lunes, 15 de diciembre de 2008

¡Ella lo sobreprotege!

lunes, 15 de diciembre de 2008
Rosa Escribano
Primera Hora

Cuidar por el bienestar de nuestros hijos es un aspecto que todo padre y madre responsable comparten. Sin embargo, en medidas extremas, esta protección se puede tornar perjudicial.
Mucho se habla de cómo sobreproteger a los hijos promueve conductas de inseguridad y problemas de falta de independencia en ellos, por mencionar sólo algunas consecuencias. Pero, más allá de esto, hay padres para quienes evitar este tipo de dinámica puede tornarse difícil. Un dilema parecido es el que está enfrentando la pareja compuesta por Pedro y Brenda respecto a su hijo Miguel Antonio, de siete años.

La situación
Según el matrimonio, el niño siempre ha manifestado ser muy tímido. Este comportamiento lo ha llevado a estar solo la mayor parte del tiempo, ya que le resulta de mucho esfuerzo relacionarse con otras personas. Esto incluye su intento por hacer nuevos amigos.

Si bien es de esperar que ambos padres procuren el modo de asistir al pequeño ante su situación, el papá del chico acusa a Brenda de ser una madre sobreprotectora y, con ello, promover la conducta de timidez en el niño. Como ejemplo, señala que ella tiene la costumbre de visitar con frecuencia el colegio al que asiste el niño para hablar con la maestra sobre alguna duda o queja de Miguel Antonio, ya que el pequeño no se atreve a hablar con la educadora. Si están en una tienda y el niño desea algo, la madre se encarga de pedirlo todo, para evitarle al hijo el estrés y el nerviosismo de tener que relacionarse con los extraños que lo van a atender. Sin embargo, Pedro señala que la timidez del niño ha llegado a tal punto, que opta por estar junto a los padres en todo momento durante las salidas, conducta que su madre apoya.

Puesto que la pareja no logra ponerse de acuerdo en su criterio, optaron por consultar su caso con Andrés Colberg, psicokinesiólogo y psicoterapeuta.

Él dice
“Mi esposa sobreprotege demasiado al niño con la excusa de su timidez. En una ocasión lo invitaron a un cumpleaños, y pensé que era mejor que asistiera para que comenzara a romper el hielo en ese proceso de relacionarse con otros niños de su edad, aunque le resulte un poco difícil al principio. Pero Brenda se opuso por miedo a que el nene se pusiera a llorar y le diera un trauma. Si un niño lo está molestando, allí va ella a confrontar al otro niño. Para todo, busca una excusa. Quiero lo mejor para nuestro hijo y por eso le he llegado a sugerir llevarlo a tomar algún tipo de terapia. No estoy de acuerdo en siempre estar buscando el modo de resolverle todo porque nosotros no estaremos a su lado toda la vida”.

Ella dice
“Yo creo que todo es un proceso y ya se le pasará a Miguelito esto de ser tímido y solitario. Mientras tanto, no lo presiono para relacionarse con las demás personas si no lo desea, no vaya a ser que se traumatice. Me da miedo que sufra. Mientras lo pueda ayudar a resolver esas cosas que lo asustan o le preocupan, allí estaré. No comparto la idea de que yo esté exagerando mi modo de cuidarlo. Ya algún día se animará a ser más extrovertido”.

La opinión experta
“Un árbol de tronco alto y robusto, follaje espeso y raíces profundas, animaba a su arbustito a que creciera. El pequeño le respondió: ‘Con gusto me elevaré y fortaleceré. Pero, por favor, aparta tus ramas de mi cabeza para poder moverme y que me lleguen la luz, el viento y la lluvia’.
La forma más segura de que un hijo crezca siendo irresponsable, inseguro, mentiroso, dependiente, inmaduro, y que cojee de mil otras maneras, es haciendo por él todo lo que a él le toca hacer por sí mismo. La timidez dejará de ser un problema cuando el propio Miguel Antonio la convierta en otra cosa.

Si el chico se cae al correr la teresina y se pela la rodilla, la medicina es que llore, se la limpie, se ponga una curita y vuelva a correr. Esta vez lo hará con mayor eficiencia. Muchas veces, así transcurre el aprendizaje natural, que, por naturaleza, es estratégico.

Evitar que Miguel Antonio se exponga a las situaciones que Brenda interpreta como riesgosas o dolorosas alargará la agonía del niño, pues una y otra vez se verá retado e invitado a emitir unas respuestas típicas de su edad, ya que la vida le quiere preparar por etapas. Pero, hasta ahora, va aprendiendo que su mamá lo resolverá. El mensaje implícito que se le irá grabando es de ‘Yo no sé, no puedo, no tengo, no conozco, no soy’, y otras excusas por el estilo, que apuntalan su incapacidad.

Alrededor de los tres años, un menor está listo para asumir tareas de autoayuda, que van desde bañarse y secarse hasta vestirse y abotonarse solo. En conjunto con esas destrezas van las de la toma de decisiones. Esto es, explorar opciones, escoger y enfrentar consecuencias. A los siete años, está más que pasado de que resuelva sus dudas, quejas e inseguridades directamente con la maestra. A Miguel Antonio le toca aprender que si no pide lo que quiere, nadie le va a leer la mente ni pedir por él. Con razón se resguarda con papi y mami cuando salen fuera de casa. Mami es su tanque de oxígeno. Si se aleja de ella, se asfixia.

Que el nene llore si se siente desamparado (sin mami) no es un problema. Será el primer gran paso en descubrir todas sus potencialidades. No, Brenda. No se traumatizará. Pero si lo sigues sobreprotegiendo, te garantizo que lo incapacitarás para largo, cuando quiera relacionarse con los demás. Y ni decir con una mujer; desde ya estás castrando a tu hijo.

Tienes razón, Brenda. Miguel Antonio está inmerso en su proceso de ir superando la timidez. La vida está como loca tratando de colarse para ayudarlo a apropiarse de sí mismo y tú no la dejas. Eres tú la que teme y sufre, y le proyectas tu ambivalencia. Pareces creer que el mundo es un lugar inhóspito y peligroso, ambulas sin fe en la gente y pretendes preservar a tu hijo en una cajita de vidrio. El apego es tuyo con él y lo estás enseñando a que se apegue a ti. Y sí, algún día se conducirá con mayor extroversión si tú vives tu vida, no la de él, y lo dejas decidir y actuar (de vez en cuando, meter la pata), y aprender.

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