viernes, 20 de febrero de 2009

Placer Oculto

viernes, 20 de febrero de 2009
Alejandra M. Jover Tovar
Primera Hora

Ver una pantalla en la nariz o en la ceja ya es algo común. Los más hardcore se hacen perforaciones en las mejillas, el tabique de la nariz o los pezones, y pocos se dejan impresionar por estas acciones que algunos ven como un acto de “rebeldía”.
Pero, ¿y si vamos más allá? Digamos, hacia el sur...

Si mencionas la idea de un piercing genital, la mayoría pone cara de intenso dolor. Y es que hacerse una perforación en nuestras partes más sensibles puede parecer un acto de barbarismo. Sin embargo, esta modalidad está ganando adeptos, si bien muy callados en sus preferencias.

Los amantes de las perforacciones corporales justifican los piercings genitales como una alternativa para lograr más placer sexual. En el otro lado del espectro, están los profesionales de la medicina, que los consideran innecesarios y peligrosos, y reiteran que los riesgos exceden los supuestos beneficios.

Dolor por placer
No hay estadísticas de cuántas personas reciben estos procedimientos en la Isla. Sin embargo, en lo que sí coincidieron varios dueños de tattoo parlors -donde se realizan estas perforaciones- consultados por A tu manera es que la gran mayoría de la clientela es femenina.
Joan Sierra, de Xtreme Body Arts, en Mayagüez, indicó que no realiza muchos procedimientos al año (máximo cinco), pero que, curiosamente, las mujeres llegan con sus parejas y son ellos los que las impulsan a realizarse el piercing, para que aumenten su placer.

“Los hombres preguntan, pero realmente no se lo hacen. En cuanto a beneficios, lo que podría decir es que (quien se hace la perforación) es más atrevida o, tal vez, más activa sexualmente”, señala Sierra.

Arnaldo Santiago, de Inter Price Tattoo Body Piercing, en Carolina, estima los hace alrededor de dos veces al año y “la mayoría son nenas”, recalca. “Piden aritos y la U, y los hago donde ella lo pida”. Cabe señalar que para hacer un piercing no se usa anestesia -para ello, se requiere ser anestesiólogo-.

Alfredo Pabón, de Cutting Edge Tattoos & Body Piercing Supply, en Bayamón, indicó que sí ha hecho bastantes perforaciones y que “casi siempre vienen preguntando por pantallas y van en secuencia, bajando... y me doy cuenta de dónde quieren llegar”.

No lo justifican
Médicamente, el valor de realizarse una perforación genital es inexistente. “Posiblemente, genera un componente de erotismo humano a nivel psicológico, pero desde el punto de vista biológico o físico, la posibilidad de un aumento de estímulo por fricción está desbalanceada con el riesgo de infección”, explica Carmen Ortiz Roque, ginecóloga obstetra y epidemióloga. “La gente no quiere aceptar los riesgos, pero toda persona que tenga tatuajes o piercings tiene un alto riesgo de (contraer) hepatitis”, recalca.

El caso de los hombres no es distinto. “El mecanismo de la erección tiene que ver con el sistema nervioso, hormonas y (el sistema) vascular, y no creo que (un piercing) aumente más la erección o la afecte”, señaló Norman de la Rosa, residente de urología de quinto año en el Recinto de Ciencias Médicas de la UPR. “Además, si se lo ponen en un área donde pasan nervios, puede ser que pierda sensación”, explica.

Ortiz Roque hizo hincapié en que las personas que hacen los piercings y los tatuajes no son profesionales de la salud. “Yo, como ginecóloga, cuestiono su conocimiento de neurología, sexología y ginecología para saber dónde están poniendo los piercings o implantes subcutáneos”.
¿En verdad, se goza más?

El argumento de que estas perforaciones causan mayor placer sexual no tiene que ser, necesariamente, una leyenda urbana, de acuerdo con la sexóloga Carmen Valcárcel. “Sí hay ciertos piercings, dependiendo del lugar, que pueden estimular y aumentar la sensación”, explica la doctora. “En el caso de las mujeres, no es nada del otro mundo excepto que en el momento del coito, porque hay algo extraño rozando el área, como un minidildo, y aumenta las posibilidades de estímulo”, recalca.

En cuanto a los hombres, “usualmente, se los hacen pensando en complacer a la pareja, pero pueden quedar en áreas que realmente no estimulan ni provocan placer,” comenta Valcárcel.

Riesgos al hacerse un piercing:
Infecciones
Necrosis
Síndrome de choque tóxico
Celulitis
Meningitis
VIH
Herpes
Daño a los nervios
Hemorragias
Placer a la medida

La creatividad reina al momento de bautizar un piercing genital, de acuerdo con su ubicación. A continuación, algunos de los más buscados

En mujeres

Clitoris hood: Es el más solicitado. Normalmente, se hace con un aro que atraviesa la parte superior del clítoris y cae sobre la entrada de la uretra, maximizando el roce. Tiempo de sanación: 2 a 4 semanas

Clítoris: Es relativamente raro y altamente peligroso, porque atraviesa el clítoris mismo y podría causar daño a los nervios. Tiempo de sanación: 4 a 6 semanas

Christina: Barra curveada que empieza en el pubis y termina en la unión de los labios mayores. Tiempo de sanación: 3 a 4 meses.

Fourchette: Ubicado en la parte inferior de la vagina, cerca del ano. Tiempo de sanación: 2 a 3 meses

Labios menores y mayores: Ocupan el segundo lugar en popularidad. Normalmente, son aros ubicados en los labios vaginales. Tiempo de sanación: 2 a 3 meses

En hombres
Prince Albert: El más solicitado, consiste en una barra curveada o aro que entra por la uretra y sale por la parte inferior del glande. La versión reverse Prince Albert es muy parecida, pero el aro o barra pasa por la parte superior del glande. Tiempo de sanación: 2 a 4 semanas

Dydoe: Consiste en pequeñas barras que atraviesan el surco del glande. Tiempo de sanación: 4 a 6 meses

Lorum: Perforación en la base del pene, consistente en un aro o barra que descansa sobre los testículos. Tiempo de sanación: 1 a 3 meses

Prepucio: Se ubica en la piel que recubre el pene -por lo que, obviamente, el cliente no puede haber sido circuncidado-. Se considera el equivalente del clitoris hood en las mujeres. Tiempo de sanación: 2 a 3 meses

Ampallang: Barra que atraviesa horizontalmente el glande. La versión vertical es el Apadravya. Tiempo de sanación: 4 a 6 meses.

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