lunes, 2 de febrero de 2009

Alcoholismo, supere el mal trago

Por María Jesús RibasEspecial
para Escenario
02 de febrero de 2009 04:00 am

Según los últimos estudios, el hecho de que la adicción al alcohol afecte a miembros de una misma familia indica que tiene una causa genética subyacente, y las personas que beben con frecuencia duplican el riesgo de sufrir deterioros mentales al llegar a adultos. La buena noticia es que, contra lo que se creía, los alcohólicos no recaen inexorablemente y pueden curarse.En los últimos meses se han producido importantes hallazgos en torno a este flagelo social que desencadena la mitad de los accidentes de tráfico, causa más daño físico, psicológico, familiar y sexual que todas las otras drogas juntas, ocasiona muchas enfermedades severas y genera mucha agresividad y violencia.

Algunos descubrimientos confirman el devastador efecto de la bebida y aportan inquietantes datos sobre el origen del problema; otros arrojan esperanzas para quienes quieren salir del aparente callejón sin salida de la adicción al alcohol. Según donde se fije la mirada, si en las noticias negativas o en las positivas, puede decirse que la copa está medio llena, o medio vacía... El hecho de que el alcoholismo afecte a miembros de la misma familia venía sugiriendo que la adicción, al menos en parte, tiene una predisposición hereditaria.

Ahora, un estudio de científicos de la Universidad de Illinois, Chicago, ha identificado un gen relacionado con la dependencia al alcohol.Los expertos observaron que ratones deficientes en el gen que fabrica una proteína conocida como AMP cíclico, consumen excesivas cantidades de alcohol y prefieren el etanol al agua, mostrando una conducta muy ansiosa al ponerlos en un laberinto.Dependencia: los genes de las edadesLa proteína AMP cíclico está implicada en la regulación de la función cerebral durante el desarrollo y el aprendizaje.

Cuando está activada, regula la producción del neuropéptido, otra proteína cerebral que en caso de presentar bajos niveles se relaciona también con la ansiedad y la dependencia alcohólica. Además, las personas de mediana edad que consumen alcohol a menudo se enfrentan a un riesgo duplicado de desarrollar deterioros mentales leves cuando alcanzan una edad avanzada, según otro trabajo de investigadores del Instituto Karolinska de Estocolmo, en Suecia.Los resultados se basan en una encuesta realizada en la década de 1970 a habitantes de Finlandia sobre su consumo de alcohol.

Más de un millar de participantes fueron examinados en 1998 para evaluar su función mental: comparados con los bebedores que tomaban alcohol entre 2 y 6 veces al año, los que bebían más de 1 o 2 veces al mes, mostraron tener dos veces más probabilidades de desarrollar deterioro mental leve. Las buenas noticias llegan de la mano de un estudio de expertos del Hospital Clínico de Barcelona, según el cual el tratamiento del alcoholismo consigue, a largo plazo, unas tasas de remisión muy altas y estables.Los autores estudiaron a 850 alcohólicos y analizaron su situación al cabo de 10 años de haber sido iniciado su tratamiento.

Los datos muestran que el porcentaje de recuperación alcanza el 37 por ciento, un 7 por ciento consigue beber de forma controlada y un 26 por ciento continúa bebiendo.El estudio catalán cuestiona la creencia popular de que los alcohólicos recaen inexorablemente, y frente a la opinión generalizada de que los tratamientos son poco efectivos y que las tasas de recaída son muy elevadas, se ha observado que las tasas de remisión son muy altas y que las remisiones se mantienen.El alcoholismo consiste en consumir de forma intermitente o continuada bebidas con alcohol, lo cual determina una dependencia física y psicológica y causa problemas en todos los ámbitos de la vida: familia, trabajo, salud y relaciones.

La botella como muletaLa persona es incapaz de dejar de beber, necesita el alcohol para afrontar la vida y siente un profundo malestar si deja de beber durante un tiempo. Debido a la tolerancia, el adicto necesita ingerir cada vez más alcohol para conseguir los efectos deseados."La enfermedad alcohólica pasa por tres fases: la adicción, la de dependencia (si no se bebe aparece el síndrome de abstinencia) y una tercera de intoxicación crónica, en los que los síntomas más precoces son el deterioro de la personalidad y de la inteligencia", explica el doctor Francisco Alonso-Fernández, presidente de la Asociación Española de Psicología Social.

Según este experto, "aunque se puede ser bebedor y no alcohólico, el umbral es muy débil y a uno de cada 5 bebedores los atrapa la adicción, en un transito que suele producirse de forma gradual e imperceptible, y que desencadenan desde los trastornos de la personalidad hasta una situación de soledad".Cuando se abusa del alcohol, se entra en un círculo vicioso, en el que la euforia que brinda una copa va seguida de la depresión, la sensación de poderío físico intelectual da paso a una alteración de la percepción y la conducta, y se cae en la pendiente de la intoxicación y la adicción, que van deteriorando las funciones orgánicas e intelectuales y el equilibrio psicológico y emocional.

Beber en exceso, de forma habitual -más de dos copas de cerveza o vino al día- deteriora los tejidos y funciones del cerebro, el hígado, los huesos y la musculatura, además de ocasionar alteraciones digestivas y elevar el riesgo cardiovascular.El consumo excesivo de alcohol también impacta en la psique: produce desde una merma intelectual, síndrome de abstinencia y dependencia física, hasta conductas violentas, intoxicaciones, depresión, inhibición sexual y problemas de comunicación.

La psicóloga clínica Laura García Agustín, directora del centro ClaveSalud, de Madrid, detalla una serie de consejos útiles para cuando se está corriendo el riesgo de cruzar la delgada línea que separa la salud del alcoholismo.La experta aconseja "tomar conciencia de la cantidad de alcohol que se bebe, ya que se tiende a creer que se bebe menos de lo que se toma en realidad" y recordar que "beber puede ser divertido, sólo cuando se hace con moderación y no es un hábito diario".Cómo despedirse de la bebidaSegún García Agustín "es igual de perjudicial beber sólo los fines de semana, en grandes cantidades, que beber todos los días, un poco menos, y no hay que engañarse pensando que algunas bebidas son menos perjudiciales que otras: ¡todas contienen alcohol!".

La experta sugiere poner en marcha un plan para reducir o dejar la bebida, y aplicarlo todos los días sin excepción ni falsos permisos como "hoy estoy de cumpleaños y no pasa nada, mañana lo dejo". También se puede firmar un contrato con uno mismo, dónde conste la fecha en que se va a dejar el alcohol.Para García Agustín hay que comunicar el plan a quienes nos rodean, para que nos apoyen, recordar las consecuencias negativas que trae el consumo excesivo de alcohol, y practicar actividades saludables que dificulten el tomar alcohol: "en el bar la posibilidad de beber aumenta, en el gimnasio baja", según el doctor Alonso-Fernández, "hay tratamientos eficaces para abandonar el alcoholismo, pero no funcionan sin un requisito clave: la iniciativa y decisión del propio paciente".

El primer paso de todo tratamiento es la desintoxicación mediante la rehidratación, que consiste en restaurar el equilibro de los electrolitos, dando al paciente 2-3 litros de líquidos diarios, en forma de agua, jugos y caldos.También se le prescribe una dieta baja en grasas, cafeína y azúcar, rica en hidratos de carbono y moderada en proteínas, para nutrir el cuerpo, proteger el hígado y reducir la excitación y la ansiedad. Además, un aporte de vitaminas (A, complejo B, C, E, K y ácido fólico) y minerales (hierro, fósforo, selenio, cinc, calcio y magnesio) en forma de suplementos puede ayudar a superar a las deficiencias nutricionales. Dieta fármacos y suplementosAsimismo se suprime total o gradualmente el alcohol, administrando un medicamento capaz de neutralizar el síndrome de abstinencia.

Después de la terapia desintoxicante comienza la farmacológica, por medio de sedantes, para facilitar al enfermo un autocontrol en un marco de tranquilidad, sustancias antiadictivas, efectivas para reducir el ansia de alcohol, y también se emplean fármacos "disuasores" que producen una reacción desagradable al alcohol, ayudando a mantener la abstinencia.Las entrevistas personales con el enfermo son otra herramienta para ayudarle a comprender los motivos ocultos de su adicción.Se emplean distintas formas de psicoterapias, como la individual, que neutraliza las bases de la adicción, al ahuyentar la soledad y la desesperanza y cultivar la ilusiones y la autoestima, y la grupal, la cual es muy positiva para algunos pacientes.

También se recurre a la terapia de pareja, que puede ser clave, al mejorar la comunicación de la pareja y resolver sus problemas y conflictos de la relación, y familiar, en la que el terapeuta trata al paciente y su familia como un grupo alterado que hay que "curar" actuando sobre todos sus miembros. También se efectúan intervenciones de rehabilitación social, que aspiran a convertir al alcohólico en un abstemio integrado en la sociedad, con una nueva identidad social y cultural, una existencia renovada, un proyecto vital, capacidad de trabajar, convivir y comunicarse y afrontar el estrés.

Ello se consigue mediante redes sociales, dirigidas por expertos psiquiátricos, psicológicos y sociales, para cultivar la relación del alcohólico con otras personas, y asociaciones de autoayuda, cuyo impacto terapéutico se basa en que el alcohólico se siente aceptado por otros y después apoya a los que vayan llegando.El papel de la familia es clavePara la psicóloga Laura García Agustín, "es importante respetar la decisión del afectado por el alcoholismo, ya que quien debe decidir beber menos o eliminar la bebida es él. No se consigue nada chantajeando o ironizando sobre el tema".

Pero -según la experta- puede ser útil hablar con el afectado de las consecuencias que está produciendo el consumo de alcohol, negociando en vez de imponiendo la propia opinión, y apoyar su decisión de dejar de beber, para ayudarle a controlarse, reconocer sus avances y no criticar sus recaídas.Según la psicóloga, "hay que dar tiempo para que se produzcan resultados, ya que nada ocurre de inmediato, mucho menos cuando se trata de una adicción, y además hay que esperar resultados alcanzables, porque es normal que se produzca “un paso adelante y dos hacia atrás”.

También es fundamental, "motivar a la persona a continuar y reconocer sus progresos, evitar centrar las conversaciones en el alcohol, indagar si existe algún problema que motive el consumo de alcohol y proponer alternativas naturales al alcohol, como salir al campo, hacer deporte, ir al cine o teatro".

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