martes, 8 de junio de 2010

Una sonrisa es su recompensa

08 Junio 2010
Una sonrisa es su recompensa
El voluntariado es más que una clase para Korillo

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Tanto le ha llenado llevar alegría a niños hospitalizados que Milka Vidal quiere encender en otros jóvenes la llama del servicio voluntario.Por Viviana Torres Mestey / Especial para El Nuevo Día

En la mayoría de los cuartos del Puerto Rico Children's Hospital se escucha sólo el llanto de algunos bebés o el sonido distante de un televisor de vez en cuando. Excepto por dos sábados al mes cuando la larga espera, el dolor, el aburrimiento, la incomodidad y la incertidumbre de los pacientes pediátricos y sus familias se disipa tan pronto un grupo de adolescentes con medias coloridas, caras pintadas, narices de payaso y voces potentes abren las puertas de las habitaciones y se identifican como el “El KorillO de lOz KuentOz”.

Este es el grupo creado por Milka Vidal de 16 años, que visita a los niños del hospital disfrazado de personajes de Disney. Una veintena de estudiantes lee cuentos, juega e intenta por todos los medios arrancarle algunas carcajadas a los pacientes. Y dicen que si consiguen que el paciente se olvide de que está enfermo y sonríe se sienten satisfechos.

Vidal inició el grupo para cumplir las 40 horas voluntarias que los estudiantes de la Escuela Superior Pedro Albizu Campos en Levittown necesitan para graduarse. Sin embargo, para muchos de estos jóvenes, más que una tarea escolar, el voluntariado se ha convertido en una experiencia de vida. “Hay jóvenes que no se preocupan por otros, sólo se preocupan por la calle. Pero aquí uno se da cuenta que hay otros que están peor que uno”, aseguró Jayliz Sánchez, de 17 años e integrante del Koriillo.

Equipados con mochilas llenas de libros de pintar, barajas, maquillaje de payaso, galletitas, burbujas y juegos de mesa los estudiantes comienzan su recorrido desde el quinto nivel a eso de las 11:00 a.m. En cada piso, Vidal y su madre, Annette Rodríguez, reciben la lista de los pacientes que autorizaron ser visitados y dividen los cuartos entre grupos de dos o tres estudiantes.

“Amigo ¿qué hay? ¿cuándo nos vamos?” es el saludo a algunos pacientes a quienes les cambia el semblante de inmediato. Ya no hay sueros, medicinas ni aburrimiento que valga. En sus camillas atienden y comparten con sus nuevos amigos como lo harían en los predios de su escuela.

“Es impresionante ver el cambio en niños que casi no sonríen, que se sienten enfermos y que cuando ven las enfermeras y los médicos lo que tienen es horror”, aseguró Carmen Colón, administradora del Hospital y quien aprobó con gran entusiasmo la propuesta de Vidal para hacer sus horas voluntarias en la institución. Según ella, es la primera vez que reciben voluntarios menores de edad.

“¿Cómo podemos molestarte hoy?”, preguntaron Vidal y Sánchez a Jean Carlos Manuel Rivas de 15 años, quien llevaba tres semanas hospitalizado al momento de la visita. Después de hablar sobre el baile de graduación, las novias y la escuela, intercambiaron direcciones de redes sociales y se despidieron con un “¡que te mejores amigo!”. Rivas aseguró entre risas que estaba “superaburrido” y las chicas le cambiaron el ánimo.

Elsie Negrón, madre de Rivas dijo que nunca había visto voluntarios tan jóvenes. “Es bueno porque desarrollan el sentido de responsabilidad, el amor al prójimo y la capacidad”, señaló.

Vidal le respondió: “Somos jóvenes, sí, nos gusta vacilar, nos gusta el jangueo pero hay que hacer la diferencia. Esto es algo bien bonito”.

Mientras tanto, en otra de las habitaciones, algunas jóvenes jugaron UNO con Lisamirel Feliciano, de 9 años y le pintaron un signo de paz en la mejilla, ahora sonrojada de tanto reir. Según su madre, Mirelys Alicea, minutos antes de la visita la niña estaba muy deprimida. “Cayeron de bendición porque cuando está así, sin poder comer, se pone de mal humor y se deprime”, comentó.

Para completar las horas de servicio voluntario, algunos de los jóvenes también han cuidado envejecientes, enseñado a niños a nadar, a jugar balompié y trabajado con bosques. Muchos siguen sus labores más allá del tiempo requerido porque les gusta y sienten que son un ejemplo para otros jóvenes.

Vidal aspira a que esta iniciativa no se quede aquí. Por eso se propone para el próximo semestre orientar a los estudiantes que hagan matrícula sobre cómo pueden pertenecer al grupo y espera que la escuela siga con su idea hasta después que se gradúe. “Algunos jóvenes pueden pensar que esto es aburrido pero no, te das la oportunidad de tratar cosas nuevas. A pesar de que la juventud está 'al garete', no son todos. Sí, hay interés. Lo que hace falta son las iniciativas”, concluyó Vidal, tras visitar junto a su Koriillo cerca de 50 cuartos en un recorrido de casi 5 horas.

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