miércoles, 29 de julio de 2009

Pequeña sobrevive milagrosamente a la temida gripe

miércoles, 29 de julio de 2009
Bárbara J. Figueroa Rosa / Primera Hora


Edanice es hija única y sus padres, Edgar Ríos y Eunice Hermina, viven para complacer los deseos de la pequeña princesita que justo el día en que cumplía cuatro años fue atacada por el temido virus de la gripe porcina.


Ese lunes 6 de julio, la niña apenas miró los juguetes que le obsequiaron en una celebración que tuvo en su hogar el día antes.
Lucía amotetada, triste y callada, muy distinta a como realmente se comporta.
“Tenía fiebre de 102 grados y pasamos toda la madrugada dándole bañitos de agua templada y poniéndole supositorias de acetaminofén, pero no mejoraba”, recuerda su progenitor, quien tan pronto vio el amanecer corrió con la nena para su médico de cabecera, el pediatra Ramón Ortiz Llavona.
Busca más información en nuestro especial de gripe porcina.


Luego de varios análisis de laboratorio el galeno decidió ingresar a la menor en el hospital HIMA San Pablo de Caguas y tratar su condición como si se tratara de un dengue. Pero la niña seguía empeorando, la fiebre no cedía, estaba deshidratada y los glóbulos blancos de su cuerpo continuaron en descenso. Entonces surgió otra teoría: mononucleosis, una condición conocida también como “la enfermedad del beso”.


“El médico estaba bien preocupado. Recuerdo que un día nos llamó a las 2:00 de la madrugada porque no podía dormir pensando en la nena”, expresó por su parte Eunice al reconocer el esfuerzo “sobrehumano y solidario” que mostró en todo momento el doctor y todo el equipo de trabajo del hospital.


De hecho, ese ímpetu del médico lo llevó a realizarle a Edanice las pruebas de influenza A, aun cuando su condición había mejorado bastante y había decidido darle de alta.
Para sorpresa del experto y la angustia de los padres, la niña había dado positivo.
“Edgar, te tengo una mala noticia: Tu hija tiene influenza y el 95% de los casos ahora mismo de los que dan positivo tienen el virus AH1N1. Tenemos que ingresarla nuevamente”, relata el padre que le dijo el médico.


En adelante el cuadro clínico de la menor empeoró drásticamente:
“Tenía mucha fiebre y se quejaba de dolor abdominal. Las placas revelaron una pulmonía y en un periodo de una hora tuvo siete episodios de diarrea”, recuerda angustiada la madre, que en un momento de desesperación llegó a pensar que su hija perdería la vida.
“Me le eché a llorar encima y la nena me dijo: ‘Mamá, por qué lloras’. Yo le dije: ‘Porque estás bien enfermita’. Entonces ella me miró y me contestó: ‘No te preocupes, yo me voy a sanar’”, manifestó Eunice sobre el momento en que retomó su fe como mujer cristiana.


“Es que este virus es bien raro y destructivo. Los médicos nos advirtieron que tal vez tenían que realizarle una transfusión de albúmina y ponerle un tubo gasonástrico para alimentarla... yo la veía en intensivo”, reveló, por su parte, Edgar.
Sin embargo, un milagro ocurrió: Edanice, a los dos días de su última hospitalización, recobró el ánimo y sorprendió a su mamá con un “mami, despierta, ya es de día y tengo hambre”.
“Definitivamente, fue una intervención divina... nuestra hija es un milagro”, dice la madre al opinar que los médicos fueron “instrumento de Jesús en ese proceso”.


A partir de ese momento, la niña cambió su semblante y sus padres comenzaron a recuperar el ánimo.
“Si miramos hacia atrás, lo que pensamos es que la vida es cortita y hay que aprovecharla porque es un hilito. No se debe esperar estos tiempos difíciles para decirle ‘te quiero’ a un hijo o arrodillarse para pedirle a Dios y agradecerle por sus bondades”, dijo compungido el padre de la niña.


Edanice, por su parte, tiene noción de lo que le sucedió y maduró en el proceso.
“No se puede estar descalza y hay que lavarse las manos”, dice la niña cuando le preguntan sobre la enfermedad que la mantuvo 20 días en el hospital.
Sin embargo, ese tiempo fue recuperado el pasado lunes, el mismo día que fue dada de alta, cuando llegó a su hogar y corrió al rincón donde estaban los regalos que le habían obsequiado el día en que se enfermó. El momento fue ideal también para que sus padres celebraran a son de “cumpleaños feliz” la oportunidad de tener a su pequeña con vida.

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