jueves, 17 de enero de 2008

¡Ojo con las señales de peligro!

jueves, 17 de enero de 2008
Sara M. Justicia Doll
Primera HOra

Urgente identificar las señales de peligro.
Un niño o adolescente que presente conductas autodestructivas, que pelee mucho, que muestre una baja en el aprovechamiento escolar, que no coma o duerma bien, puede ser un menor que a gritos desde su interior esté dando señales de que necesita ayuda, de que atraviesa una depresión y pudiera terminar quitándose la vida, indicó a PRIMERA HORA la psiquiatra especialista en niños y adolescentes Marina Carmen Trisan de Cuevas.

“Es evidente de que hay mucha depresión en niños y adolescentes y uno de sus efectos pudiera llegar al suicidio. Hay que estar alerta de las señales como comentarios de 'a mí la vida no me importa', 'a mí nadie me quiere'. Los adolescentes que se aíslan de sus amigos posiblemente necesitan ayuda”, dijo la experta, con quien coincidió la doctora Carmen Parrilla, directora de la Comisión para la Prevención del Suicidio, adscrita al Departamento de Salud.

“Al detectar las señales de peligro, lo primero que uno tiene que hacer es agarrar a ese menor por la mano y llevarlo a una sala de emergencia en busca de ayuda profesional especializada”, agregó Parrilla.

Los cambios súbitos en estados de ánimo, el haber atravesado la pérdida de un ser querido o de la salud, la desesperación y desesperanza también son factores que podrían abonar al desarrollo de un estado depresivo severo.

¿Qué está llevando a menores de 18 años a arrebatarse la existencia?
De acuerdo con la psiquiatra infantil, la tensión que afecta a la familia, que pudiera ser de naturaleza económica, “usualmente rompe por el lado más flojo, que es el niño”. En medio de la tensión, el menor se convierte en víctima de maltrato físico, emocional y pudiera ser sexual.
Las rupturas en los núcleos familiares, la falta de comunicación, el que uno de sus miembros use sustancias o abuse del alcohol, también contribuyen a aumentar el problema.

La situación se agrava con la desaparición de las redes familiares tradicionales y la falta de abuelos, tíos o primos que puedan dar apoyo.

“El menor no cuenta con ese núcleo y se siente cada vez más solo”, explica la profesional en psiquiatría.

Otra de las presiones que pudiera recibir el menor, a su entender, es el exceso de trabajo escolar.
“Entiendo que en 100 días de calendario escolar a veces se le presiona mucho al menor y no puede correr bicicleta o distraerse. Debería haber más días de escuela y menos presión académica. Eso lo estamos viendo”, agregó.

Un niño que muestre señales de peligro debe ser llevado a donde un profesional para que reciba terapia psiquiátrica y quizás medicamentos para superar la depresión.

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