sábado, 14 de agosto de 2010

La pesadilla de llegar a casa

14 de agosto
El Nuevo Día
Por Carmen Rodríguez / El Mercurio/Chile

Para muchas mamás, volver cada día se transforma en un momento de mucho estrés. Especialistas entregan aquí pautas para manejar la situación y entregarles a los niños lo que piden.

5:00 p.m. María Eugenia llega a la puerta de su casa tras un largo y agotador día de trabajo.

5:01 p.m. En vez de entrar, saca un cigarrillo, lo enciende y se sienta a fumar lentamente en las escaleras.

5:08 p.m. Apaga la colilla. Respira hondo. Abre la puerta y escucha los gritos - ¡Mamá, mamá!- de Carmencita (2) y Matías (4). Él llega corriendo primero y le pide que lo tome en brazos. La niña llega segundos después y hace lo mismo. María Eugenia camina por el pasillo cargando a los dos niños, sus carpetas y su cartera. Lo que sigue es su relato:

Empiezan a saltar en los sillones y a tirar los cojines. Matías bota a Carmencita y ella, a su vez, le hala el pelo. Les traigo la comida, pero él no quiere comer si no es en el ‘family’. Y ella, lo mismo, pero en la mesa del comedor. No quieren comer si no les doy yo. Voy entre el sillón y la mesa, dando cucharadas con tal de que coman.

Esta escena es real y no tan fuera de lo común. El nivel de ansiedad de muchos niños parece dispararse en el momento en que la mamá llega a la casa. La nana puede decir que se han portado regio toda la tarde, pero apenas llega la madre empiezan a competir por su atención.

Es importante leer qué hay detrás de esta conducta; qué nos están queriendo decir los niños. Y casi siempre, el mensaje es “necesito tu atención” , señala la sicóloga infanto-juvenil Josefina Martínez.

Según la profesional, la presencia física de la madre no es lo mismo que la presencia sicológica. Muchas veces, la mamá llega a la casa y sigue conectada con la oficina o se pone a hacer cosas de la casa o a hablar por teléfono. Por eso, es importante entender que no se trata de “mañas” de los niños, sino que ellos tienen la necesidad real de estar en conexión con la mamá.

A juicio de los especialistas, la clave está en conectarse realmente con los niños al menos durante la primera hora en casa. Y esto no implica hacer grandes cosas. Puede ser tan simple como tomarse una taza de café conversando con ellos, señala Josefina Martínez.

A quién besar primero

Cuando Alejandra R. llega a su casa debe tener cuidado de llevar los mismos regalitos para sus dos hijos de 7 y 4 años, y de no abrazar a uno más que al otro. Si no, las peleas son grandes. “Hubo un tiempo en que se disputaban a patadas el derecho a estar a mi lado. Ahora, siento a cada uno sobre cada rodilla”, relata.

Aprender a compartir a la mamá es un proceso que toma tiempo, advierte la especialista. Los pequeños deben entender que habrá instantes en que la madre se relacione con todos y otros en que lo hará de a uno, y saber que a nadie le va a faltar su momento.

Lo más importante, agrega, es llegar con una actitud de calma. Si los hijos nos ven llegar con cara de “sabía que iba a pasar esto” y logran exaltarnos con su conducta, eso les va a reforzar sus intentos de llamar nuestra atención. Por eso, hay que intentar mantenerse tranquila y ser muy clara al transmitir el mensaje: “Ahora estoy disponible para ti” .

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