lunes, 1 de noviembre de 2010

Computadora 101 para abuelos

Computadora 101 para abuelos
Acuerdo de universidad y escuela pública les ayuda en el reto de criar nietos. Mira el vídeo

Ayudan en la crianza de sus nietos-hijos
Un grupo de abuelos de Arecibo que crían o cuidan a sus nietos comparte los mismos salones escolares que los pequeños aunque, en su caso, toman una clase de computadora básica con la intención de mejorar sus destrezas y ayudar más a los menores en sus tareas. (El NUEVO DíA / J. ISMAEL FERNáNDEZ)Por Mildred Rivera / mrivera1@elnuevodia.com

“Esto es una chulería porque uno busca en internet. Ya sé escribir el nombre mío ahí”, afirma entusiasmado Pedro López, mientras mira fijamente el monitor de una 'laptop' y toca con cautela el teclado durante una clase de computadoras para abuelos.

López -un veterano de 65 años que tiene bajo su custodia a dos nietos de 10 y siete años- comparte ese entusiasmo con sus compañeros del Programa de Abuelos Custodios de sus Nietos, que tiene la escuela elemental Dr. Francisco Susoni, de Arecibo.

El programa ofrece servicios a personas mayores que se han hecho cargo de algunos de sus nietos y, como resultado, han tenido que ajustar sus vidas para volver a la escuela y ayudar con las asignaciones.

“Vayan a 'start' y le dan un click”, les dice Melisa González, quien ofrece la clase básica del manejo de la computadora.

“¡Oye, pero tú te metiste en internet!”, le advierte González a la alumna Isabel Martínez -de 72 años y a cargo de una biznieta de siete años- lo cual dio paso a una pausa llena de risas y bromas.

Los asistentes a la clase, no sólo aprenden de computadora -a un ritmo más lento si se compara con gente joven, pero aprenden- sino que establecen una dinámica de conversación y de compartir experiencias y problemas, que, al mismo tiempo, les sirve de apoyo.

Ese es uno de los propósitos del programa, que se estableció en el 2008 como parte de un acuerdo entre la Escuela y el Recinto de Arecibo de la Universidad Interamericana. La idea surgió de la investigación que hizo en esa escuela para su tesis doctoral, José Sierra, coordinador del Programa de Trabajo Social de esa institución universitaria.

Su trabajo se centró en abuelas y abuelos que terminan criando sus nietos debido a múltiples razones y descubrió que estos “se sentían invisibles” frente a las instituciones escolares y de servicios de salud que siempre preguntan por los padres biológicos. En general, estos abuelos tienen la custodia de sus nietos de manera informal y no de forma legal. Sierra también descubrió que los abuelos experimentan un sentido de fracaso por los problemas que confrontan sus hijos y creen que la responsabilidad de cuidar al nieto es una segunda oportunidad que les da la vida para dar una mejor crianza.

Lo primero que se hizo para aliviar la novel responsabilidad de los abuelos fue un grupo de apoyo en el que expresaban sus preocupaciones y problemas comunes, explica Carmen Serrano, trabajadora social del plantel. Una de las inquietudes se centró en las limitaciones académicas que enfrentaban al estudiar con los nietos.

Maestros adolescentes

Establecieron un programa de tutorías para los niños mediante un acuerdo con la escuela superior Dra. María Cadilla para que convalidaran esas clases como parte de las 40 horas de labor social que tienen hacer los alumnos de nivel superior. Iban luego del horario escolar para ayudar a los niños con sus tareas, especialmente con matemáticas, recuerda Serrano.

Para ofrecer una ayuda integral, los trabajadores sociales, junto con la directora escolar, Rosa Pérez Plaza, instituyeron las clases de computadoras para los abuelos en el 2009. Sierra logró una colaboración con la facultad Ciencias y Tecnología de la Universidad Interamericana y unos estudiantes fueron a hacer su práctica con los abuelos.

Este año, las clases están a cargo de dos estudiantes universitarias de Trabajo Social. Una de ellas, Melisa González, a quien encontramos trabajando con Pedro López e Isabel Martínez. En la clase también estaba Isolina Mercado, quien se jubiló de una farmacéutica y a sus 65 años, cría a una nieta de once años.

“Estoy aquí para ayudarla en sus estudios”, dice Mercado, y confiesa que antes de las clases no sabía nada de computadora.

Mientras que Efraín Rosado, de 69 años, y su esposa, María I. Adorno, entraron a las clases el año pasado para ayudar a su nieta de siete años y ya tienen algún conocimiento.

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