jueves, 5 de agosto de 2010

Urge responder al reto demográfico

05 Agosto 2010

Urge responder al reto demográfico

Sin un proyecto público dirigido a promover acciones necesarias para enfrentar cambios demográficos que causarán que dentro de veinte años la mitad de la población de Puerto Rico sea mayor de 50 años, el País no podrá enfrentar los retos sociales y económicos que inevitablemente impondrá el envejecimiento de nuestra sociedad.

Sin un proyecto público dirigido a promover acciones necesarias para enfrentar cambios demográficos que causarán que dentro de veinte años la mitad de la población de Puerto Rico sea mayor de 50 años, el País no podrá enfrentar los retos sociales y económicos que inevitablemente impondrá el envejecimiento de nuestra sociedad.
Aunque el Negociado del Censo aún no ha revelado las cifras oficiales, hace tiempo que demógrafos y planificadores vienen alertando que nuestra población está envejeciendo mucho más rápidamente de lo esperado.

El problema no es que estemos envejeciendo, puesto que eso es un ciclo normal del desarrollo humano y todos, desde que nacemos, estamos en ese proceso. El gran problema que tenemos que atender sin más dilación es que, a pesar de las advertencias sobre el fenómeno, el País no cuenta con un plan integral que neutralice o sirva de contrapeso a los efectos que traerá una población abocada a envejecer en su conjunto y, posiblemente, a reducirse. Como tampoco hay un modelo económico que tome en consideración esta tendencia demográfica que guarda relación directa con la economía y la capacidad productiva del País.

La población de Puerto Rico, como en muchos otros países, ha venido envejeciendo desde hace muchos años debido a la declinación de la tasa de nacimientos y los avances médicos que han extendido la vida de los mayores. Las personas de edad avanzada, que es el grupo de más rápido crecimiento, ahora constituyen el 35% de los 3.8 millones de habitantes de la Isla.

Pero expertos advierten que se avecina una ola de jubilaciones de las generaciones de postguerra, los llamados “baby boomers”, que reducirá las planillas de pensiones y agregarán más peso a los costos de salud sin la posibilidad de una fuente de recobro por la escasez de ciudadanos en su etapa productiva. Así las cosas, los estimados demográficos apuntan a que dentro de 20 años, la mitad de los habitantes en la Isla serán mayores de 50 años.

Esto significa costes de salud más altos y un aumento de los gastos sociales porque muchas personas no hacen lo suficiente por ahorrar para su jubilación, amén de que ya más del 40% de los puertorriqueños mayores de 65 años y cerca del 50% de aquellos mayores de 75 años viven hoy día en la pobreza.

Con menos contribuyentes que sostengan las finanzas públicas, financiar este gasto será un verdadero problema, así que no podemos esperar, como solemos hacer, a tener el problema encima para entonces reaccionar e implementar remedios a la carrera.

Los retos y efectos de una población anciana son prevenibles, pero para ello es necesario desde ahora impulsar acciones para enfrentar los retos de los cambios cuando estos comiencen a aflorar. Urge, por ejemplo, impulsar una política pública dirigida a crear conciencia entre los patronos sobre la importancia de la fuerza laboral de personas mayores de 50 años. El crecimiento económico de Puerto Rico a largo plazo depende grandemente de la progresión sostenida de nuestra fuerza trabajadora, inversión de capital y productividad. Apremian soluciones para lidiar con el problema de productividad producto de una población más vieja con demandas distintas.

Asimismo, es ineludible reenfocar el sistema de salud hacia un modelo de prevención en vez de intervención para aminorar los gastos de salud que impondrá una población anciana.

En lo que respecta al envejecimiento de nuestra población, no hay mucho que especular sobre las consecuencias socioeconómicas. Es un hecho irrefutable que mientras más personas de edad avanzada haya, mayor será la demanda de servicios, y éstas van a necesitar de ayuda de gente que los cuide, transportación, vivienda adecuada y ayudas para costear los medicamentos. Si ya sabemos esto, ¿por qué no estamos trabajando desde ahora en los remedios?

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