lunes, 7 de junio de 2010

Misioneros de esperanza

Misioneros de esperanza Por Lymari Vélez Sepúlveda
Especial para EL VOCERO
Sábado 03 de Abril de 2010 04:00


Dr. Armando Caro junto a una de las traductoras. Foto Suministrada
Un dicho popular reza que no hay mal que por bien no venga, y esa parece ser la visión de tres misioneros boricuas quienes, desde distintos frentes, aunaron esfuerzos para proveerle servicios sicológicos y de cirugía a sobre 7,000 residentes de Haití, damnificados del terremoto que destruyó ese país el pasado 12 de enero.



Los tres -en entrevistas por separado- coincidieron que dentro de la desgracia ahora los ojos del mundo están puestos sobre el país caribeño.



“Los que murieron en el terremoto lo hicieron sin saber lo valioso que fue el sacrificio de sus vidas porque ahora cientos de miles están siendo ayudados y esa ayuda seguirá llegando,” manifestó convencido Luberto Vélez, arquitecto y profesor universitario, quien desde agosto de 2003 visita Haití como miembro de la iglesia Catedral de la Esperanza en Río Piedras, perteneciente a la Alianza Cristiana y Misionera. Además, colabora como arquitecto para proyectos de la organización sin fines de lucro ASLAN Youth Ministries y durante año y medio vivió y realizó labor misionera en Haití junto a su esposa.



La misión más reciente que unió a Vélez con el neurocirujano Juan Padilla y el anestesiólogo y siquiatra Armando Caro Bonet se “montó” en tiempo récord. Y la misma se trabajó desde el hospital de Fort Liberté, en el nordeste del país, a 40 millas de Puerto Príncipe. Hasta allí llegaron o fueron transportados muchos luego del terremoto.



Padilla explicó que le toma seis meses organizar una misión de 20 personas. Pero, en esta ocasión “en cuestión de dos semanas se logró movilizar a 100 profesionales de Puerto Rico y Estados Unidos, quienes se rotaron en grupos de 20 por semana, hasta cumplir con cinco semanas de trabajo”. El grupo consistía en su mayoría de médicos. Pero también hubo pastores, técnicos de sala de operación y personal de apoyo.



Padilla, quien reside y tiene su práctica en Texas, está convencido que algo más que sus fuerzas fue determinante para el éxito de la misión.




Exterior del hospital en Fort Liberté. Foto Suministrada
Tanto él como Vélez pensaron que no era conveniente visitar esa nación durante la emergencia; sino esperar hasta una visita ya organizada para este verano. Pero fueron varios los médicos que se pusieron a la disposición de Padilla. Además, compañías y galenos de Texas, en su carácter particular, comenzaron a donar dinero a su fundación Hope Internacional Medical Missions, una institución sin fines de lucro dedicada a realizar misiones médicas a países en vías de desarrollo.



La misión requirió una inversión de $375,000 para el pago de pasajes, la transportación y alojamiento; además del envío al vecino país de equipo médico y plantas eléctricas, entre otros. Se realizaron 400 cirugías, 25 por ciento relacionadas directamente al terremoto, mientras que el resto de los pacientes confrontaban problemas crónicos que nunca se habían tratado como hernias, quistes en los senos e infecciones vaginales y de la piel por la pobre higiene, entre otros. En total, 7,000 personas recibieron servicios, ya que se brindó también mucha ayuda sicológica y espiritual.



El doctor Caro no pertenece a la iglesia pero ya había visitado Haití en el 2007 y 2009, invitado por los misioneros, para ofrecer sus servicios como anestesiólogo. Pero, en esta ocasión, el galeno optó por ir al país en calidad de siquiatra. Allí trató y medicó a muchos por desórdenes de ansiedad como resultado del terremoto. Otros presentaban traumas porque tuvieron que pasar por nuevos procesos de cirugía. Médicos cubanos que ofrecen servicio indefinido en el hospital de Fort Liberté les dan seguimiento a esos pacientes.



“La infraestructura haitiana es rústica, la mayoría de las calles no están pavimentadas, no hay agua potable ni alcantarillado, la energía eléctrica está limitada a partes de la ciudad en horario de 6:00 p.m. a 12:00 de la medianoche. Los haitianos almacenan la comida, pero por no tener electricidad no la refrigeran. Cocinan con leña y por eso hay tanta deforestación. Utilizan linternas, gas y velas para alumbrarse,” narró Caro sobre la vida de este pueblo abatido a través de la historia por desastres naturales, dictaduras, extrema pobreza, violencia y analfabetismo. Añadió que, dentro de todo, después del terremoto, ahora todos han puesto los ojos en Haití, lo que estima positivo.




Foto suministrada/ASLAN Youth Ministries

Por su parte, Padilla resume lo ocurrido en el país hermano de la siguiente manera: “vimos mucho problema psiquiátrico y espiritual. Estaban deprimidos y buscando algo que no ven hace tiempo. Venían a ti sin un problema médico, pero con el corazón vacío ante tanta tragedia. Ellos son amigables, pero los pueden herir fácilmente. Tanto sufrimiento los ha hecho frágiles… pero este es un buen momento para que organicen su vida y su país”.



*Para conocer más o para donar a Hope Internacional Medical Missions, acceda RGVHelpsHaiti.com. Para conocer más sobre ASLAN Youth Ministries y leer el blog de la misión acceda: http://www.theforgottenpeople.typepad.com

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