jueves, 28 de febrero de 2008

Madre hace valer derechos

jueves, 28 de febrero de 2008
Francisco Rodríguez-Burns
Primera Hora

Con cada toma de la cámara, Natanael Aybar, de seis años, sonríe mientras su madre resiste soltar las lágrimas que le inundan la vista.

Sentado sobre la falda de su progenitora en un apartamento de un residencial de Río Piedras, el pequeño desconoce el trato a que fue expuesto por la Asociación de Condominios Parque de las Flores, uno de varios complejos de Parque Escorial, en Carolina, por haberle negado un acomodo razonable en un estacionamiento de impedidos mientras vivió allí en calidad de inquilino.

Pero aun así, el menor gesticula felizmente en momentos en que una agencia federal se prepara para hacer valer una ley de vivienda justa por un caso que levantó la indignación de su alta gerencia en la capital federal.

Tan reciente como el pasado martes, el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de Estados Unidos (HUD) anunció el haber presentado cargos administrativos por discrimen contra la organización vecinal al ésta no haberle facilitado de una manera adecuada uno de sus cuatro estacionamientos de impedidos que alegó reservar exclusivamente para empleados de mantenimiento y visitantes incapacitados. Los cargos conllevan una multa máxima de $16 mil, una compensación por los daños y perjuicios sufridos por la familia, así como los gastos de abogados. En mayo se celebrará la primera vista del caso ante un juez administrativo del Gobierno Federal, en Carolina.

“Si yo no hago valer los derechos de mi hijo, nadie lo va hacer”, sostuvo Windy Calderón, ex gerente de ventas de una compañía de envases de plástico.

A causa de una bacteria, el pequeño sufrió una devastadora lesión cerebral a los diez días de nacido. Los gastos médicos del menor, sumados a la pérdida de ingresos de sus progenitores por distintas razones, provocaron la debacle económica de la familia. Perdieron su casa, así como muchas de sus pertenencias, y en poco tiempo se vieron en la necesidad de optar por el apartamento de un residencial público.

El padre de la familia, Andrés Aybar, de 32, perdió gran parte de sus propinas como despachador para una distribuidora de alimentos como consecuencia de la crisis familiar. Actualmente trabaja como carpintero en proyectos de construcción.

Calderón, por otra parte, renunció a su puesto gerencial en una prestigiosa compañía para requerir la mejor atención médica para su hijo. Intenta que el Departamento de Educación le facilite un costoso equipo para que Natanael desarrolle un método de comunicación a través de programas de un ordenador.

“Mi hijo siempre está feliz y sonriente, él es bien cariñoso. Para Natanael no hay nadie extraño. Él me ha enseñado a crecer como madre”, indicó Calderón, quien procreó con su esposo otros dos hijos de 14 y 11 años de edad.

A raíz de la remodelación que se realiza en su residencial, la familia optó por un apartamento del complejo, pagando junto con el Gobierno Federal el alquiler por tres años. Tras ser amonestados e intentar remediar la situación del estacionamiento, la familia regresó al residencial hace seis meses.

“Ninguna persona que esté cuidando a un miembro de su familia con impedimentos deberían tener que pasar lo que ésta madre y su hijo se vieron obligados a soportar”, sostuvo el subsecretario de Vivienda Justa de Oportunidad de Igualdad (Feho) de HUD, Kim Kendrick, mediante un comunicado de prensa. “Es inexcusable que la Junta no hubiera estado dispuesta a modificar su política para ofrecer un espacio de estacionamiento accesible a un niño con impedimentos”, añadió el alto funcionario.

Varios intentos por entrevistar al presidente y vicepresidente de la Junta de Condóminos del complejo, así como la administradora del complejo, resultaron infructuosos, ya que no estaban disponibles o autorizados para ofrecer una declaración.

Según sostuvo HUD, la Asociación le ofreció a Calderón “otras alternativas” de estacionamiento en las cuales “ella habría tenido que dejar desatendido a su hijo”. El niño, que sufre de una parálisis en el lado izquierdo, frecuentes convulsiones, entre otras serias condiciones de salud, no puede dejarse solo, particularmente al momento de estar sentado en una silla de ruedas ante la eventualidad de que intente desplazarse.

En la privacidad de su hogar, el niño constantemente gesticula para ser abrazado, ya que no puede hablar. “No estoy pidiendo nada que no sea justo”, añadió Calderón.

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