jueves, 17 de diciembre de 2009
Jessica Pérez Cámara
Primera Hora
El balcón de la humilde residencia en el barrio Collores donde vive y trabaja el maestro Osiris Zambrana es fiel testigo del centenario arte de confeccionar güiros puertorriqueños que ahí labra y que, con mucho orgullo, ha logrado exportar al mundo entero, desmitificándolo como un instrumento rústico de antaño y posicionándolo como uno de calibre internacional.
El prodigioso labrador del marimbo, fruto que se talla para darle sonido al centenario instrumento seguidor, ha recorrido el mundo gracias a su talento.
Uno de esos viajes lo marcó para siempre cuando tuvo la oportunidad de viajar a Roma y hacerle entrega de un güiro, en audiencia privada, al fenecido papa Juan Pablo II en el 2001. “En el Vaticano hay un güiro de este servidor”, dice con orgullo y humildad. “Era un güiro blanco cultivado aquí mismo en mi barrio. Medía algunas 20 pulgadas y era un güiro exquisito”, relata.
El puyero, explica, tenía una mancha natural en la madera con forma de una bota, como el mapa de Italia.
Por estos logros, se dedica en cuerpo y alma a este menester, cultiva sus propios marimbos -aunque también los compra-, toca en un grupo musical y forma parte de la caravana de los tradicionales Reyes Magos de Juana Díaz.
Para el artesano, dedicarse a esto es trascender fronteras. “Es un instrumento que uno lo ve de una clase social per se; cuando hablan del güiro hablan del jíbaro, del campo, del humilde. Pero no, el güiro ha llegado a las grandes ciudades, ha tocado con las sinfónicas, en el Carnegie Hall, en el Blue Note...”, destaca. Parte de esto se lo atribuye a su labor y a que ha trabajado “en sacarlo, en lo musical y lo artesanal, de donde estaba. Lo tenían encajonado en parte de la época navideña y en una clase social en específico”, dice Zambrana sobre el instrumento al que considera como el único capaz de acompañar cualquier tipo de música, en cualquier tono, sin necesidad de afinación.
Varios pasos
Tratamiento del marimbo: El güiro se debe coger en la fase cuarto menguante de la luna. Se pone a secar por dos semanas en lo que el pellejo se pone blando (el güiro produce una pelusa que no se debe sacar, sale por sí sola). Se raspa y se pone a secar a la sombra. El güiro se torna marrón claro y se le mueve la semilla, se pone al sol caliente; si se hace antes, se daña.
Güiro: Con un lápiz se traza una línea desde el final del marimbo al pezón y otra línea paralela al lado contrario tomando en cuenta la distancia de la yema de los dedos a la palma de la mano para delimitar las rayas.
Rayado: Se hace a mano con una lima de amolar machetes número 12, de tres caras en diamante. Se marca con cuidado de que no se crucen las líneas. Se raya de extremo a extremo con un margen pequeño estético.
Rotos: Al güiro profesional no se le hacen rotos porque la acústica es exterior. Tampoco se debe pintar, porque se tapa la porosidad y pierde sonido.
Puya: Para hacer el cabo se corta la madera con una sierra de bamba, se le da forma con una caladora y se lleva a una pulidora. Se le inserta cuerdas de piano de acero quirúrgico de .042 de grosor. Se deben colocar del centro hacia afuera. La medida es a discreción. Se martillan poco a poco y se enderezan. Se cortan con una pinza y se llevan a una pulidora para quitar el exceso. Si la madera es muy dura, se barrena.
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