sábado, 16 de octubre de 2010

Me llevaron la mitad de mi corazón

16 Octubre 2010

Me llevaron la mitad de mi corazón
Negociaba un auto con dos sujetos cuando la asesinaron

Vídeo: Madre muere víctima de balacera
José Orlando Rivera consuela a uno de sus cinco hijos, Weslie, mientras explican las circunstancias en que falleció su esposa Zenaida Rosado. Los padres de la víctima, Antonio Rosado y Esmeralda Soto estaban devastados por la pérdida de su primogénita. (EL NUEVO DÍA / JUAN A. ALICEA)Por Mildred Rivera Marrero / mrivera1@elnuevodia.com

Morovis - Un día antes de que Zenaida Rosado fuera utilizada como escudo y baleada frente a la casa de sus suegros, su esposo le había advertido que una de las personas con las que negociaba un intercambio de vehículos “no es de confianza porque el bajo mundo lo está buscando”.

Así lo lamentaba ayer José Orlando “Bolén” Rivera, quien estaba en compañía de sus cinco hijos, de entre ocho y 24 años.

Este contó que, el miércoles un hombre fue a su casa, en Corozal, y dijo estar interesado en la guagua marca Toyota que su esposa vendía. El jueves regresó con un segundo individuo que sería el que finalmente le cambiaría esa guagua por un carro.

“Me percato de que la persona no era de confianza porque es una persona que el bajo mundo lo está buscando. Lo conocí. Ayer (viernes) por la mañana le dije: ‘Zeni deja la guagua. Si coges el carro vamos a tener -se lo quise decir así- la muerte detrás’, porque hubo una muerte en Morovis donde este muchacho utilizó al occiso de escudo”, recordó Rivera entre lágrimas.

“Fue cabezona y no quiso hacerme caso. Me llevaron la mitad de mi corazón”, lamentó el hombre, quien convivió con Rosado durante 25 años.

La mujer, de 40 años, insistió y el viernes en la tarde se fue con cuatro de sus hijos para la casa de sus suegros en el barrio moroveño Torrecillas. A eso de las 7:45 de la noche salió a la marquesina a entregar la guagua a los dos individuos, cuando la sorprendió la balacera que provenía de un carro en marcha. Uno de los individuos con los que negociaba, Carlos Argelis, la usó de escudo, según confirmó el agente que investiga el caso, Marlon López.

Recibió un impacto detrás de la oreja derecha, que horas más tarde le provocó la muerte, contó su sobrina política Yamil Kalee Torres. Inmediatamente después, el hombre trató de usar de escudo a una de las hijas de la mujer, pero la joven se tiró al piso, sostuvieron López y el esposo de la víctima.

Argelis logró huir del lugar, mientras que su compañero, Jesús M. Collazo Olivo, de 24 años, fue baleado y quedó tirado en la carretera. En el lugar se recuperaron nueve casquillos de bala calibre .40.

Historial delictivo

Collazo y Argelis eran sospechosos de participar en el triple asesinato ocurrido el 4 de junio en el negocio Hilda’s Place, de Morovis. Argelis había sido entrevistado por la Policía en torno a esos asesinatos, pero no había sido acusado, trascendió. El vehículo desde el cual se hicieron los disparos es un Nissan Murano color oro, que fue encontrado quemado en la carretera PR-155 y en su interior se hallaron dos casquillos calibre 40 y un casquillo de una AK-47, informó la Policía.

“Eso fue una gritería y un revolú” cuando los demás familiares que estaban en la casa vieron a Rosado herida, contó Torres. En ese mismo momento, el esposo de la mujer llamaba para volverle a pedir que no hiciera el negocio y regresara a su casa, aseguró el hombre.

La ambulancia tardó cerca de media hora en llegar y Rosado falleció finalmente en el Centro Médico, señaló Torres. Sus hijos estaban bien afectados y fueron atendidos en el hospital, dijo la joven, quien destacó que Rosado era bien alegre y que siempre estaba con sus hijos.

Minutos después El Nuevo Día comprobó el dolor de los jóvenes.

“Yo la vi en vida como 10 minutos”, dijo entre lamentos el hijo mayor de la pareja, Weslie Rivera, él único que no fue con la mujer a casa de los suegros de ésta.

“Ellos me invitaron y yo acababa de llegar de trabajar y les dije que no, y cuando salgo de bañarme, que me dicen eso, y yo llego allí y la veo tirá en el piso”, rememoró el joven.

“Yo lo que digo es que los perdono (a los sicarios) porque con el odio y el rencor y la venganza no vamos a hacer nada”, dijo con firmeza Rivera.

Por su parte, el padre de la víctima, Antonio Rosado, dijo: “Allá arriba hay un Dios. Que se encargue de hacer justicia. ¿Qué se va a hacer? Hay que recordar que ellos, a lo mejor, también tienen mai y hasta hijos. Y, a veces uno paga las cosas con el ser que uno más quiere”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario