lunes, 2 de agosto de 2010

Violentos sin control

Violentos sin control
Ángel Santos y Raúl Hernández cumplen cárcel por homicidio. (Primera Hora/Vanessa Serra Díaz)
lunes, 2 de agosto de 2010
Bárbara J. Figueroa Rosa / Primera Hora

Un terrible accidente cuando era adolescente sumergió a Raúl Hernández Mercado en una depresión que lo alejó de la escuela y lo lanzó al mundo de las drogas. Con sólo 15 años, también se dejó seducir por la presión de las amistades que había establecido dentro de una ganga de asaltantes en Bayamón. Fue entonces cuando, confiesa, se llenó de soberbia y cometió un asesinato que cobró gran notoriedad en la Isla y que por los pasados 23 años lo ha mantenido tras las rejas.

Ese día, un 18 de abril de 1987, Raúl cuenta que se levantó "aborrecío..., desanimado" y con la intención de asaltar a alguna persona "para consagrarme dentro del grupo". Momento antes se fumó un cigarrillo de marihuana y consumió pastillas para entrar en una nota "que me hiciera entrar en personaje", porque aquello "era un mundo de apariencias".

"Pero, jamás y nunca fui con la mentalidad de querer quitarle la vida a un ser humano", dice.

Sin embargo, el plan cambió . El miedo al momento del crimen lo consumió y un tiro a quemarropa le segó la vida a su víctima, Natalio "Talito" Bayonet Tartak, un estudiante de medicina que fue interceptado por Raúl en el estacionamiento de un videoclub, en Isla Verde.

"Estaba asustado, desesperado, y por eso me fui a la huida", dice sobre el momento en el que haló el gatillo.

Visita el especial "Radiografía de un criminal" Posteriormente, Raúl fue arrestado y actualmente -el hoy hombre de 39 años-, cumple una condena de 145 años de cárcel.


El caso de Raúl, a juicio del psicólogo Luis Francis -quien tiene más de 25 años de experiencia trabajando en las cárceles del país- refleja la radiografía del delincuente que los expertos describen como "común".

"Estamos hablando de personas que muchas veces vienen de un hogar disfuncional, tienen baja escolaridad, podrían usar drogas y, tal vez, fueron víctimas de maltrato o agresión sexual. Son personas que están vulnerables a dejarse llevar por sus emociones y no las controlan. Son impulsivos, no miden consecuencias, son erráticos al cometer sus crímenes y, por lo general, son arrestados fácilmente", explica el especialista en conducta humana, al aclarar que todos estamos expuestos a pasar la experiencia de Raúl.

"El detalle está en canalizar positivamente tu entorno social y las emociones", manifestó Francis, al dejar claro que en el caso de los alcohólicos o usuarios de droga, llegar a ese control es difícil pues el desbalance químico en su cerebros provoca alucinaciones.

El criminal calculado

La historia de Ángel Santos Serrano es otra, pero con el mismo desenlace: pasará el resto de su vida tras los barrotes.

Este hombre de 42 años fue condenado a 99 años de cárcel tras asesinar a su amante, en hechos ocurridos en Ponce, para el 1990.

Dos décadas más tarde, el argumento de Ángel es que su "único error" fue haberse involucrado con la mujer a la que, en medio de una discusión, le arrebató la vida.

"A veces pensamos que aquí, estando confinados simplemente, hay criminales o delincuentes, cuando no es así. Hay personas que sí, por errores pequeños o grandes estamos en una institución. Ése es el caso mío", cuenta obviando el homicidio que cometió.

"No me considero un criminal... Lo que sí reconozco es que mi error fue tener una relación extramarital que fue lo que me llevó a este desenlace terrible", agregó sin ninguna expresión en su rostro.


Las personas como Ángel, son el otro tipo de criminal que asegura Francis, abundan en el sistema correccional.

"Éste, por lo general, es más calculador, es de inteligencia superior. Sabe, planifica y está claro de lo que quiere hacer y muchas veces no siente arrepentimiento. Es una persona con mentalidad psicopática y utiliza su discurso para centrarse como víctima... muchas veces son personas antisociales", explicó el experto, quien tuvo la oportunidad de escuchar a Ángel, durante la entrevista de Primera Hora.

De primera intención, Francis percibió que aun con el pasar de los años, Ángel sigue centrado en su víctima.

"En un momento dado dio la impresión que estaba en la cárcel por culpa de una persona que lo quiso demasiado y que ese amor posesivo lo llevó a que si él no era de ella, no era de nadie", analizó el psicólogo, quien considera que el convicto sigue "resentido" con su víctima.

Un poco especulando, el especialista indicó que, posiblemente, Ángel sea el tipo de criminal con una conducta psíquica antisocial y premeditada.

"Este tipo de persona se deshumaniza y deshumaniza también a sus víctimas. Son de sangre fría y muy pocas veces tienen remordimientos", agregó al mencionar que en este renglón también caen los "gatilleros" o líderes de organizaciones de narcotráfico como Ángel M. Ayala Vázquez, conocido como "Angelo Millones", o el capo José David Figueroa Agosto, alias "Junior Cápsula".

"Son criminales egocentristas, prepotentes... Muchas veces tienen gran capacidad intelectual y tratan de jugar con la psiquis de otras personas vulnerables. Otro dato interesante es que es poco probable que usen sustancias controladas porque son personas que necesitan estar concentrados y sus reflejos tienen que estar en óptimas condiciones", explicó.

Aunque los criminales como Raúl y Ángel son los que predominan en las cárceles del país, cabe destacar que hay otro tipo de delincuentes que son víctimas de sus condiciones mentales.

De hecho, los que caen en este grupo muchas veces son excusados de los procesos judiciales, y entre los diagnósticos más comunes que proveen los especialistas se destaca la psicosis.

Según explicó previamente a este diario el psicólogo clínico Alfonso Martínez, desde el punto de vista legal, la psicosis se refiere a cuando una persona "no está en sus cabales (alucinaciones visuales o auditivas, delirio, entre otros síntomas) cuando comete un acto, ni comprende sus consecuencias".

Dijo que existe la psicosis temporal en gente psíquicamente "frágil" y que ésta puede extenderse por horas o días.

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