lunes, 9 de marzo de 2009

Ojo a las señales de la violencia en el noviazgo

Por Zenaida Ramos Ramos
El Vocero (ESCENARIO)
09 de marzo de 2009 04:00 am

Durante el noviazgo, la pareja comparte en diversas actividades y situaciones cotidianas, además de prepararse para el casamiento o la convivencia.

Pero la alegría de haber encontrado “la media naranja”, en algunos casos, se torna en tristeza cuando surge la violencia física, verbal o sexual que erosiona la confianza y el amor.Los delitos por actos lascivos o por violación oscilan entre 50 y 80 casos anuales en la Isla, es decir, un promedio de un caso cada cinco a siete días; y se calcula que el 30 por ciento está relacionado con menores de edad, reveló el sexólogo Juan C. Malavé durante el Vigésimoprimer Simposio Universitario sobre Educación Sexual que se efectuó la semana pasada en la Universidad de Puerto Rico, en Cayey.

“Somos una sociedad violenta y más en el área de la sexualidad. De esos 50 y 80 anuales, el 30 por ciento, de alguna forma, está relacionado con menores de 18 años”, indicó Malavé, presidente de la Asociación de Profesionales de Sexología, en su conferencia “Violencia sexual en el noviazgo y adolescencia”.La crianza, el comportamiento del hombre machista aceptado por la sociedad y hasta refranes o dichos populares pueden reforzar la violencia sexual en el noviazgo, según el conferenciante.

“Pequeños ejemplos generalizados pueden estar programados en nuestras adolescentes, como parte de lo aceptado socialmente en una relación de noviazgo. Los sucesos de violencia, un gran por ciento, se establecen en dos barreras comunicativas: el poder y el control”, explicó.Los refranes “el que bien te quiere te hará llorar”; “para amar hay que sufrir”; “es normal que el chico te pida una prueba de amor” y “las mujeres están más capacitadas para soportar el dolor” refuerzan continuamente la percepción errónea sobre el papel de la mujer en las relaciones amorosas y la condicionan a aceptar maltrato y violencia de parte de su novio.

“Definitivamente, estas programaciones mentales aprovechadas por los agresores en una relación de pareja desarrollan unas expectativas falsas de lo que se espera en el noviazgo. Desgraciadamente, estas modificaciones mentales son aprovechadas por los identificados como agresores”, afirmó Malavé, quien obtuvo un diploma en Sexología General de la Asociación de Sicología de Madrid, España.El agresor no se torna violento de la noche a la mañana, citó la hipótesis del profesor Ricardo Badillo.

“El proceso de la persona violenta, generalmente, se da en el desarrollo, en la socialización dentro de la adolescencia…”Creer que el amor todo lo tolera puede conllevar a aceptar actos violentos de parte del novio o de la novia. “En nombre del amor algunas mujeres jóvenes y adolescentes toleran muchos tipos de agresiones y aceptan comportamientos abusivos por parte de sus parejas. En el proceso del noviazgo pueden haber varias señales de violencia y agresión sexual que pueden ser confundidas como verdaderas expresiones de preocupación y cariño”, advirtió.

Para educar a las adolescentes y a los adolescentes sobre la sexualidad sana y evitar que sean parte de actos violentos en el noviazgo, Malavé recomendó que el Gobierno y la sociedad reconozcan los derechos de las jóvenes y los jóvenes, incluyendo sus derechos sexuales reproductivos y que se cumpla con la Ley 149 de 1999, del Departamento de Educación Pública en la que se establece en el Artículo 3.04 la enseñanza de la educación sexual:“Las escuelas, con el asesoramiento del Departamento, implantarán programas de educación sexual para sus estudiantes.

Estos harán énfasis en los aspectos fisiológicos y emocionales de la relación sexual, al igual que en las responsabilidades familiares adscritas a las mismas y en los riesgos que conlleva dicha relación”.También sugirió institucionalizar en las universidades cursos obligatorios de sexualidad y una Secretaría Auxiliar de Sexualidad Humana en el Departamento de Salud, revisar los currículos y “realizar estudios correlacionales que establezcan la relación de las variables de género sexual, autoestima, educación, nivel socioeconómico y la violencia sexual en la adolescencia”.

En Puerto Rico, hay 305,000 niños y adolescentes de 10 a 14 años; 184 mil de 15 a 17 años. “Es decir casi medio millón de jóvenes de 10 a 17 años, lo que representa el 13 por ciento de la población”, informó Malavé.Atención a los indicadoresLas adolescentes y la mujer en general deben estar pendientes a ciertas señales que indican un posible comportamiento violento de parte de su novio.

El sexólogo Malavé mencionó las siguientes:
1. Celos frecuentes y muchas veces sin bases sustanciales de tus amigas/os, compañeros/os de estudio o familiares.
2. Te ha besado y/o acariciado sin tu consentimiento.
3. Te ha investigado tus escritos, agenda, diario o correo electrónico para conocer información íntima.
4. Te han hecho sentir miedo sus reacciones en una discusión.
5. Te ha presionado para tener relaciones sexuales.
6. No te autoriza a salir con tus amigos/as, sino le pides permiso para hacerlo.
7. Te dice cómo vestir y te culpa de provocar a los demás y asegura que lo que te dice lo hace por tu protección.
8. Si tienen relaciones sexuales, él decide cuándo y cómo tenerlas.
9. No es responsable de los métodos de control de embarazos o para evitar las enfermedades de transmisión sexual.
10. Es receptivo a tener relaciones o juegos sexuales con otras mujeres, aun tú estando enterada.
11. Piensa que el hombre es de la calle y la mujer de su casa.
12. Cuando decides terminar o le dices que algo anda mal asume rápidamente que tienes otra persona y te hace sentir culpable de que las cosas estén así.
13. Te trata mal, te ofende o te humilla frente a tus amistades, sobre todo, refiriéndose a tu físico.
14. Tiene mal carácter la mayor parte del tiempo y te culpa a ti de ello.

El sexólogo Malavé indicó que si usted obtiene tres indicaciones, refleja una posible situación de violencia sexual en el noviazgo. Obtener de cuatro a siete indicaciones refleja una situación muy preocupante y más de siete indica que podría estar padeciendo de un trauma o problema sicológico.

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