sábado, 5 de febrero de 2011

Un desafío lidiar con el abuso sexual a menores

05 Febrero 2011
11:20 a.m.

Un desafío lidiar con el abuso sexual a menores
Expertos advierten que muchas veces no se denuncia y no hay estadísticas claras



Es común que los menores víctimas de abuso sexual sean agredidos por un familiar (Archivo )Por Ricardo Cortés Chico / rcortes@elnuevodia.com

Normalmente pasa inadvertido. Las razones son diversas. Los menores víctimas de abuso sexual suelen ser manipulados, seducidos y hasta amenazados de muerte si denuncian a su victimario. En ocasiones eso permite que el abuso se prolongue y llegue al punto en que jamás son denunciados, ni inclusive cuando la víctima ya es adulta.

Según Larry Alicea, trabajador social clínico especialista en abuso sexual, algunos estimados proponen que anualmente ocurren alrededor de 4,000 casos de maltrato sexual contra menores. De estos, son denunciados a las autoridades anualmente alrededor de 300. En cerca del 74.4% de los casos el agresor es un familiar directo de la víctima, usualmente el padre o padrastro.

Otros estimados apuntan a que el problema podría ser aún mayor. Según María Rebecca Ward, directora del Centro de Ayuda a Víctimas de Violación del Departamento de Salud, los últimos datos del Departamento de la Familia (DF) apuntan a que en el 2007 se reportaron alrededor de 2,300 casos en toda la Isla.

“Y eso que este es el delito menos reportado a las autoridades porque la sociedad tiende a juzgar a la víctima en lugar del victimario”, dijo Ward.

Y las consecuencias del abuso en los menores, si no son atendidos, pueden ir desde trastornos en la conducta hasta el contagio con enfermedades de transmisión sexual.

“Las secuelas que estas agresiones (sexuales) pueden causar en los menores son terribles. Puede provocar promiscuidad en la persona, depresión, problemas mayores de salud mental... También puede generar conductas de escape hacia las drogas o el alcohol”, dijo Gloria Centeno, presidenta del Colegio de Trabajadores Sociales.

La discrepancia en los números es precisamente un reflejo de la pobre recolección de datos estadísticos de los casos de agresión sexual. Los reportes de abusos, normalmente, llegan a la atención de las autoridades en diversas formas. Algunos casos son por referidos que recibe el DF, otros por denuncias a la Policía y algunos cuando las víctimas acuden a algún hospital para recibir asistencia médica. Actualmente, no existe ninguna entidad gubernamental que agrupe y depure los datos. Por ejemplo, las estadísticas más recientes de abuso sexual de la Policía sostienen que entre enero y noviembre del 2010 se reportaron 1,325 casos de abuso sexual. Esto incluye casos en que las víctimas fueron menores y mayores de edad. De estos, 623 casos eran por actos lascivos.

Según Alicea, en muchos casos los agresores sexuales muestran el mismo patrón, que en el mundo académico se conoce como la Dinámica de Agresión Sexual. El primer paso del agresor es estrechar su relación con la víctima. Esto lo hace de distintas maneras. Las estrategias pueden incluir algunas tan sencillas como la compra de dulces.

El segundo paso, implica acercamientos de índole sexual. Estos en muchas ocasiones comienzan con comentarios de índole sexual y aumentan en intensidad hasta que terminan con actos sexuales. Luego, se desarrolla el sentido de secretividad, explicó Alicea. En este paso es que el victimario intenta manipular para que no diga lo ocurrido.

En algunas ocasiones lamentablemente el silencio perdura. No obstante, en otras instancias el menor habla o muestra algunos indicadores, como cambios abruptos en su comportamiento, que llaman la atención de los adultos y el caso es denunciado. Este es el quinto paso en esa Dinámica de Agresión Sexual. La última, explicó el especialista, es la retractación del menor. En la mayoría de los casos, según Alicea, el menor, con el “revolú” que se crea tras la denuncia, miente alegando que el evento no pasó, como en un intento por salir de la situación.

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