jueves, 17 de septiembre de 2009

Abuelos con propósito

Por Gina de LuccaMi Mundillo
11 de septiembre de 2009 03:00 am
El vocero

Hace veintiocho años que los abuelos tienen un día. No muchos lo saben y no muchos lo celebran. Pero será este domingo. Por tradición, desde el 1978, se celebra el Día Nacional de los Abuelos el domingo después del Día del Trabajo. Una abuela de West Virginia, Marian McQuade—quien tuvo quince hijos y varias decenas de nietos--cabildeó por varios años en pro de los abuelos, hasta lograr proclamar un día especial para ellos. Y no se trata de llevarle una caja de polvo talco a las “lelas” y un pote de Old Spice a los “belos”. Se trata de llevarle los nietos. Se trata de sacarlos a pasear. O de llevarlos a visitar a sus hermanos, primos o amigos, algunos de los cuales puede que ya estén en un “home”. Como ya hemos dicho, ser abuelo es tener toda la diversión, pero ninguna responsabilidad. O sea, gozarse y añoñarse a los nietos, sabiendo que antes de la noche los vendrán a a buscar, y todo el revolú de bañarlos, darles comida, estudiarlos y acostarlos, le tocará a otro. También dijimos que hay dos tipos de abuelos: los que ejercen y los que no ejercen. Pero hoy queremos ir más profundo. Hay dos tipos de viejos—esto aplica a los que están en sus cabales y aún no han sido visitados por “el Jaime”. Están los viejos que se sientan a esperar la muerte. Y están los viejos que se paran y se mueven a vivir la vida (aún cuando no se puedan parar ni tengan mucha movilidad). Es cuestión de actitud. Y naturalmente, los viejos que viven a plenitud son abuelos que ejercen su abuelitud, que se disfrutan los nietos, los alcagüetean, los carretean (si todavía guían). Y si por las cosas de la vida, no tienen nietos, éstos inquietos ancianos “adoptan” nietos para no quedarse atrás.Conozco unas abuelas de esas con mahones y tenis, a pesar de sus setenta y pico y ochenta y pico. Son fosforitos con canas. Nada las detiene. Ni siquiera las citas médicas. Nietos por aquí, mascotas por allá; flores por aquí, iglesia por allá. Están envueltas en las actividades de la comunidad, visitan otros ancianos, dan pon a amistades y familia, acompañan, apoyan, escuchan. Visitan enfermos, oran por los que están en necesidad. ¡Yo quisiera ser como ellas! ¡Y quisiera que otras candidatas a abuela se enlisten en ese club!Aunque todavía no he llegado a los cincuenta, a menudo pienso qué tipo de viejita seré. ¿Seré de las abuelas en negación? ¿Me darán “bajones” de nietos? ¿Usaré moño? ¿Comeré sólo viandas? ¿Leeré con una lupa? ¿Publicaré mi libro número 20?¿Cogeré clases de Francés y otros idiomas? ¿Aprenderé de una vez por todas a tejer mundillo? ¿Cuán Monona acabaré siendo?Algo sí sé. Y es que siempre tendré taller, siempre habrá algo para escribir. Y si tengo artritis en los dedos, dictaré mis pensamientos para que otro los escriba. Y siempre tendré propósito. El Señor me lo ha dado y no lo soltaré. No sé si sea con huérfanos, deambulantes, otros ancianos. No sé si sea aquí, en India o en el Tombuctú. ¡Algo tendré que hacer! Es que si me “parqueo” en un sillón, puede que no me levante más.

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