lunes, 8 de junio de 2009

En contra de los estigmas

lunes, 8 de junio de 2009
Primera Hora

Un reto por delante
Muchos de sus amigos murieron de sida, mientras otras personas se atrevieron a decirle que se quemaría en el infierno por su preferencia sexual. Buscó el respaldo de amistades homosexuales y heterosexuales que la aceptaban sin prejuicios.

A mediados de los años 80, declaró su atracción por las mujeres, pero parecían ser pocos los que comprendían que la preferencia sexual es tan natural como respirar o sonreír.
Ahora la programadora de computadoras y escritora de poesía erótica lésbica, Aixa Ardín Pauneto, de 41 años, considera que el Gobierno se está tornando en una gran iglesia donde las arengas de algunos legisladores conservadores resuenan más como sermones.

No obstante, la artista considera que cada vez hay más padres dispuestos a entender la preferencia sexual de sus hijos, muchos de los cuales desconocen el discrimen a que fue sujeta la comunidad gay en el pasado. “Estamos ante un reto. Nos tenemos que dar cuenta que el mundo está cambiando; pero, si no estamos dispuestos a cambiar, nos vamos a quedar con lo peor”, sostuvo.

Ella se casó con otra mujer en Canadá, pero ahora no puede divorciarse en la Isla, ya que el estado de derecho no reconoce el matrimonio entre personas del mismo sexo.
“Para mí, el matrimonio es un contrato que se basa en un compromiso afectivo. Es un contrato legal que me da ciertos derechos en mi país”, dijo.

Lucha sin descanso
Se sentía aislado, incluso, de muchas de sus amistades y familiares, hasta que comenzó a leer sobre la homosexualidad a través de la red. Encontró escritos que tipificaban su preferencia sexual como una “aberración” y otros con argumentos lógicos y contundentes sobre el proceso natural que lleva a una persona a sentir una atracción sexual por otra del mismo sexo. Ante la ausencia de figuras públicas que reconocen su homosexualidad, Roberto Pastrana, de 23 años, no se identificaba con nadie en el Gobierno, pese a su interés en la política, ni en la industria local de los medios de comunicación.

Pero los avances de derechos civiles que ha logrado la comunidad gay en el exterior le han servido como una fuente de inspiración.
Ahora cabildea para mejorar las condiciones de la comunidad gay.
“Siempre tenemos que estar luchando por nuestros derechos”, dijo Pastrana, de la junta coordinadora de Puerto Rico para Todos, que lucha por los derechos de los gays.
“Ante los avances para reconocer los derechos (de la comunidad gay), hay resentimiento por parte de grupos fundamentalistas”, apuntó.
“La ola de fundamentalismo se debe, precisamente, a nuestros avances”, agregó.

Discrimen sin olvido
Lo golpeaban por sus manerismos, por cómo se vestía y hablaba. La transexual Nahomy Acosta Santos, de la región dominicana del Cibao, se llenó de valentía para admitir su preferencia sexual por los hombres. Era un adolescente que no encajaba en una sociedad conservadora, machista y religiosa, cuando se decidió por una vida sincera, pero que despertaría la ira de otros que no podían entender su transfiguración, su cruce de géneros. En Puerto Rico, la transexual también tuvo que defenderse prácticamente a diario de otros compañeros de clase que no podían aceptar su identidad transgénero. Peleaba a los puños. No quería que la llamaran “nena” ni que se mofaran. Abandonó la escuela en noveno grado, porque no aguantaba los insultos, las peleas y la falta de entendimiento.

Recibió más respaldo de la comunidad homosexual puertorriqueña, pero aun así la inmigrante dominicana es objeto de burla, discrimen y rechazo. “He sufrido muchísimo. La realidad es que somos el grupo más discriminado en Puerto Rico. Es muy difícil conseguir trabajo”, dijo la estilista, de 19 años, que se mudará a Filadelfia.

¿Fue difícil?
Tuve muchos problemas con mi familia. Mi madre no me entendía, pero ya sí... Mi familia me quiere, aunque no he podido ver a mis seis (medios) hermanos en la República Dominicana. Peleaba todos los días porque me llamaban nena.

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