martes, 3 de agosto de 2010

Chispa que mantiene viva la magia de servir

Por Melany M. rivera Maldonado / Especial para El Nuevo Día

A sus 15 años, Neftalí Rivera Acosta sabe que su labor voluntaria es necesaria para los que como él construyen en Crearte una realidad basada en sus talentos. Por eso, en medio de comunidades que buscan a diario sobreponerse a la violencia y la marginación, ofrece sus destrezas en baile y teatro como alternativa de paz.

Durante los meses de verano, se levanta a las 5:30 de la madrugada y camina desde el hogar donde vive con su abuela en el Embalse San José en Río Piedras hasta el edificio donde ubica Crearte. Junto a la coordinadora de los voluntarios, abre la vieja estructura gris que de inmediato se llena de color. En el vestíbulo, las siluetas cortadas de revistas, dibujos y pinturas crean un ambiente que contrasta con el exterior.

En uno de los salones, la música le hace fondo al taller de Rivera, encargado de enseñarle algunos pasos a los más pequeños que le llaman “mister”.

La timidez que demuestra con su hablar en voz baja y mirada esquiva se pierde en cuanto suena el silbato que cuelga de una cinta en su cuello para tranquilizarlos.

“Mantenerlos quietos es un reto, pero me gusta que se lo vivan, es como si entraran a un mundo mágico”, destacó el joven líder.

Ese “mundo mágico” que facilita Crearte, permite a 110 niños y niñas entre las edades de 7 y 15 años encontrar alternativas a las escenas de drogadicción, violencia doméstica, maltrato y abandono de la escuela que a veces conviven con ellos en las siete comunidades donde residen. “Estos nenes tienen que lidiar todo el tiempo con el grupito de la esquina, con el que los mete en problemas y brega con drogas”, aseguró Juanita González Hernández, quien además de ser madre de una participante trabaja como Coordinadora de Voluntarios.

Las preocupaciones de estos niños no le son ajenas a Rivera. Criado en esta comunidad, a los siete años llegó a la organización para recibir servicios de tutoría. Desde entonces, Crearte le ha enseñado la importancia de permanecer en la escuela para poder superarse e ir a la universidad pues ya había pensado en varias ocasiones darse de baja. “Es que en la escuela hay mucha presión porque mucha gente está por relajar y los maestros no le prestan atención a esas cosas”, expresó.

El interés por ayudar a los más pequeños de su comunidad lo llevó hace tres años a combinar ser participante y voluntario. “La calle está mala. Aquí paso el tiempo en un lugar seguro ayudando a niños a no perder la magia, como lo hicieron conmigo cuando llegué”, comentó.

Para eso, utiliza los talentos que descubrió en los talleres de la entidad.

“Aquí descubrí que amo el teatro y el baile. Siendo voluntario puedo ayudar con mis talentos y llevar junto a mis compañeros un mensaje de que podemos vivir en paz”, expresó.

De no ser por Crearte, Rivera no hubiera conocido su pasión por las artes escénicas, pues en la escuela pública, según explicó, no es hasta el nivel superior cuando podrá tomar clases de teatro o baile.

Juanita González Hernández, quien además de ser madre de una participante trabaja como Coordinadora de Voluntarios, aseguró que jóvenes líderes como Rivera sirven de modelo a las comunidades del Embalse San José.

“Les demuestran a los otros que no importa de dónde vengas, se puede hacer la diferencia. No podemos cambiar la calle, pero sí su realidad”.

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