domingo, 11 de julio de 2010

Un encierro indefinido

11 Julio 2010

Por Gloria Ruiz Kuilan / Enviada Especial/ gruiz@elnuevodia.com

BASE NAVAL DE GUANTÁNAMO, CUBA - El hombre, de poco más de 40 años, a juzgar por su físico, colocó la mano izquierda sobre su rostro en un intento por evitar las múltiples fotos de las que era objeto y que invadieron su letargo mientras estaba en el patio central del Campamento IV del centro de detención de Guantánamo.

El lugar -construido en el 2003- forma parte del Campamento Delta, donde está el 88% (de un total de 181 detenidos) bajo condiciones de mínima seguridad y considerados por los militares como “muy sumisos” (“very compliant”).

Su nombre, su nacionalidad, su supuesto acto de terrorismo... en fin, todo era desconocido. Sólo le rodeaban algunas piezas de ropa -pertenecientes al uniforme que les proveen- secándose gracias al sol caribeño. Su espesa barba negra contrastaba con el diminuto gorro blanco (kipá) en su coronilla.

Estaba solo porque en el Campamento IV quedan menos de 100 detenidos. Allí pueden estar hasta 20 horas fuera de sus celdas. El tiempo -demasiado para el ocio- lo pueden invertir en ejercitarse, leer, ver televisión o películas, jugar PlayStation o Nintendo DS.

Así lo pudo apreciar El Nuevo Día en el Campamento VI, que también alberga a detenidos de mínima seguridad. Ese centro es de reciente construcción (se terminó en el 2006 y costó $7 millones). A diferencia del IV, tiene acondicionador de aire y es controlado por computadoras. Un bloque del campamento está ahora bajo construcción, constató este diario, muestra de que la cotidianidad sigue su rumbo mientras se desconoce cuándo será realidad la decisión del presidente Barack Obama para cerrar el centro de detención.

En todos los campamentos son constantes las hileras de serpentinas en la parte superior de las verjas, a tres pies de la misma y en el exterior. Cada verja está cubierta por una tela impermeable verde que no permite ver al interior.

En el Campamento VI las celdas -de aproximadamente 5 pies x 10 pies- están en los dos niveles que comprende cada bloque. En el centro hay mesas y banquetas en acero inoxidable fijas al suelo. En esa área cinco detenidos escuchaban -con audífonos- y veían el partido de fútbol de la Copa Mundial. Otro jugaba Nintendo DS acompañado por otros dos detenidos. El resto charlaba. Todos vestían el uniforme provisto que incluye camisetas blancas, pantalones y camisas holgadas color “beige”, chancletas o zapatillas deportivas.

A un costado del bloque se distinguía un inodoro. Gruesas esposas para mantener fijos a los detenidos sobresalían del suelo cercanas a cada banqueta. Cada bloque tiene una verja en alambre del piso al techo. Dos militares permanecían de pie en una esquina, en vigilancia de los detenidos y protegidos por esa verja de metal. Portaban gas pimienta y equipos de comunicación.

Dos rectángulos -ubicados uno cercano al suelo y otro en un punto medio de la verja- permitían esposar de pie y mano a los detenidos previo a movilizarlos. Rectángulos idénticos ubicaban en la puerta de cada celda. Cada una de ellas con cámara, inodoro y un área en cemento que sirve de cama con un colchón liviano azul. Bajo ese colchón había flechas que indicaban la dirección a La Meca. A los reos musulmanes se les permite orar las cinco veces al día que estipula su religión.

El contacto de los detenidos con los guardianes militares es estrictamente para traslados. De hecho, al entrar al Campamento IV, El Nuevo Día presenció -por casualidad- la movilización de un detenido. Los militares tenían cubiertas sus manos con guantes.

La comida -distribuida tres veces al día en empaques individuales- es entregada por los rectángulos que hay en las celdas tras su confección en un comedor fuera de los campamentos. La carne es certificada para que cumpla con lo que se conoce como “Halal”, un conjunto de prácticas permitidas por la religión musulmana que en materia de alimentos se refiere al corte de la carne. De comerse toda la comida provista, los detenidos podrían ingerir entre 5,500 a 6,000 calorías diarias. Las comidas son ajustadas a los días festivos del Islam y las recetas son obtenidas por internet.

En el mismo Campamento IV hay una biblioteca para detenidos con un inventario -en más de tres idiomas- de 17,000 libros, 1,800 películas y 2,000 revistas. Los detenidos no pueden ir a la biblioteca, por lo que se les provee un inventario para que hagan su selección. Los libros más solicitados son los religiosos, seguidos por los de ficción e historias policiacas, según indicó la bibliotecaria, que sólo se identificó por su apellido. Los miércoles y viernes reciben periódicos: USA Today, Al-Ahram (egipcio) y Asharq Al-awsat (de Arabia Saudita). Las revistas de autos y de deportes son las favoritas mientras que las películas de acción como las de Jackie Chan son las predilectas. Todos los detenidos tienen asignados permanentemente un diccionario en el idioma que escojan. No hay películas o libros violentos o con contenido sexual. Igualmente, las revistas con páginas que muestren mujeres con poca ropa son arrancadas o tachadas, porque culturalmente es ofensivo para los detenidos. También se les proveen clases de arte, inglés y de destrezas básicas.

En cuanto a su salud, los detenidos son llevados a un hospital dentro del mismo Campamento Delta. Las autoridades militares no quisieron proveer la cantidad de suicidios y de huelgas de hambre registradas. Según ha trascendido, han ocurrido cinco suicidios.

Cercano al Campamento IV están el I, el II y III, que permanecen vacíos. Camp Echo no está distante, pero es sólo utilizado para el encuentro de detenidos con abogados, aquellos que Washington decide juzgar en juicios militares. El Campamento X-Ray está distante y fue el primer centro de detención al que -por órdenes del ex presidente George Bush- llevaron a supuestos terroristas afganos tras los ataques a las Torres Gemelas en el 2001. De este lugar -incluso el edificio usado para interrogatorios- queda la estructura abandonada que parece jaulas para la crianza de pollos, con techo en zinc, cubierta por pasto debido al paso del tiempo. El mismo tiempo que por años -sin remedio- han visto pasar muchos detenidos en Guantánamo como el que estaba absorto en el Campamento IV.

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