miércoles, 15 de septiembre de 2010

Milagrosa la pastilla para tratar a los adictos

15 Septiembre 2010

Milagrosa la pastilla para tratar a los adictos
La buprenorfina se usa en la Isla hace ocho años


Por Marga Parés Arroyo / Mpares@elnuevodia.com

Durante los últimos ocho años, de forma sigilosa y solapada, unos cuarenta y cinco médicos del País han estado recetando un medicamento al que le atribuyen cualidades curativas para tratar la adicción a la heroína y otros opiáceos utilizados para aliviar el dolor.

En el segundo piso de un céntrico edificio en Río Piedras, las recetas al fármaco Suboxone, una combinación de buprenorfina y naloxone hydrochloride, son la orden del día, en la oficina del doctor Ricardo Soler Ramírez, donde este lleva a cabo clínicas para tratar a los adictos a drogas.

Certificado por la Administración federal Antidrogas (DEA, por sus siglas en inglés) y la Administración federal de Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias (Samhsa, por sus siglas en inglés), Soler Ramírez ha atendido desde el 2002 a unos 270 pacientes con este medicamento aprobado por la Administración federal de Drogas y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) hace ya casi una década. De esos, más de un 80% por ciento ha logrado terminar el tratamiento y curarse. Y sólo unos pocos deben tomarlo de por vida.

La buprenorfina es el medicamento que el Gobierno pretende introducir, a través de Mi Salud, para el tratamiento a la adicción a opiáceos.

En Puerto Rico, éste es distribuido desde el 2003 a través de la compañía de Luis Garratón, empresa que a su vez lo reparte a droguerías como Betances, Borschow y Central, entre otras.

Amuleto contra la adicción

“Vienen (aquí) desde muchachos del caserío hasta médicos, abogados y amas de casa, algunos por adicción a heroína y otros por adicciones involuntarias a medicamentos para el dolor crónico”, dijo Soler Ramírez sobre los opiáceos conocidos como “pain killers”.

Según explicó este médico internista, con 30 años de experiencia en el tratamiento para la adicción a drogas y alcohol, la meta de este medicamento es “que el paciente no recaiga más en la adicción y que vuelva a ser funcional”.

Por sus efectos rehabilitadores, precisamente, la bupre, como también se le conoce a este narcótico, se vende en los puntos de droga como “la milagrosa”, ya que ayuda a aliviar los efectos asociados a su retirada. También se le conoce como “la chinita” -por el color naranja que tiene la pastilla y por su sabor a “china amarga”- y como la “V-8” ya que sus efectos se asocian a la potencia de un motor de ocho cilindros.

Su precio en el “bajo mundo” está en los $12. Mientras, en farmacias -como la Yarimar- pudiera venderse entre $4 y $6 para la dosis de 2.05 miligramos y entre $8 y $11 para la de 8.2 miligramos, según informó la licenciada en farmacia Nayda Correa.

“No se traga, se coloca debajo de la lengua y se disuelve en unos 13 minutos. Ya en 20 minutos la persona va a experimentar un efecto de tranquilidad y una disminución dramática de su deseo por la heroína o los opiáceos”, explicó, por su parte, el galeno, quien recalcó que, aunque el precio de este fármaco podría parecer elevado, un adicto a heroína podría gastar de $20 a $100 diarios para alimentar su adicción.

La voz de la experiencia

Soler Ramírez es uno de los 223 médicos del País certificados por Samhsa para recetar este medicamento que también se fabrica como Subutex o buprenorfina sola.

En la práctica, sin embargo, sólo unos cuarenta y cinco galenos lo receta, según supo este diario, ya que la gran mayoría sólo toma el curso -que los certifica para poder recetar este fármaco- para efectos de créditos de Educación Médica Continua.

A base de su experiencia, el galeno, de hecho, le recomendó al Gobierno que no adquiera la buprenorfina sola (Subutex), sino en combinación con naloxone (Suboxone).

“El naloxone ayuda a contrarrestar el efecto de los derivados del opio. Le quita el deseo de consumirla y caer en una recaída”, dijo.

tratamiento estricto

En su práctica médica, Soler Ramírez lleva un control estricto del tratamiento, comenzando con una entrevista inicial del individuo y sus familiares en la que ausculta su deseo de rehabilitarse y la supervisión que tendrá el paciente en su entorno familiar durante el proceso.

Además de pruebas de orina para detectar la presencia de drogas, en las evaluaciones médicas el paciente recibe además terapia psicológica y/o psiquiátrica, dependiendo del caso. ¿La meta? Que el individuo vuelva a ser productivo.

“Es un modelo efectivo, pero tiene que haber un compromiso del paciente”, sostuvo al recomendarle al Gobierno que, para tener un mayor control, el fármaco sólo se dispense en farmacias.

Bayamón trabaja con la nuprenorfina

Dicen que la fama, buena o mala, corre sola. Tal parece que los resultados que se le atribuyen a la buprenorfina provocó que el municipio de Bayamón iniciara, hace justo un año, un proyecto piloto para tratar la adicción con este narcótico controlado.

Nuevo Amanecer fue el programa escogido por la alcaldía bayamonesa para emprender este proyecto.

Según Gladys Cintrón, directora de Nuevo Amanecer, de las aproximadamente 30 personas que han recibido este tratamiento allí, unas 20 lo han terminado, logrando, en su mayoría, una inserción exitosa a la comunidad.

Según explicó Alexander Santiago, asistente administrativo del programa, a la mayoría de los participantes se les ha recetado Subuxone.

Algunos pocos, mientras tanto, han recibido Subutex ya que, como llevan muchos años en el tratamiento a Metadona, una retirada abrupta a su adicción podría provocarles hasta un fallo respiratorio.

Ramón Luis Rivera Cruz, alcalde de Bayamón, explicó que este programa pretende rescatar a deambulantes de las calles y darles una oportunidad de vida.

“Les da más privacidad, hay más monitoreo médico y menos estigma al paciente”, sostuvo Rivera Cruz.

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