lunes, 8 de junio de 2009

A Jonathan Román Rivera se le hace difícil pasar la página

lunes, 8 de junio de 2009
Bárbara J. figueroa rosa
Primera Hora

Muchos pensarían que la pesadilla que sufrió Jonathan Román Rivera al ser condenado a 105 años de cárcel y pasar ocho meses injustamente encerrado por el asesinato del empresario canadiense Adam Anhang culminó hace un año, precisamente un día como hoy, cuando fue liberado por las autoridades.

Sin embargo, el humilde joven de La Perla reconoce que, aunque está agradecido “por el milagro que Dios hizo”, el dolor que le causó el encierro sigue latente, lo perturba y lo mantiene aún cautivo.
Con sus padres Alberto Román y Myrta Rivera como testigos, conversamos con Jonathan sobre su libertad y las emociones que ha enfrentado desde aquella tarde cuando fue recibido entre abrazos y vítores por su gente del barrio.

¿Qué viene a tu mente al recordar aquel momento?
La pesadilla que tuve que vivir, eso es algo que no se olvida.
Es que fue un proceso difícil...
Ése fue el momento más difícil de mi vida y las cosas malas no se olvidan.

¿Qué fue lo peor?
Todo fue lo peor. De principio a fin. Yo pasé el Día de las Madres sin que me dejaran darle un abrazo a mi mai. Lo mismo pasó en despedida de año. Allí, hasta el hombre más frío y duro llora.
¿Todavía lloras?
Hay par de lágrimas que saltan... es que uno no se olvida.

¿Has buscado ayuda psicológica?
He ido y tengo que seguir yendo, porque no es fácil.
Y es que al capricorniano de 26 años el sufrimiento lo sacudió tanto emocionalmente que, en ocasiones, imagina que aún sigue encarcelado.
“Me afectó tanto estar preso que siempre estoy en mi cuarto trancao y casi no salgo. Entonces, cuando me doy cuenta, digo: ‘Espérate, Jonathan, tienes que salir porque ya tú no estás en la cárcel’”, confesó, mientras sus padres escuchaban al benjamín de tres varones relatar su experiencia.

En cuanto a los verdaderos autores del crimen que por poco lo hacen pasar el resto de sus días en la cárcel, no tiene mucho que comentar. Jonathan deja “en manos de Dios” el futuro de Alex “el Loco” Pabón y Áurea Vázquez Rijos, quienes finalmente fueron acusados por conspirar para asesinar al empresario. El primero está preso y la segunda permanece fugitiva en Italia.
¿Perdonarías a Álex “el Loco”?
(Respira profundo y piensa por unos segundos) Quien perdona es Dios... fue difícil lo que pasé. Pero no tengo rencor.

¿Qué le dirías si lo tuvieras de frente?
Que no pierda la fe, si es que la tiene, y que Dios lo bendiga.sufrimiento familiar
El proceso ha sido tedioso, en especial para doña Myrta, su madre, quien todavía llora cuando observa los titulares de prensa que tiene archivados y que hilvanan página a página la increíble historia que vivió su hijo.
“Míralo aquí cuando me lo arrestaron”, dijo entre sollozos señalando un reportaje en el que Jonathan luce cabizbajo.
“Podrán pasar mil años, pero estas imágenes y estas historias yo nunca las voy a olvidar porque, más que nada, representan la lucha de una madre que buscaba justicia y verdad con su hijo”, expresó.aconseja al corillo
Una de las cosas que Jonathan dijo públicamente cuando fue liberado, era el interés que tenía de convertir su historia en un ejemplo para los muchachos de su barrio. Y cumplió su promesa.

¿Qué les dices a los muchachos?
Siempre les estoy hablando de lo que me pasó y lo mucho que sufrí. A los nenes les doy consejo para que no vayan a caer allí (en la cárcel) ni de chiste.Sueña en grande
Como todo joven, Jonathan tiene aspiraciones y sueña con un futuro prometedor, incluyendo desarrollarse en la música, una de sus pasiones.

¿Cuáles son tus planes para los próximos años?
Quiero seguir trabajando para saldar par de deudas que tengo y ponerme a estudiar.
¿En qué área te gustaría desarrollarte?
Las computadoras me encantan y quiero aprender más sobre ellas.

¿Y tu faceta de músico?
Me considero un músico y el piano es mi pasión. De hecho, estaba cogiendo clases, pero tuve que dejarlas porque la economía está mala.
Mientras pone sus metas en marcha, el joven sigue trabajando como guardia de seguridad en un estacionamiento en Santurce.

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