martes, 10 de agosto de 2010

Guerra a la hora de la comida

10 Agosto 2010

Guerra a la hora de la comida
La existencia y el respeto de los hábitos son fundamentales para evitarla


Por M. Francisca Prieto / El Mercurio

Sentarse a la mesa en familia puede transformarse en una verdadera batalla campal. “¡Trágate lo que tienes en la boca!”, “¡Cómete toda la comida!”, “¡Si no comes, no hay postre!”. Éstas deben ser las frases más repetidas por los padres a la hora de alimentar a sus hijos.

La rabia e impotencia se apoderan de madres y padres al pensar que sus hijos son unos “mañosos", sentimientos que luego se transforman en una terrible angustia porque los niños se quedarán con el estómago vacío. Así, los adultos terminan cediendo y cometen el error de darles lo que ellos quieren.

Según Sylvia Guardia, nutrióloga infantil de Clínica Alemana, en la alimentación de los niños los hábitos son fundamentales, y cuando éstos no se respetan o no existen, entonces aparecen los problemas de inapetencia.

Según explica la especialista, hay casos en que de lunes a viernes los niños están al cuidado de nanas y mantienen el orden de sus comidas. Sin embargo, con el fin de semana viene el “regaloneo” de los papás, los horarios se desordenan, los niños “picotean” durante todo el día y cuando tienen que sentarse a la mesa no tienen hambre.

“Es falso que no quieran comer. En realidad lo que se ha producido es un desorden en la alimentación”, afirma Guardia.

También puede ocurrir que los niños derechamente no tienen hábitos de alimentación, es decir, desconocen la estructura desayuno-almuerzo-comida y comen a deshora durante todo el día.


¿Cuándo consultar?

El control de niño sano es fundamental para determinar si la inapetencia de un niño está afectando su desarrollo. Al examinarlo, el pediatra determina si la evolución tanto de su peso como de su talla es la adecuada. Si no lo es, significa que la negativa a comer está provocándole un trastorno y es necesario recurrir a un especialista.

“Ésta es lejos la causa más frecuente de inapetencia”, asegura la nutrióloga y agrega que lo más importante en estos casos es ordenarse. “Si el niño no comió al almuerzo, entonces debe esperarse, pero no hay que darle picoteo entre medio porque si no se transforma en un círculo vicioso que no termina nunca”, sostiene.

Por último, muchos padres tienen arraigado el mal concepto de que los niños “gorditos” son más saludables. Sin embargo -aclara la especialista- hay menores que son delgados pero igualmente sanos, y cuando no quieren comer, los padres se angustian y tratan de que se alimenten de cualquier manera.


Cómo enfrentar el problema

Puede resultar fácil entender las razones que llevan a los niños a no comer si se leen en la pantalla de un computador. Pero, a la hora de enfrentar la situación en la realidad, todo lo leído deja de tener sentido, y rápidamente regresan los sentimientos de rabia, impotencia y angustia.

Por esta razón -recomienda Sylvia Guardia- lo más importante es que los adultos no pierdan la calma, y sea una persona y no toda la familia la que se haga cargo de la alimentación del niño.

“Es un desorden, los niños ven a una familia angustiada y ellos se contagian también”, explica la nutrióloga.

Asimismo, es fundamental que los padres demuestren que entre ellos existe un acuerdo tácito, dándole a entender a los niños que lo que está en la mesa es lo que se va a comer, sin forzarlos a hacerlo y sin cambiarles el plato.

Otro consejo es ofrecerles una alimentación variada y bien presentada, siempre teniendo en cuenta que es normal que los niños rechacen los alimentos nuevos, porque los desconocen. Por esta razón -enfatiza la especialista- hay que darles tiempo y no decir que algo no les gusta a la primera, sino que después de varios intentos.

“La literatura dice que una debe decir ‘a este niño realmente no le gusta la comida’ después de haber hecho el intento 20 ó 28 veces. Hay que darse el trabajo”, afirma Guardia.

¿Y si el niño es definitivamente mañoso y rechaza comer algún plato específico, a pesar de que si va a otra casa lo come porque no hay otra alternativa? En ese caso, la nutrióloga recomienda tener paciencia y tratar de romper con la costumbre.

“Falta que los papás se atrevan a decirle ‘no, esto es lo que hay de comida’. Y si no come no va a pasar absolutamente nada”, explica.

También es importante decirle adiós a la TV y a cualquier tipo de distracción, ya que además de ser necesario un orden y horario, es fundamental que en la mesa haya un ambiente tranquilo. Finalmente, no hay que eternizar las comidas. Según Sylvia Guardia, una hora es un tiempo prudente para que los niños se alimenten y si no lo hacen en ese período, deben esperar hasta la próxima comida aunque a los padres les cueste dejarlos con el estómago vacío.

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