martes, 29 de diciembre de 2009
Jessica Pérez Cámara / Para Primera Hora
Si bien dicen que año nuevo es vida nueva, a Griselda Verdejo este refrán no le puede quedar mejor. Si el 2009 fue un año crucial en la vida de esta paciente de obesidad mórbida, del año que se avecina, ni hablar.
El 2009 se lleva consigo las 164 libras de peso que ha perdido Griselda Verdejo, a nueve meses de haberse sometido a una reducción de estómago en el estado de la Florida. Se supone que, tras bajar 200 libras, sea elegible para realizarse un bypass gástrico, opción que evalúa.
“Si Dios me sigue abriendo puertas, me la hago. Si no, pues, yo creo que hasta ahora, como voy, he salido bastante bien; he superado las expectativas que tenía de mí misma”, reflexiona.
De hacérsela, dice, “no tiene miedo, en lo absoluto”.
Este diario pudo confirmar que la transformación de Griselda trasciende las barreras físicas que aún lucha por derribar. Ahora, la mujer que pesaba 650 libras luce relajada y disfruta de más libertad. Su dependencia de los demás ha disminuido considerablemente. Ya no necesita cargar con una silla de su comedor para arriba y para abajo. Lo único que la frena un poco es la elefantiasis -desarrollada tras una celulitis en 1993- que padece en una pierna, condición que espera tratar tan pronto el médico se lo indique.
Tampoco necesita los medicamentos que ingería para la diabetes y la alta presión. Ya no tiene que tomar medicinas; su dieta ha sido la clave.
“Aprendí a comer saludable, ni dulces, ni harinas, salvo un poco de arroz”, dice. Las porciones que ingiere oscilan entre las 6 y 8 onzas.
En esta época festiva no ha provocado excepciones a su dieta. “Yo he visto que lo que he hecho ha valido la pena y eso me hace querer continuar”, comenta decidida.
La mujer, de una fe inquebrantable, piensa despedir el año con su familia y en la iglesia Príncipe de Paz, en Bayamón, de cuyas actividades ahora puede participar porque puede bailar, brincar, e incluso algo tan sencillo como ver el servicio religioso de pie.
De esta increíble determinación es testigo su esposo, José de la Rosa.
“Ella se cocina, se hace sus cositas, sus avenas por la mañana, que antes no podía... Ya puede montarse en el carro, en el que antes no cabía; antes no había manera de meterla y ahora se mete solita”, comparte el esposo.
Hará campaña
Griselda desea elevar su voz y llegar a todo aquel que esté en su misma situación. A través de su historia -reseñada a lo largo de este año en Primera Hora- ha conocido muchos pacientes de esta enfermedad y les ha brindado su apoyo.
Por eso quiere que, en este nuevo año, “se sepa que hay unas necesidades de calidad de vida, de que la sociedad se percate de que hay unas necesidades que hay que cubrir; (los pacientes de obesidad mórbida) están en depresión, se sienten solos, se quieren matar... La gente que ve una persona obesa se burla de ella, y si tú no tienes la capacidad de ignorar a la gente que se burla de ti... Yo no me tomo el tiempo para escuchar cosas como una burla, porque la persona que hace eso es menos que uno... No tengo que escuchar tonterías”, afirma con tesón.
Y de que lo hará, de eso no hay dudas; estamos hablando de Griselda Verdejo
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