lunes, 16 de febrero de 2009

Sobre santería

lunes, 16 de febrero de 2009
Francisco Rodríguez Burns
Primera Hora

Escucho el audio de la grabadora digital y me transporto al ritual. Un cántico hipnotizante se escucha con claridad. Las palabras africanas resuenan como tambores y puedo ver los animales sobre los artefactos religiosos, así como los rostros serios de los iniciados mientras esperan por la bendición de los santos, las deidades, los cuatro guerreros, representados por pequeñas figuras bendecidas.

Algunos de los iniciados cierran los ojos mientras una media luna engalana la noche.
El ritual representa un momento decisivo en las vidas de los recién consagrados, así como de los sacerdotes santeros, babalawos, que dirigen la ceremonia de iniciación, que se extendió desde un viernes por la tarde hasta un domingo por la noche en una residencia de Bayamón.
En compañía del veterano fotógrafo David Villafañe y el premiado ilustrador Miguel Bayón, recibí el beneplácito de los sacerdotes santeros para presenciar uno de dos sacrificios que, entre otros rituales, facultarían la entrada de los cuatro iniciados al reino de Olodumare, el dios de los santeros.

Los sacerdotes prohibieron fotos del ritual, aunque aun así se pudo ilustrar mediante los dibujos de Bayón. No obstante, como se trataba de una íntima actividad familiar, los creyentes se dejaron retratar cortando el tronco de un chivo o desplumando una gallina, entre todos los otros animales que fueron sacrificados en medio de rezos y canciones dirigidas a las deidades africanas. Los sacerdotes abrieron un resquicio por donde observé un mundo en el que la espiritualidad, la ciencia y la sabiduría se entrelazan, de un fervor religioso que requiere una entrega física y mental.

Al igual que el resto de las religiones monoteístas, los santeros creen en un solo dios. Pero son conscientes, además, de que algunas de las prácticas de su religión, como el sacrificio de animales, pueden parecer “chocantes” para muchas personas. A pesar de que varios intentos para prohibir el ritual no han prosperado ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos, los santeros pagan uno de los precios más altos por practicar su fe.

Al ser objeto de discrimen, muchos santeros esconden algunos artículos característicos de su religión, como sus collares en el interior de la camisa, o sus pulseras debajo de brazaletes metálicos, para así evitar el ojo acusador de puertorriqueños que los tildan de brujos o espiritistas.

Concluí, sin embargo, que sus secretos sirven como un escudo ante una sociedad obsesionada con el materialismo; una sociedad que, ocasionalmente, intenta distanciarse con vergüenza de tradiciones arraigadas en nuestra cultura, como si en el fondo se tratara de un rechazo a su propia ascendencia africana.

La religión bajo ninguna circunstancia se podría definir como una mezcla entre las creencias católicas y africanas, sino una fe esencialmente africana que hasta el día de hoy utiliza los santos para venerar sus propias deidades. De esta manera los santeros evitan el desprecio del cristiano, tal y como el esclavo africano evitaba la muerte venerando los santos católicos.

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