martes, 3 de junio de 2008

Enfermedad mental lo lleva a dispararse

martes, 3 de junio de 2008
Sara M. Justicia Doll
Primera Hora

Trastorno mortal.

"Era un hombre tranquilo, nunca dio problemas. Sólo una vez le tuvieron que llamar a la Policía porque cogió un cuchillo y se quería quitar la vida”

César RamosVecino
Un padecimiento de esquizofrenia y depresión severa no tratada llevaron a un hombre a mantener a las autoridades en jaque por más de cuatro horas en la urbanización Flamboyán Gardens, en Bayamón, antes de dispararse un tiro certero a la cabeza que le causó la muerte.
Justo a las 7:01 de la noche, al enfrentarse con agentes de respuesta especial de la Policía, el hombre, identificado como Luis Montañez García, de 47 años, hizo dos disparos sin darle a nadie antes de matarse.

“El les apunta, le disparan con una escopeta de goma, lo impactan por el pecho, y él se va hacia atrás. El le dispara a los muchachos dos tiros y se pega un tiro él... fue en cuestión de segundos”, dijo a la AP el teniente coronel José L. Caldero López.

Montañez murió cuando era transportado en ambulancia hacia el Hospital Regional de Bayamón.
Pero, el drama comenzó mucho antes. Montañez se paseó por horas frente a su residencia, la D26 de la calle 6, armado con un potente Magnum .357 y una pistola calibre .40, uno en cada mano. En la cintura tenía varios magacines de municiones.

Según las autoridades, en horas de la mañana, el hombre hizo un disparo y hasta su casa llegaron agentes para desarmarlo. Vestido sólo con mahones y sin camisa, Montañez se armó y defendió su territorio, obligando a las autoridades a pedir refuerzos. Montañez incluso se apoderó de una patrulla y activaba de vez en cuando los biombos de colores.

Durante las cuatro horas que duró el drama, Montañez vociferó su inconformidad con el Hospital Regional de Bayamón, donde supuestamente trabajaba, según Caldero López, superintendente auxiliar de Investigaciones Criminales y principal negociador de la Policía.

Enojado con su patrono
Según explicó Caldero López, el hombre decía que el hospital le había fallado, que el mundo le había fallado. Irónicamente, trascendió que Montañez trabajaba también para una compañía de seguridad.

La de ayer no era la primera vez que el hombre literalmente se apoderaba de la calle 6.
Según otro residente, César Ramos, Montañez fue su vecino inmediato hace un año cuando vivió en la casa D1.

“Era un hombre tranquilo, nunca dio problemas. Sólo una vez le tuvieron que llamar a la Policía porque cogió un cuchillo y se quería quitar la vida”, dijo el vecino.
Fuentes de este diario indicaron que en otra ocasión el hombre se negó a ser desarmado y acudió al tribunal, pero este foro le devolvió las armas que le habían ocupado por su padecimiento mental.

A la escena llegó su esposa, que no quiso dar su nombre pero confirmó que Montañez padecía de esquizofrenia y depresión y que había dejado de tomar medicamentos hacía poco.
Desde las 3:15 de la tarde las autoridades cerraron el acceso a la urbanización y cientos de curiosos, vecinos y policías se acercaron a las verjas que colindan con el expreso PR-5 y el estadio Juan Ramón Loubriel para presenciar el triste espectáculo. Algunos tomaron fotos con celulares y cámaras.

Mientras transcurría la tarde, Montañez habló por celular y se tomó varios refrescos.
La sed lo traicionó

Fue precisamente su sed lo que le abrió la puerta a la Policía para delinear el plan estratégico que finalmente se ejecutó.

Hubo mucha dificultad al principio, según explicó Caldero López, ya que no había cercanía suficiente para garantizar que una pistola Taser —que envía choques eléctricos— alcanzaría al hombre con efectividad para inmovilizarlo. Mientras tanto, dos francotiradores también se apostaron en puntos estratégicos.

A las 6:10 de la tarde, una escuadra del equipo de respuesta especial caminó hacia la parte trasera de la residencia del hombre.

Uno de los agentes colocó un vaso de agua en un alero y se lo ofreció. Montañez se acercó. Al percatarse de la presencia de los agentes, Montañez se puso nervioso. Los agentes le dieron el alto, pero él apuntó las armas, algo que la Policía le había pedido que no hiciera.
Uno de los agentes le dio un tiro en el pecho con una pistola de goma. Luego se escucharon las tres detonaciones que hizo Montañez.

En cuestión de segundos fue transportado en camilla, mortalmente herido y Caldero López confirmó posteriormente que murió camino al hospital. Familiares de Montañez salieron desconsolados del lugar.

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