25 de julio 2010
Aunque habrá cierta mejoría, la economía de Puerto Rico no dará señales de recuperación durante el año fiscal que recién comienza.
Pese a la bonanza asociada con planes de estímulo económico, la emisión de más de $12,200 millones en deuda en un lapso de 24 meses e incluso un salvavidas de la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés) para evitar el colapso de su sistema financiero, la Isla permanece en el exiguo grupo de 19 economías que estará en negativo durante el 2011.
De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), las economías que terminarán el presente año en rojo están dispersas por el globo. Nueve países están localizados en Europa, cinco en el Caribe, dos en América Latina, uno en Africa y otro en Asia Pacífico.
Salvo Haití, cuya economía mermaría 8.5%, las demás contracciones estimadas por el FMI oscilan entre el 0.2% y 4%.
La Junta de Planificación estima que en el año fiscal 2010-11, el producto bruto de Puerto Rico -cuyo cálculo sienta las bases para el presupuesto gubernamental- se movería a terreno positivo, a 0.4%.
Pero en contraste, economistas locales sostienen que la economía se contraerá nuevamente alrededor de 1%. Una previsión, por mucho menos favorable, proviene de la Unidad de Inteligencia de la revista especializada The Economist (EIU, por sus siglas en inglés), que recién publicó que en este año fiscal, la economía local se contraería 3.1%.
Mientras, la proyección del FMI en torno la economía global ronda 4.3%; la de Estados Unidos es 2.6% y los países emergentes, 6.5%.
Más allá de los números, la diferencia esencial entre economías como las de Hungría, Jamaica, Islandia, Latvia, España, Irlanda y otras vis a vis Puerto Rico -que por ser un territorio de los Estados Unidos no aparece en las cifras del FMI- es que la Isla, entra en su quinto de año de recesión.
Puerto Rico encara esa realidad sin que se vislumbren estrategias concretas para salir del atolladero, opinaron varios entrevistados por Negocios. Éstos reiteran la necesidad de que todos los sectores entiendan que es hora de sentarse a la mesa, plantear los temas económicos con absoluta seriedad y articular un proyecto económico y social coherente que permita potenciar los atributos de la Isla y las destrezas de su gente.
¿Por qué no arrancamos?
“Estamos en un momento extraño porque resulta bien difícil calibrar lo que está pasando”, explica el economista Juan Lara.
Según Lara, el Índice de Actividad Económica (IAE), que se ubicó en 130 puntos para junio pasado, da la impresión de que la economía, por fin, se acerca a tocar fondo, pero no está completamente claro que así sea.
“Una cosa es tocar fondo y otra es recuperarse. ¿Cuánto tiempo podemos quedarnos en ese fondo? No tengo una contestación optimista para eso”, reconoce el economista.
Explica que una razón de peso para que la economía no avance, a pesar de políticas contra-cíclicas como los planes de estímulo federal y local, es que “continuamos amarrados y frenados” por la crisis en la construcción y por los problemas en el sector bancario.
“Eso es lo fundamental de la crisis. No es el déficit del Gobierno y el peso de la deuda pública lo que nos está frenando, es una crisis financiera”, destaca Lara.
Sin embargo, a los ojos del economista Juan Herrero, Puerto Rico sólo ha tenido “una cosecha de fracasos”.
Según Herrero, Puerto Rico no sale del hoyo porque la respuesta gubernamental se concibió desde bases erradas. “Los datos son incorrectos. Todo se basa en principios de contabilidad de empresas y no de gobierno”.
En ese sentido, explica que la política de recortes en el sector público ha deteriorado la capacidad del Gobierno para provocar un aumento en la demanda agregada, que a su vez, propicie un incremento en consumo, inversión y empleo.
“El sector público está inamovible y el sector privado no responde porque siempre se ha movido por especulación”, comenta el economista.
Toma tiempo
Pero a juicio de los funcionarios del Gobierno, todavía es muy temprano para cosechar frutos.
“Que no se olvide de dónde venimos”, apunta el titular del Banco Gubernamental de Fomento (BGF), Carlos M. García, quien insiste en que la administración de Luis Fortuño sacó las finanzas públicas del abismo.
García da fe que el Gobierno ha hecho su parte y coloca en la lista de esfuerzos, las reformas regulatorias como la ley de permisos, los trabajos conducentes a una reforma contributiva y la estabilización del diferencial de intereses entre la deuda de mejor calidad y la clasificación crediticia de la Isla, entre otros ejemplos.
Asimismo, está convencido de que los números del IAE apuntan a una estabilización tras cinco meses de supuesto ascenso. Esa mejora estaría asociada con los planes de estímulo local y federal y que en conjunto, suponen una inyección de $7,243 millones.
Sólo el monto de los planes de estímulo económico, sin pensar en eventos como la recapitalización del sistema financiero, es casi dos veces el dinero que recibió la Isla tras el paso del huracán Georges.
“En la primera transferencia que se hizo a las personas (el famoso cheque de Obama), el 80% de eso se quedó en la banca, porque la gente se puso al día con los préstamos o lo depositó como ahorro. Eso no se volcó a la economía”, manifiesta Herrero.
Por su parte, José Villamil, fundador de la firma Estudios Técnicos, explica que los planes de estímulo económico “son factores mitigantes, pero no factores que generan desarrollo económico sostenido”.
En ese sentido, las prácticas empleadas para salir de esta coyuntura no son distintas a las estrategias utilizadas para hacer crecer la economía en los pasados 50 años.
Un modelo agotado
Según Villamil, en los pasados 35 años, los momentos en los cuales la economía de Puerto Rico creció por encima del promedio del 2.5% tuvieron su origen en factores atípicos.
“¿Qué pasó en esos períodos? Pues que el Gobierno aumentó la inversión aceleradamente a base de endeudamiento y tuvimos dos huracanes. Hugo, en 1989, y Georges, en 1998, los que generaron mucha actividad económica como parte del proceso de reconstrucción”, recuerda Villamil, cuyo estimado de crecimiento para el fiscal 2010-2011 está en la vecindad del -1.2%.
De acuerdo con el economista, Puerto Rico sucumbió ante el éxito alcanzado entre 1950 y 1960.
“Pensamos que lo que funcionó bien seguiría funcionando, pero el nivel de competencia cambió. Entraron al mercado montones de países ofreciendo lo mismo que Puerto Rico y no cambiamos la manera de concebir el desarrollo económico”, apunta.
Sergio Marxuach, director de Política Pública del Centro para la Nueva Economía (CNE) agrega, que ante el colapso del modelo económico, la respuesta fue colocarlo “en respiración artificial”.
El País se enfocó en ofrecer como ventaja competitiva un tratamiento preferencial contributivo a través de la sección 936 del Código de Rentas Internas federal. Ello, para compensar desventajas reales como la ineficiencia en el Gobierno, costos más altos y la falta de masa crítica, y se terminó “suplicando aumentos en las transferencias federales” asociadas con asistencia social.
La eliminación de la sección 936 del Código de Rentas Internas federal y tras ello, la eliminación de barreras comerciales que limitaban el acceso al mercado estadounidense, el principal socio de la Isla, tuvieron el efecto de achicar, por no decir borrar, a Puerto Rico en el nuevo mapa global.
Los gestores de política pública compensaron el desbarajuste aumentando el gasto público y se crearon burbujas artificiales en el mercado inmobiliario con secuelas como las que se experimentan en la actualidad.
“Nos encontramos en un punto crítico de inflexión en nuestra historia: el viejo orden está debilitado terminalmente; todas nuestras instituciones sociales, económicas, y políticas están podridas y derrumbándose”, dice Marxuach.
Zarandeo mayor
En esta ocasión, el zarandeo ha sido lo bastante fuerte como para haber tomado con seriedad y extrema prioridad el asunto económico, plantean los entrevistados.
“Para la mayoría de las generaciones de Puerto Rico, esta situación no se había visto. Esto es algo nuevo y estamos aprendiendo en el proceso”, destaca Lara, quien prevé menos 1% para el año fiscal.
A manera de ejemplo, la pérdida de los puertorriqueños por causa de la burbuja inmobiliaria se estima en unos $27,000 millones y todavía nadie asiente que la corrección en los valores haya concluido. Mientras, la pérdida en patrimonio o caudal de los accionistas locales de los bancos ronda $11,000 millones, apunta el CNE.
Además, entre junio del 2005 y junio del 2010 se ha perdido el equivalente del 13% de la fuerza laboral, es decir 190,800 empleos, aproximadamente, prosigue Marxuach.
En tanto, los recortes implementados por el Gobierno para zanjar el déficit fiscal -que ahora se estima en $3,490 millones- han supuesto una contracción del gasto público de 19% y una merma de 13% en el número de empleos en el sector público.
Así las cosas, en el mejor de los casos, alcanzar los niveles previos a la recesión requeriría que la economía crezca a partir del 2012, a razón de 2.5%. Eso, le permitiría a Puerto Rico recuperar el paso que perdió en el 2006 para el año 2016 o 2017, dice Villamil.
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