve de apoyo incondicional”, relató Torres Sánchez.

La mujer, de 27 años y que hace dos años estando presa, parió a su primer hijo, indicó que lo más difícil del encierro es ver cómo la salud de su madre se deteriora mientras están en prisión.

“Es difícil verla así sin que pueda hacer nada”, señaló durante el encuentro de madres e hijos presos organizado por el Departamento de Corrección y Rehabilitación.