lunes, 7 de julio de 2008

Cuentas claras conservan parejas

lunes, 7 de julio de 2008
Arys L. Rodríguez Andino
Primera Hora

A la primera esposa, Daniel Feliciano no logró convencerla de casarse por capitulaciones. A la segunda, sí.

Aunque no vive con el temor de que su matrimonio de tres años termine, sí tomó la precaución de separar los bienes gananciales para no sufrir la secuela económica de un divorcio y proteger a los hijos de su primera relación.

“Cuando le propuse hacer capitulaciones (a la primera esposa) me hizo un watergate, me dijo que no la quería y no la pude convencer”, contó el gerente de un dealer de carros.

A los nueve años de haberse casado, con la angustia de la separación, también vino el tormento de la división de bienes.

“Todo el que se ha divorciado pierde la mitad”, sentenció el hombre de 39 años, quien aseguró que en su primera relación “levantó todo”.

Por eso, cuando decidió casarse con su actual esposa, le aclaró que quería un contrato prenupcial. “Cuando ella me conoció le conté la experiencia de divorcio. Me dijo que estaba conmigo desinteresadamente”, aseguró. Y ella, para demostrárselo, le dijo que aceptaba el acuerdo.

Feliciano, quien ha aprendido a tomar los pasos medidos, no tiene garantías de que su esposa, 15 años menor, estará con él siempre. “Me casé cuando ella tenía 21 años. Es normal que a los 35 o a los 40 pueda cambiar de pensar”, analizó.

Aunque, aclaró, “no es porque no le quiera dejar nada”. “Si me ayudó a levantarlo yo le doy lo suyo aunque no haya un papel. Ahora, si la separación es por infidelidad no le doy ni un peso”.
Para sentir que ninguno de los dos pierde si se separan, Elizabeth García decidió casarse por capitulaciones con Gustavo González.

“Él es tradicional; en un principio no quiso, pero lo convencí de que no era nada personal”, contó García, cuyo esposo tiene hijos de su primer matrimonio, una de las razones por las que optó por las capitulaciones.

Según ella, hay una tendencia a que mujeres traten de conseguir que el tribunal les aumente la pensión alimenticia gracias a la suma del sueldo del ex esposo y el de la nueva pareja.

A pesar de que en su primer matrimonio García, a regañadientes, aceptó casarse con separación de bienes gananciales, comprendió que en su actual relación era necesario. “Eso evita futuros problemas”, aseguró la mujer de 33 años quien consideraría injusto que su esposo se quedara con lo de ella o que ella se quedara con lo “que no es mío”.

Para Marcela López, de 30 años y casada hace casi dos, es “lógico y sensato” hacer un contrato prenupcial. Incluso, no le parece que el acuerdo establezca distancia entre los bienes de uno u otro integrante de la pareja.

En su caso, la propuesta la sugirió su esposo, quien tiene una empresa y vio en el contrato la posibilidad de protegerla de alguna demanda que pudiera enfrentar su compañía.

La conversación, para López, es la clave para no tener discrepancias económicas. “Nosotros hemos establecido cómo cubrir los gastos justamente. Si nos separamos, cumplimos con lo establecido”, detalló.

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