miércoles, 9 de junio de 2010

Crudo relato de agresión sexual

09 Junio 2010

El maestro Luis Avilés Rivera, al salir ayer del tribunal, dijo sentirse tranquilo a pesar de que tendrá que enfrentar juicio.Por Eugenio Hopgood Dávila / ehopgood@elnuevodia.com

“Ten cuidado, que el maestro se puso fresco”.

Tal fue la escalofriante expresión con la cual una de las alumnas del sexto grado de la escuela Pepita Garriga de Caguas previno a la compañerita que le seguía en turno para entrar al salón de educación física, donde el maestro, de 57 años de edad, tras ordenar que cerrara la puerta con seguro “verificaría” su talla para el uniforme deportivo que se les iba a proveer.

Así lo declaró ayer en el Tribunal de Caguas la agente de la División de Delitos Sexuales de la Policía, Migdalia Dávila Colón, quien investigó el caso de las seis niñas de entre diez y once años de edad, presuntamente manoseadas por el maestro Luis Avilés Rivera, con 18 años de experiencia.

Después de escuchar los testimonios de Dávila Colón y de una maestra, el juez Reinaldo Catinchi determinó causa probable para juicio contra Avilés Rivera por seis cargos de actos lascivos. No obstante, no halló causa por seis cargos de maltrato institucional.

El abogado Carlos Morel argumentó, en causa perdida, que no se había probado los actos lascivos porque “no hay prueba de excitación”. Como parte de su exposición, el abogado emitió en sala los sonidos guturales como de un varón en pleno clímax sexual, aparentemente para ilustrarle al juez los sonidos lascivos que debió haber producido su cliente de haber sido cierto que se excitó al manosear a las niñas.

Ayer mediante el testimonio de la agente, trascendieron los actos específicos imputados a Avilés, ya que las víctimas declararon en mayo, sin público en sala, pero también sin el beneficio de circuito cerrado para no tener que estar frente al alegado agresor.

La agente declaró que Avilés les dijo a las niñas que esperaran afuera del salón y que el las llamaría, una a una, para tomarle las medidas para el uniforme de deportes que mandaría a hacer.

La niña “A” relató que cuando entró al salón el maestro le preguntó cuál era su talla y ella respondió 10-12. “No te creo, súbete la falda. Con ese c... tan grande que tú tienes, no te creo”, le habría dicho Avilés según relató la agente.

Entonces Avilés agarró las nalgas de la nena mientras “verificaba” la etiqueta de la talla en los pantis de la menor. “No me hagas eso”, habría dicho la niña y el maestro respondió que “no va a pasar nada” y le ordenó que llamara a la próxima estudiante, según Dávila.

La niña “B” dijo que Avilés le hizo el mismo procedimiento, prometió que la nombraría capitana del equipo y le tocó las nalgas, dijo la agente. Dávila declaró que la niña “C” sintió que el maestro al “verificarle la talla” (siempre en el panti) “la estaba rozando, le subió y bajó las manos por sus piernas y muslos y sintió que llegaba a la parte de la vulva”, dijo la agente, quien describió a la estudiante como “extremadamente nerviosa” en la entrevista.

El manoseo en las nalgas también fue sufrido por la niña “C”, quien le dijo a la agente que “sintió mucho miedo y no se atrevió decírselo rápidamente a sus papás porque éstos le habían dicho que no se dejara tocar por nadie”, según Dávila.

Lo mismo ocurrió a “D” mientras que a la niña “E” también le agregó comentarios de que “tenía el c... grande” y que estaba “bien desarrollada”, declaró Dávila.

La agente declaró que el maestro le admitió en una entrevista, después de haberle advertido de sus derechos, que “les pidió que se subieran las faldas para verificar el ‘size’ de sus pantis y que pudo haber mirado y pudo haber tocado”. Avilés dijo que las niñas eran buenas estudiantes y atletas y su justificación fue que “no había tenido tiempo para enviar cartas a los padres para preguntar el ‘size’ de las estudiantes”.

“Si”, respondió Avilés al salir de la vista cuando se le preguntó si se sentía tranquilo tras lo declarado en sala. La esposa del maestro se sentó en la banca número siete mientras él estaba en la primera y se fue antes que su esposo, quien la miró con expresión sufrida cuando la agente declaró sobre el primer manoseo a las niñas. El juicio fue señalado para el 17 de agosto.

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