martes, 26 de mayo de 2009

Nunca es tarde para aprender

martes, 26 de mayo de 2009
Libni Sanjurjo Meléndez
Primera Hora

En promedio, la persona aprende a leer y escribir en tres meses, como Marcos Clase Germoncé, que comenzará la segunda fase.

Entre la multitud de individuos que inundan los espacios públicos de Puerto Rico, aún hay almas que esconden una verdad que arrastran desde los años de infancia: nunca aprendieron a leer ni a escribir.

Fueron varias las razones que llevaron a un grupo de 35 adultos al programa de alfabetización Aprendo en Río Piedras del Centro de Acción Urbana Comunitaria y Empresarial (Cauce), coordinado por el recinto riopedrense de la Universidad de Puerto Rico (UPR).

Tenían que trabajar, cuidar a sus hermanos o hermanas, caminar largas distancias para llegar a la escuela, vivir con pocos recursos económicos o, simplemente, se les prohibió estudiar.
En la actualidad -el programa inició en noviembre de 2008-, la mayoría de los 35 participantes son inmigrantes de República Dominicana. Sólo cuatro son de Puerto Rico.

“Mis padres son bien pobres y la escuela me quedaba bastante lejos como de aquí (Río Piedras) a la cárcel federal, a pie”, compartió con Primera Hora uno de los participantes, Marcos Clase Germoncé.

Este hombre de 35 años, natural de Nagua (al norte de República Dominicana), sólo sabía escribir su nombre cuando llegó al programa coordinado por la candidata a doctorado en psicología de la UPR, Ana Luisa Baca Lobera.

Según la coordinadora, la psicología del desarrollo establece que si no se completa cierta habilidad a una edad determinada, será muy difícil aprenderla posteriormente. Así que el proceso de aprendizaje será más difícil para el adulto versus el niño o la niña, pero no imposible, subrayó.
En un salón con un grupo de siete estudiantes, la mayoría mujeres, el método holístico -aprender a leer, leyendo y a escribir, escribiendo- es la respuesta a la alfabetización de adultos en vez del aprendizaje de las letras o las sílabas, explicó Baca Lobera.

“Aprenden la palabra. Aquí dice farmacia, no f, a... Eso es muy confuso”, comentó.
Algo similar habían hecho algunos previo a su llegada al programa.
En promedio, la persona aprende a leer y escribir durante tres meses, dijo.
Ya Marcos cumplió la primera fase del programa y pretende seguir hacia la segunda. “He aprendido mucho”, comentó el hombre que perdió su mano izquierda a causa de una descarga eléctrica.
Marcos, que solía trabajar en construcción, no se vio obligado a dominar ambas destrezas hasta que solicitó empleo de guardia de seguridad.

“Le dije que no sabía mucho y quizás por eso no me llamaron... Por eso decidí estudiar”, recordó antes de acceder a leer, con algo de dificultad aún, la fecha que antes había escrito.
Al igual que él, muchos de los participantes han trabajado en empleos donde no les era indispensable saber leer ni escribir, como la construcción o el cuido de personas, destacó Baca Lobera.

Círculos de lectura, que otros te lean, y la práctica, complementarán los conocimientos aprendidos en el salón.
Para 1990, el índice de analfabetismo en Puerto Rico alcanzaba el 10.3%, según el Censo federal de ese año, el más reciente con ese tipo de data.

Información más actualizada, además, revela que para el 2004-2005, un total de 2,064 personas estaban matriculadas en cursos de alfabetización de adultos en la Isla, según datos recopilados por Tendenciaspr.com.

A nivel mundial, las estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) revelan que al menos 861 millones de personas o el 20% de los adultos del mundo no saben leer ni escribir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario