lunes, 16 de febrero de 2009

Manos de afuera para cafe boricua

lunes, 16 de febrero de 2009
Maritza Díaz Alcaide
Primera Hora

El café boricua volverá a ser recolectado por manos extranjeras.
Según el secretario de Agricultura, Javier Rivera Aquino, la importación de braceros de otros países es inevitable porque existe un riesgo real de que se pierda buena parte de la próxima cosecha y nuestro sitial de productor de uno de los cafés más preciados del mundo.
En entrevista exclusiva con Primera Hora, Rivera Aquino develó que Puerto Rico proyecta traer de 500 a 700 extranjeros para que conformen un plan piloto de recogida del grano.

El primer grupo estaría llegando a la Isla en el otoño.
“Si miras a la República Dominicana, allí los que pican caña y recogen café son los haitianos, porque ya el nivel de vida de los dominicanos ha ido cambiando”, señaló el titular de Agricultura, quien está plenamente convencido de que la Isla no tiene otro remedio que emular a otros países.

En Puerto Rico, dijo, hay una realidad inescapable a la altura del siglo XXI: la mayoría de los boricuas no está dispuesta a realizar trabajos que conlleven un gran sacrificio físico, como la construcción y ciertas labores relacionadas con el agro.

Explicó que a los braceros del café, que vendrían mayormente de la República Dominicana, se les concederá una visa de trabajo A-1, que debe asegurar su retorno a su país de origen cuando culmine la faena de la cosecha.

En el pasado, la industria del café buscó nutrirse de manos dominicanas. Muchos llegaron a las montañas puertorriqueñas, pero a los pocos días enfilaron camino hacia San Juan a realizar labores de manera ilegal.

¿Qué garantía hay de que ahora no ocurra lo mismo?
Rivera Aquino insiste en que ahora la situación es distinta.
Mencionó que a la Isla vinieron muchos braceros ilegales, pero a éstos ahora lo que les conviene es aprovechar el cambio de divisas y que se les pague el mismo salario mínimo que a los puertorriqueños.

Un bracero boricua cobra $4 por almud recolectado y $5 si recoge el grano maduro.
Completado el trabajo en las fincas, el Secretario está seguro de que los trabajadores extranjeros abandonarán la Isla.
Según explicó, Puerto Rico no sólo necesita de manos prestas a recoger el café, si no que también se garantice una selección adecuada de granos maduros, que son los que proveen el llamado café “selecto”.
Puerto Rico, dijo Rivera Aquino, tiene que moverse a ese mercado gourmet, porque es el que más paga cuando se exporta el producto.

No vamos a inventar
Ante la crisis económica que enfrenta el Gobierno, y el país en general, “no es hora de inventar”, insistió.

El momento, sostuvo, llama a hacer negocios agrícolas que “sean verdaderamente exitosos”, con los productos que ya sabemos que son del gusto del consumidor puertorriqueño.
En esa ecuación, aventuras como la crianza de avestruces o la siembra de arroz no tienen cabida, por lo menos, en cuanto a la concesión de subsidios del Gobierno se refiere, admitió el funcionario en una extensa conversación con Primera Hora sobre sus planes para la agencia.

El titular de Agricultura debuta en el cargo como un funcionario celoso de los fondos del Estado, que dice estar dispuesto a invertir sólo en aquellas instancias en que haya garantía de una producción de calidad, que sea además suficiente para satisfacer el mercado boricua.
Subsidios selectivos

Según Rivera Aquino, ya no se estarán concediendo incentivos salariales a tutiplén, sino que los mismos responderán, en parte, a un aumento en la producción.
“En café hemos estado invirtiendo millones de dólares en siembras nuevas, sin embargo, la producción cada año es menor. En los pasados 20 años, hemos dado los mismos $45 millones en incentivos y la realidad es que el número de agricultores es menor, la producción ha bajado y hay menos obreros. Eso tiene que cambiar”, recalcó, al anunciar que se propone computar este subsidio de una manera distinta.

La subvención de salarios no se puede seguir otorgando únicamente a base de las horas certificadas de empleo, dijo.
Una porción de ese subsidio tiene que pagarse en relación con los récords de producción que consiga el agricultor.

“Ese dinero no puede perderse; yo tengo que velar por el buen uso de los recursos del Estado”, dijo el titular de Agricultura, quien se describe a sí mismo como un férreo opositor de la “mentalidad de parcelero” que viene imperando en los últimos años en la agricultura puertorriqueña.

“La mentalidad ahora tiene que ser una de negocio, de ganar dinero, de tener consistencia, no sólo en la cantidad de lo que producimos, sino en la calidad de esa producción”, manifestó el Secretario.

El agricultor puertorriqueño, dijo, tendrá que proveerles valor añadido a sus productos, “porque el consumidor así lo exige en estos tiempos modernos”. Mencionó que el mercadeo de las carnes tiene que dirigirse, por ejemplo, a proveerle a la población un producto condimentado y listo para cocinarse. Lo mismo con los cítricos, que deben llegar a la mesa de los boricuas ya mondados y precortados, entre otras técnicas de tecnología de alimentos.

No al piloto de arroz
“Le damos la bienvenida a los proyectos innovadores, pero vamos a hacerlo con mucha cautela”, sentenció, al descartar que le vaya a dar continuidad al proyecto piloto de la pasada administración para sembrar arroz en la zona norte del país.
“No hace falta un piloto para saber que aquí se puede sembrar arroz. La pregunta es si eso es económicamente viable”, dijo.

Acerca de la crianza de avestruces, principalmente en la zona de Lajas, Rivera Aquino agregó que los agricultores interesados tienen que ser cuidadosos porque en otros países no ha tenido éxito.
“Creo que a poca gente ahora mismo le interesa comer de esa carne en Puerto Rico”, comentó.
El Secretario anunció que ante la crisis económica que aqueja a los agricultores, el Departamento estará ensayando próximamente con varias iniciativas dirigidas a que éstos no incurran en gastos excesivos para abrir un negocio.

Uno de los proyectos contempla el establecimiento de una serie de cocinas en distintos puntos de la Isla para el procesamiento de productos tales como vinagres, jaleas, bizcochos y otros.
Con esta medida, el pequeño empresario no sólo no tendrá que tomar prestadas grandes sumas de dinero, sino que obtendrá, de paso, las licencias sanitarias necesarias para poder vender su producción en los supermercados.

Rivera Aquino anunció que el Gobierno también estará alquilándoles terrenos a los agricultores para que inicien cultivos hidropónicos.
El alquiler incluirá la tecnología que requiere ese tipo de siembra.
Más que decepcionado
Rivera Aquino, de 37 años, llega al Departamento de Agricultura tras una profunda decepción con su paso por la Legislatura.

En la Legislatura fue representante durante el cuatrienio en que esa rama de gobierno cae en los niveles más bajos, el periodo del mal llamado “gobierno compartido”, entre 2005 y 2008.
Los recuerdos para el joven agricultor lareño son literalmente ingratos.
“Había muchas peleas, y no eran entre los legisladores de un partido y otro. Era el Senado contra la Cámara, la Legislatura contra el Ejecutivo, contra los alcaldes...”, dice mientras se lamenta de los cuatro años en que pudo confirmar que en “el Capitolio se habla mucho y se hace poco”.
En Agricultura, el ex legislador está más a gusto.

Dice que lleva consigo el don de la “diplomacia” y que se siente mucho más cómodo.
Ahora las decisiones no dependen de otros y trabaja con propuestas concretas que sueña ver plasmadas en la realidad.

Rivera Aquino se crió en la montaña, pero no entre agricultores. “Soy un agricultor de primera generación”, dice mientras explica que fue en Ohio, en la universidad de ese estado, en que se enamora de las actividades agrícolas.

El lareño llegó a Ohio con la intención de estudiar arquitectura, pero cedió a su instinto: el estudio de los suelos y la agricultura.

El Departamento no le es ajeno.
Lo conoce desde de la década de los 90, cuando trabajó con el programa de préstamos agrícolas. Más tarde, se desempeñó como director regional, pasando luego al mundo de la política, según dijo, porque los propios agricultores le pidieron que se convirtiera en su portavoz en la Legislatura.
Lo intentó, y tuvo éxito hasta cierta medida, porque logró que le aprobaran varios proyectos.
No fue, sin embargo, suficiente y ahora de nuevo quiere convertirse en interlocutor de los agricultores del país para conseguir que ese sector de nuestra economía brille de nuevo.
En sus manos está el reto.

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