martes, 8 de junio de 2010

“También somos víctimas de la criminalidad”

17 Mayo 2010
“También somos víctimas de la criminalidad”
Negocios nocturnos gastan en seguridad de sus clientes



En Shannan’s todos los visitantes son registrados en la entrada.Por Gerardo Cordero / gcordero@elnuevodia.com

La diversión nocturna no es negociable para miles de jóvenes y otros ciudadanos que abarrotan los negocios que la ofrecen, aunque a veces se inicien ahí eventos como el que desencadenó en la balacera que dejó herida a la modelo Marjorie Núñez y muerto a su acompañante en un vehículo que transitaba por la avenida Martínez Nadal, en Guaynabo.

Los comerciantes que operan muchos de esos establecimientos reconocen la importancia de la seguridad para proteger su propiedad y garantizar la afluencia de clientes.

Reconocen también que la criminalidad es un problema grave, en parte vinculado al consumo de sustancias controladas y a la creciente portación de armas de fuego por parte de ciudadanos.

“Nosotros los comerciantes también somos víctimas de la criminalidad. Por eso hoy, en mi caso, he tenido que invertir más del doble de lo que gastaba antes en sistemas de seguridad”, dijo Rafael Blanco, propietario de El Ocho de Blanco, en Río Piedras.

Legión de ojos electrónicos

En entrevista con El Nuevo Día, Blanco indicó que han instalado un promedio de 46 cámaras para vigilar los tres niveles del comercio que opera hace 23 años, y para rastrear segmentos de dos calles próximas al local aledaño a la urbanización Santa Rita, rodeada de hospedajes de estudiantes universitarios y zona que no se libra de robos, asaltos y hasta de asesinatos.

Blanco destacó que los clientes acuden al negocio no sólo a divertirse, sino a almorzar o cenar. La seguridad es vital “pues mientras menos incidentes tenga en mi negocio, más clientes van a venir”, apuntó. Mencionó que allí laboran de forma permanente empleados dedicados sólo a la seguridad.

John Cruz, gerente de Criollo, otro popular “sport bar” y restaurante, ubicado en la marginal de la Martínez Nadal, explicó que cuando el negocio operaba hasta la madrugada, mantuvieron equipos de vigilancia privada de hasta 40 personas. Al presente mantienen sus guardias privados a toda hora, y 16 cámaras de vigilancia permanente.

“En nuestro estacionamiento tenemos buena iluminación y mantenemos un ambiente bien familiar. Por eso la gente aquí se siente segura. Llevamos 30 años y conocemos a la mayoría de los clientes que son como nuestra familia”, dijo.

ID y detectores de metales

Kevin Duggan, gerente de Shannan’s Pub, declaró, en el nuevo local del negocio que recién cumplió 34 años, que “si los clientes no se sienten seguros, no van a seguir viniendo”.

Duggan dijo que, además de cámaras de vídeo, tienen 20 “bouncers” en distintas zonas del amplio establecimiento ubicado en la calle Acuarela. Tienen radios portátiles para comunicarse todo el tiempo.

Duggan dijo que el acceso de los clientes al local, donde hay música en vivo, siempre está sujeto al rastreo en la entrada y solicitan identificación a todos.

“Algunos jóvenes han presentado tarjetas de identificación falsas y en esos casos no hay negociación. El ID se pide todos los días. Usamos también el detector de metales y pedimos a los hombres que abran sus bultos y las mujeres las carteras”, apuntó el comerciante.

Según Duggan, ocupan potes de gas pimienta que por seguridad portan algunos clientes, sobre todo mujeres, y si detectan armas u otros materiales peligrosos no se permite el acceso.

Cruz comentó que algunas personas visitan “chinchorros”, en los que se tienen que quedar en las aceras y al borde de las calles, exponiendo sus vidas, contrario a lo que ocurre en negocios con instalaciones cómodas, donde la seguridad de los visitantes es prioridad.

Se refirió a negocios más pequeños que venden los tragos más baratos y que, en la recesión, han multiplicado su clientela.

Más seguridad en las calles

Blanco, por su parte, dijo que las autoridades deben conversar de forma regular con los comerciantes, para aumentar la seguridad en las calles donde operan negocios nocturnos que atraen a mucha gente y evitar prácticas de cerrar accesos, controles o medidas represivas que pueden ser contraproducentes.

Los comerciantes entrevistados no negaron que sus negocios pueden ser escenarios de conflicto entre ciertos clientes, pero recalcaron que tienen políticas firmes para manejarlos.

“Nuestros ‘bouncers’ tienen sus radios y llegan rápido cuando se detecta algún problema. Siempre hay dos bandos, los abogados y los agitadores. En estos casos, se sacan a las dos partes afuera para que resuelvan su situación. El 95 por ciento de las veces decidimos que se quedan afuera y no vuelven a entrar”, apuntó Duggan, acompañado por Hiram Sánchez, supervisor de seguridad.

Cruz, mientras, no negó que “a veces” han surgido conflictos entre clientes en el bar y su política es la mediación. “Tratamos de hablar, de darles una oportunidad”, dijo al referirse a reclamos diplomáticos para procurar la compostura. Por lo general, explicó, “un guardia saca a los más agresivos fuera y si se calma podría entrar de nuevo”.

Blanco recordó que como propietario se puede reservar el derecho de admisión y se mostró preocupado de que, al margen de situaciones de conflicto que no tienen que ver con los comerciantes, las autoridades criminalicen los espacios para la juventud y tachen de forma negativa establecimientos responsables con largas trayectorias operativas y buenas clientelas.Proactivos ante la embriaguezAl abundar sobre la seguridad, el comerciante aludió a la política de buena voluntad y protección para quienes han bebido bastante licor. “Si alguien entra ya picaíto, no se le sirve nada de licor porque si le pasa algo en la calle puede ser culpa de nosotros. A algunos clientes eso no les gusta, pero tenemos que ser responsables. Si mi mujer anda con los niños en la calle, yo no quiero que un borracho choque con ellos”, dijo.En tal sentido, aseguró que en ocasiones han retenido la llave del vehículo de clientes ebrios y llaman a la Policía para que los lleven a sus casas. Mientras, mantienen su vehículo en el estacionamiento del local para que lo recojan al día siguiente.Blanco, mientras, comentó que además de procurar que un cliente llegue a la casa de forma segura, en ocasiones, descartan servirle más tragos y se le brinda comida “para que se recupere”. “Nuestros bartenders han tomado seminarios sobre técnicas para atender a clientes ebrios. Han aprendido a conocer hasta dónde no podemos seguir sirviendo, aunque eso nos cause problemas” porque a veces la persona puede incomodarse.En Shannan’s Pub, mientras, aseguraron seguir la misma política y mencionaron que suelen pagar un taxi a esas personas que determinan que no están aptos para conducir sus vehículos debido a la ingesta excesiva de licor. “Intervenimos hasta donde podamos controlar el mal estado de la persona. Se le quita la llave y se le pregunta con quién anda. Si no está acompañado, tenemos el servicio de taxi y se lo pagamos”, dijo Duggan.

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