lunes, 28 de junio de 2010

Cuando el peso meta es un peligro para vivir

Cuando el peso meta es un peligro para vivir
lunes, 28 de junio de 2010
Arys L. Rodríguez Andino / Primera Hora
Para ella, la anorexia ha sido el lado oscuro de su vida, esa parte que no se quiere compartir con nadie.

Se considera extremadamente perfeccionista, así que no le gusta mostrar lo que considera uno de sus defectos.

“Soy una persona católica. Lo he visto como una falta a Dios y a mí misma”, reflexionó “Maite” sobre su desorden alimenticio, un demonio que la atormenta desde los 15 años.

Ya tiene 36.

Como muchas de las que padecen anorexia, Maite, en realidad, nunca fue gorda. Mucho menos obesa.

“Fui llenita, lo que llaman hoy saludable. Quizás cinco libritas de más”, contó sobre las 115 libras que pesaba en un cuerpo de 5'2”.

Ese peso que ella consideraba en exceso le empezó a molestar y decidió combatirlo con una dieta que “inventó”.

“Siempre he sido muy estudiosa. Me interesaba el tema de la nutrición. Me puse una dieta donde eliminé todos los alimentos y costumbres con las que había crecido. Todo me lo preparaba y servía yo”, recordó.

Cuando llegó a las 100 libras su madre empezó a preocuparse, pero ella no le admitió que ése era su peso.

“Ya habían salido a la superficie conflictos emocionales, la presión de grupo, de familia. Empezó el juego mental de si yo le digo a mami que llegué a este peso puedo perder lo que con tanto esfuerzo he logrado”, confesó.

El “esfuerzo” rindió frutos y llegó a 85 libras, una reducción que llegó con múltiples consecuencias.

Desarrolló anemia, osteopenia y desde el 2004 tiene amenorrea (ausencia de menstruación).

En sus más de 20 años con este desorden ha estado internada en dos ocasiones. En ambas fue presionada por la familia, pero participaba de las terapias voluntariamente.

Durante un tiempo estuvo sin tratamiento y afloró la parte bulímica. Si comía algo que entendía tenía muchas calorías, vomitaba.

“Mientras como lo que creo es aceptable me mantengo bastante bien. Limito y restrinjo mucho. Cuando se revela la parte bulímica es que en mi mente se prende un swicth si como algo frito, un postre, algo que en mi mente está prohibido”, reconoció.

La comida le gusta tanto como le asusta. El temor a engordar está siempre presente. “Hace un mes le perdí sentido a todo. La comida era mi consuelo y solución para todo y después venían las consecuencias”, expresó.

Ahora se encuentra en una etapa pesimista y batalla para mantenerse confiada en que tiene los recursos para combatir el desorden alimenticio.

Lo más difícil, además de reconocer su condición, es saber que tiene que “bregar con esto 24 horas al día. Es agobiante, es consumidor”.

Aunque está bajo tratamiento con un grupo interdisciplinario que incluye psicoanálisis, terapia individual y familiar y acupuntura, entre otros, el temor de perder el control no la abandona.

“Reconozco que estoy bajo pero me atemoriza engordar porque pienso que va a ser como una cadena de dominó y no voy a tener control”, admitió.

No hay comentarios:

Publicar un comentario