martes, 19 de julio de 2011

Los agresores no nacen, se hacen con el tiempo

por Arys L. Rodríguez Andino


Los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o ex parejas no han sido producto del “arrebato súbito” de sus victimarios, sino de un patrón de agresividad que, muy probablemente, empezó mucho antes del desenlace fatal.

El profesor de psicología forense Luis A. Francis reiteró que no es cierto que la gente cometa un crimen sin pensar.

“La actuación podemos decir que es impulsiva, pero el pensamiento es el que realmente lleva a la persona a cometer el acto. Nuestra mano no actúa sola”, reiteró el psicólogo clínico. “Tendríamos que considerar dónde es que se van formando o deformando ese conjunto de pensamientos que forman una ideología, un patrón”, añadió.

Aunque no descarta que los niños víctimas de maltrato se conviertan en agresores, Francis aclaró que eso no tiene que ser así. Pero, destacó que la sociedad muchas veces refuerza una cultura matizada por el machismo.

“La misma sociedad va formándole la idea de la propiedad. Todavía prevalece la idea de que la gente es dueña de otros seres humanos, de que ‘ésa es mi mujer’”, abundó.

El proceso de crianza y las experiencias de vida son los que forman al ser humano y, en el fondo, “todos tenemos el potencial para ser agresivos”. “Si a una persona se le modeló esa visión de control, de poder, puede aprender a ser un agresor, pero no es algo automático”, insistió.

Aunque en la acción de quitarle la vida a una mujer el victimario puede pensar que se valida su “control”, el psicólogo señaló que lo que encierra es una manifestación de debilidad.

“Aunque es un acto de agresión, es un acto de vulnerabilidad, de codependencia profunda”, afirmó. Tal es así que muchos de los homicidas luego se suicidan. “Cuando se dan cuenta de lo que hicieron, optan por quitarse la vida porque no pueden vivir con ese cargo”, expuso.

En el caso de Pedro Montañez Martínez, quien ahorcó a su niña de cuatro años, Irianis Montañez Claudio, y luego se ahorcó, el experto en conducta señaló que fue un acto para castigar.

“Es una mezcla confusa. Muchas veces tiene más peso el castigo, ‘tú vas a sufrir y tampoco vas a tener a tu hija’”, expresó sobre el torcido análisis que pudo haber hecho el homicida.

El también psicólogo Alfonso Martínez Taboas hizo énfasis en que el agresor “no es alguien que se pueda distinguir bien fácil” y señaló el machismo como el causante de las agresiones contra mujeres.

“El hombre piensa que puede controlar a su pareja y que la pareja es una propiedad. Los hombres latinoamericanos han comprado más esa visión del hombre macho y es una falacia que a las mujeres les gusta el hombre así”, declaró.

Como es una ideología cultural, el machismo se puede inculcar en los niños.

“Cuando eres niño, eres como una esponjita. Una vez tú compras un modelo (el machismo en este caso), lo que quieres es perpetuarlo, no cuestionarlo”, observó.

En el “menú del macho” la agresión se intensifica para que la mujer se asuste y ceda ante las exigencias del hombre. “Esa herramienta no sirve ni hay sistema legal que la respalde. Hay unos (que lo reconocen) y se retiran, pero hay otros que no y, entonces, intensifican la agresividad”, explicó.

Acerca de las relaciones en las que, desde afuera, parece que todo va bien y ninguna persona cree que puedan haber incidentes de violencia doméstica, Francis señaló que, “si uno mira bien, se da cuenta de que hay algo que hace que esa relación no sea entre iguales”. “El agresor puede ser un ángel en la calle y un monstruo en la casa”, advirtió.

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