martes, 6 de mayo de 2008

Inmovilizado por la obesidad

martes, 6 de mayo de 2008
Leysa Caro González
Primera Hora

Dicen que un rayo no cae dos veces en el mismo sitio. Pero la historia de Carlos Collazo demuestra lo contrario.

"Murió mi papá y dejé de salir y de ir a casa de mi mamá, hasta que un día comencé a meterme al cuarto a ver televisión y comencé a coger libritas, libritas y llegué a este peso”
Carlos Collazo

Hace un mes que este cagüeño de 39 años permanece atado a una cama de posiciones y a un tanque de oxígeno. Pesa 740 libras.

Moverse y sentarse en la cama ya es casi imposible. Hasta para el simple hecho de levantar la cabeza para colocarse la máscara de oxígeno o sus grandes espejuelos necesita ayuda.
Atrás quedaron sus dotes de bailador de salsa, los partidos de dominó en el balcón con los vecinos, las salidas a casa de su madre y los juegos de béisbol donde hacía de árbitro. Ahora, están reducidos a simples recuerdos que, de vez en cuando, le provocan una dulce sonrisa que se refleja en sus pequeñitos ojos.

“Él no era cualquier bailador de salsa”, dijo la madre de Carlos, Teresa de Jesús, para ser interrumpida inmediatamente por su hijo. “No es para echármelas, pero yo me paraba en los sitios y las mujeres hacían fila para bailar conmigo”, dijo entre risas.

Tristemente, la vida de Carlos se ha limitado a un cuarto dormitorio, donde ve los días pasar esperando con ansias la ayuda de un alma caritativa que le permita salir del encierro que poco a poco está acabando con el más mínimo deseo de vivir.

“Yo lo que quiero es que alguien me ayude a salir de esto. La psicóloga que visité me dijo que 'yo no quería rebajar', pero es que no es fácil ni puedo hacerlo de la noche a la mañana”, indicó Carlos desde su cama del Hospital HIMA de Caguas, donde permanece recluido desde hace una semana por problemas de oxigenación.

Vida marcada por el dolor
A sus 39 años, este amante de la “salsa gorda” ha experimentado sucesos que lo han marcado para siempre.
A inicios del 1990 recibió una descarga eléctrica mientras le daban cristiana sepultura a la abuela de su esposa. Desde entonces, Carlos no volvió a ser el mismo, aseguró su madre.
De Jesús es quien se encarga del cuidado de Carlos. Todas las mañanas llega a su casa y permanece con él hasta las 4:00 de la tarde cuando su esposa llega del trabajo. Le hace la comida, lo baña y lo asiste en todo lo que necesita.
Ya no puede con los dolores de espalda, dijo.

Tras la descarga, Carlos comenzó a presentar una serie de condiciones de salud que lo mantuvieron por meses de médico en médico. Perdió la piel en gran parte de su cuerpo y comenzó a sufrir de soriasis, enfermedad inflamatoria de la piel que produce lesiones escamosas.
“La gente lo ve así y como que se echa para atrás, como si él tuviera una lepra que se le pudiera pegar. La gente lo rechaza y es que son crueles. Todo eso también lo ha llevado a esta depresión”, indicó De Jesús sobre la soriasis que afecta a su hijo.

Carlos tiene los brazos, las piernas y la barriga cubiertos de manchas escamosas. Para tratarse, se inyecta mensualmente.

Y, como si fuera poco, fue despedido de su trabajo por el sobrepeso y, posteriormente, perdió su casa en un incendio.

Todos estos sucesos fueron socavando sus deseos de vivir, pero fue la pérdida de su progenitor lo que lo llevó al borde de la muerte.

“Su papá se muere y él como que quedó desamparado a pesar de que me tiene a mí, a su esposa y a su hermano. Cada vez que llora, yo le digo que no ha podido canalizar que aquí en la tierra estamos prestados”, relató De Jesús.

La situación lo ha afectado a tal punto que en más de una ocasión les ha expresado a sus familiares sus deseos de acabar con su vida.

¿Cuántas libras has ganado desde que murió tu papá?
-En dos años he aumentado como 300 libras. Antes pesaba como 450 libras, pero podía hacer todas mis cosas normales y era high. Ahora peso 740.
¿Cómo ganaste todo este peso?
-Murió mi papá y dejé de salir y de ir a casa de mi mamá, hasta que un día comencé a meterme al cuarto a ver televisión y comencé a coger libritas, libritas y llegué a este peso.
Claman por ayuda

A pesar de los sinsabores de la vida, Carlos mantiene fe en que dentro de poco, con mucha fe y tenacidad, volverá a ser el de antes.

En los últimos años, Carlos ha visitado bariatras, nutricionistas, cirujanos y psicólogos en busca de alguna solución para su sobrepeso.

Hace unos años logró perder 100 libras con una nutricionista, pero luego de la muerte de su padre, las recuperó.

Los bariatras que ha visitado en la Isla se han negado a intervenirlo porque ninguna institución local cuenta con el equipo necesario para poderle realizar la cirugía bariátrica, básicamente la única solución para la condición de obesidad mórbida.

Las camillas disponibles resisten hasta 500 libras.
Tanto Carlos como su familia no están pidiendo dinero. Lo que desean es que algún médico especialista o institución pueda conectarlos con algún hospital en los Estados Unidos donde le puedan practicar la cirugía.

¿Qué es lo que más que deseas, Carlos?
-Yo quiero volver a ser la persona que era antes. Yo no quería llegar a esto. Deseo trabajar y poder jugar dominó con mis vecinos. Yo no deseo que la gente me dé dinero, lo que quiero es que faciliten el proceso para poder operarme en los Estados Unidos.

Su madre simplemente pide lo que pediría cualquier madre en su lugar. “Mi deseo, honestamente, es que mi hora no llegue y yo lo tenga que dejar en una cama. Ésa es mi preocupación. Yo lo que quiero es volver a verlo como él era. Ésa es la ayuda que yo quiero”, clamó De Jesús.

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